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Por Paty Namnún

Nuestras vidas no paran. Vamos todo el tiempo de una cosa a otra: el servicio en la iglesia, las responsabilidades del hogar, las ocupaciones laborales y los ajetreos del día a día, pero muy poco nos detenemos a prestarle atención a lo más importante, aquello que impactará todas las esferas de nuestra vida: nuestro carácter.  

El carácter representa la esencia misma de nuestro ser manifestada a través de nuestros pensamientos, deseos, intenciones y acciones. Eso que somos en los momentos de oscuridad, aquello que sale de nosotras cuando somos presionadas.  

A Dios le importa lo que somos por encima de lo que hacemos. En 1 Samuel 16:7, encontramos las conocidas palabras de Dios al profeta Samuel en el momento en que él debía identificar a aquel que Dios designaría como rey: «Pero el SEÑOR dijo a Samuel: “No mires a su apariencia, ni a lo alto de su estatura, porque lo he desechado; porque Dios no ve como el hombre ve, pues el hombre mira la apariencia exterior, pero el SEÑOR mira el corazón”».  

Notemos que en este pasaje, Dios le está diciendo esto a un profeta. ¿Acaso un profeta necesitaba un recordatorio de algo tan básico? Así es, él lo necesitaba en ese momento y tú y yo lo necesitamos hoy porque todos tenemos la tendencia de enfocarnos en lo de afuera y descuidar lo que hay en el corazón. Enfocarnos en el hacer y descuidar el ser siempre terminará llevándonos a terrenos peligrosos.  

Podemos cometer el error de pensar que nuestra mucha actividad es igual a bienestar espiritual. Pero lucir bien externamente no necesariamente implica que estamos espiritualmente saludables. Participar del servicio poniendo en práctica nuestros muchos talentos no necesariamente implica que tenemos un carácter piadoso.  

El talento que podemos poner al servicio de otros es un don, pero el carácter, que es lo que genuinamente somos, es una decisión, y una de gran importancia, porque lo que somos influirá en cada área de nuestra vida.  

El libro de Proverbios nos enseña que, como pensamos dentro de nosotras, así somos (Proverbios 23:7). Dada la importancia de nuestro carácter, necesitamos entender de qué manera influye en diferentes aspectos vitales de nuestro caminar como mujeres creyentes.  

Nuestras dificultades ponen en evidencia lo que hay dentro de nosotras y nos muestran cuáles son los ídolos de nuestro corazón y las grietas en nuestro carácter. Con cada adversidad, vendrán diferentes decisiones que terminarán llevándonos hacia un lugar u otro: el fortalecimiento de un carácter piadoso a través de la toma de decisiones que contribuyan a nuestra semejanza a Cristo, o el camino de la transgresión en el que elegimos depositar nuestra confianza y someter nuestra voluntad a cualquier otra cosa que no es Dios.  

La adversidad revela lo que genuinamente somos. «Nadie ha atravesado una crisis mayor que nuestro Señor Jesucristo en la cruz, donde estuvo clavado y abandonado por el Padre. Y allí en su peor momento exclamó: Padre perdónalos porque no saben lo que hacen (Lucas 23:34). La cruz fue carácter santo en despliegue o exhibición total»1 

Un carácter piadoso, semejante a la imagen de Cristo, es lo que determinará la manera en la que vemos y enfrentamos nuestras circunstancias. Un carácter piadoso que ha sido intencionalmente cultivado tendrá una perspectiva apropiada de las circunstancias y reaccionará a ellas conforme a las verdades de las Escrituras.  

En medio de una crisis económica, una mujer con un carácter piadoso confiará en Aquel que la sustenta y es su proveedor (Salmos 37:25). Pero aquella que tiene grandes grietas en su carácter podría responder buscando suplir su necesidad de maneras ilegítimas.  

En medio de las heridas de una relación, una mujer con un carácter piadoso tomará la decisión de perdonar y mostrar gracia aun cuando el otro no lo merezca, porque reconoce lo mucho que ella ha recibido de Cristo. Mientras que una mujer con un carácter no cultivado podría buscar la manera de hacer justicia por mano propia y hacer pagar a aquellos que la han herido.  Nuestro carácter determina nuestra perspectiva ante las diferentes circunstancias, y revela lo que genuinamente hay en nuestro interior.  

¿La buena noticia? En Cristo hay redención.

1Núñez Miguel. Vivir con integridad y sabiduría, Nashville: TN, B&H Español, 2016, pág. 142. 

Este es un extracto del libro, Mujeres de influencia, Cathy Scheraldi de Núñez, editora general. Adquiere el libro en todas las plataformas digitales o en tu librería de preferencia. Para más detalles de este recurso, visita: https://mujeres.lifeway.com/category/libros/ 


Patricia Namnúm, nacida en la República Dominicana, es la coordinadora de iniciativas para mujeres en Coalición para el Evangelio. Es autora de los estudios bíblicos “Luz en las Tinieblas,” “Completas en Él” y “Una fe viva.” Está casada con su esposo Jairo Namnún con quien tienen 3 hijos. Puedes seguirla en Facebook y Twitter.

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