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Y si por gracia, ya no es por obras; de otra manera
la gracia ya no es gracia. Y si por obras, ya no es
gracia; de otra manera la obra ya no es obra.
RO M A N O S 11:6

La señorita Karen hace algo bastante único con sus alumnos de primer grado. En la primaria, ella pasa todo el día con sus estudiantes. Enseña a 22 alumnos todo el año. Se aprende sus nombres, conoce a los padres y planea un currículo para cada materia, desde ciencia hasta ortografía. Es buena en su trabajo en cuanto a lo académico, pero esa no es la razón por la que los padres aman su función en la vida de los niños. Verás, a la señorita Karen se la conoce como la «maestra clip». Así se la presenta en los eventos escolares y así se la describen los niños a sus padres.

Este apodo comenzó unos años atrás, cuando la señorita Karen decidió participar en un experimento durante todo el año. El experimento consistía en comprar pequeños clips y hacer una cadena para sus estudiantes al inicio de cada año. El experimento era sencillo. Por cada cosa buena que hacía un estudiante, ella añadía un clip a su cadena. Por cada cosa mala que hacía un estudiante, quitaba un clip de la cadena. Ella mantenía un conteo a lo largo del día de cada cosa que hacían los estudiantes, aunque ellos no se dieran cuenta. Si decían: «Sí, señorita», obtenían un clip. Si jugaban amablemente, obtenían un clip. Si compartían su comida, obtenían un clip. Ella nunca les decía a sus estudiantes si habían obtenido un clip o no. Mantenía el conteo y añadía o borraba puntos a lo largo del día y, al final del día, al prepararse para irse, añadía los clips que correspondían a las cadenas.

La belleza de esto es que cada estudiante, sin importar qué tan molesto o irrespetuoso fuera, parecía siempre obtener uno o dos clips cada día. Al final del año, los padres verían el largo de las cadenas de los estudiantes y notarían el impacto que su hijo había tenido en su maestra. Sin embargo, sin importar qué sucediera, cada niño tenía al menos un clip por cada uno de los casi 200 días de clases.

Un padre, un poco más sincero que los demás, se preguntó cómo era que su hijo tenía una cadena de casi 300 clips de largo. La respuesta de la señorita Karen es una que todos deberíamos considerar. Ella sonrió y dijo: «El experimento original requiere dos cadenas. Una representa lo bueno y otra lo malo. Para mí, lo bueno no representa necesariamente sus actos tanto como representa quiénes son ellos para mí. Aunque los estudiantes hacen cosas malas, no cambia el hecho de que hay algo en cada uno de ellos que merece ser amado. La cadena representa los momentos en los que han mostrado ese tipo de amor a otros». En la vida, nos enfocamos mucho en nuestras acciones o trabajos para poder ganar el favor de Dios, pero no hemos sido llamados a vivir así. Dios nos sigue amando incluso cuando hacemos cosas malas e independientemente de si hacemos cosas buenas.

SEÑOR, SÉ QUE MUCHAS VECES ME ENFOCO
DEMASIADO EN HACER LO CORRECTO PARA
PODER GANAR TU AMOR. RECUÉRDAME CADA
DÍA QUE TU AMOR NO SE GANA, SINO QUE ES
ALGO QUE NOS HA SIDO OTORGADO. AMÉN.


Un devocional de 100 días de gozo (B&H Español)

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