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[PASAJE DEVOCIONAL: JUAN 14:25-31]

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo. (Juan 14:27)

Antes de partir de este mundo, el Señor Jesucristo hizo Su «testamento». En la Biblia leemos que antes de morir, encomendó Su alma al Padre, Su cuerpo fue entregado a José de Arimatea para Su sepultura, Sus ropas fueron repartidas entre los soldados que lo llevaron a la cruz y Su madre quedó bajo el cuidado del apóstol Juan. 

A Sus discípulos no les dejó riquezas materiales ni posesiones de valor, sino algo mucho mejor: Su paz. No extendió un título o documento que lo demuestre, sino que nos dejó en efectiva posesión de ella, porque Él mismo, Su Persona, es nuestra paz. Una paz que Él compró con Su sangre preciosa. Es la herencia del Señor a los que en Él creen, lograda por una vida gloriosa de obediencia y una muerte cruel en la cruz del Calvario.

El mundo no puede entender esa paz. Solo los que la poseen pueden entenderla. Esa paz no es una ausencia de conflictos, guerras, problemas o amenazas, sino una condición espiritual del corazón y del alma, que no depende de las circunstancias ni de las condiciones que nos rodean. Es una quietud del alma, del espíritu y de la mente; es una tranquilidad, que nos da confianza y que nos invita y reta a vivir con valor y sin temor. Es un don del Espíritu Santo que comenzamos a disfrutar a partir del momento que nos rendimos y entregamos a Cristo, el Príncipe de Paz.

Quien en la cruz nos reconcilió con el Padre, nos regeneró y justificó para salvación y vida eterna. Mientras el mundo se debate en guerras y conflictos de alta y baja intensidad, mientras vivimos en guerra con todo el mundo y hasta con nosotros mismos, el mensaje de Cristo resplandece y nos dice una vez más: «Paz a vosotros». Mientras el mundo dice: «Si quieres la paz prepárate para la guerra», Cristo nos dice: «La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo» (Juan 14:22).

Señor, danos siempre Tu paz

Un devocional de “Devoción para el corazón”

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