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[PASAJE DEVOCIONAL: COLOSENSES 1:16-20]

… y él es la cabeza del cuerpo que es la iglesia, él que es el principio, el primogénito de entre los muertos, para que en todo tenga la preeminencia. (Col. 1:18)

Si eres madre probablemente has escuchado la expresión «los padres viven para sus hijos». Más que haberla escuchado, con toda seguridad la has experimentado. Cuando los hijos se reciben como regalos de Dios (sean biológicos o adoptivos), llegan a ser la motivación de sus padres. No solo les proveen alimento, afecto y protección, sino que también velan por su salud, su bienestar, su desempeño en los estudios y los deportes, su éxito en la vida y mucho más.

Los hijos son la prioridad en el hogar, aun cuando eso represente sacrificio en otras áreas para el resto de la familia. Los hijos son la razón de ser. No obstante, el pasaje en el que meditamos el día de hoy te confronta con una realidad que, para muchos, es difícil de asimilar. Para los cristianos, Jesucristo (y únicamente Él) debe ser su razón de ser. No sus hijos, no su familia, no su trabajo, ni siquiera la iglesia. Solo Jesús.

Él es el plan de Dios para la humanidad desde mucho antes de nacer en Belén. Desde antes de la creación del mundo ya Dios había pensado en Jesús para tu salvación. Dios desea lo mejor para Sus hijos, esto es, los que han creído en Jesucristo como su Señor y Salvador. Pero, no basta con decir que creemos. Muchos dicen haber creído, pero todavía quieren tener el control de sus vidas y tomar sus decisiones y establecer sus propias prioridades.

Más allá de creer, Dios quiere que realmente rindas toda tu vida al que le da verdadera razón a tu vida: Jesús. Piénsalo detenidamente. Si Dios dispuso que Jesús fuera la razón de todo, entonces Él debería ser el centro de todo lo que tú eres y haces. Si tu vida está enfocada en Jesús, luego todas las demás cosas caerán naturalmente en su lugar.

Podrás disfrutar aún más los hijos, la familia y todas las bendiciones que Dios te da porque todo estará sobre la base del plan de Dios, Jesús primero, luego todo lo demás. Ese es el plan de Dios. Y Él es Dios.

Padre, gracias porque Cristo, y solamente
Cristo, le puede dar plenitud a mi vida.

Un devocional de Devocional para el corazón (B&H Español)

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