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Los mensajeros confiables refrescan como la nieve en verano. Reviven el espíritu de su patrón. —NTV

PROVERBIOS 25:13

Los historiadores cuentan que los siervos del emperador Moctezuma subían al volcán Popocatépetl para buscar nieve limpia y cargar un bulto durante cinco horas hasta Tenochtitlán. Allí el gran emperador la saboreaba en una copa de oro, endulzada con miel de abeja, adornada con flores «de colores vistosos». ¿No se te antoja?

El proverbio de hoy utiliza una imagen poco usual, la de nieve en verano. Una tormenta de nieve sería toda una calamidad —de hecho lo confirma Proverbios 26:1—, sobre todo en tiempo de cosecha, como mencionan algunas traducciones. Se considera que más bien se refiere aquí a la nieve que se usaba para enfriar las bebidas así como usamos el hielo actualmente. Un jugo de frutas bien frío cuando hace mucho calor… ¡qué rico!

Y así es el mensajero diligente, el que trae buenas nuevas o cumple con esmero su trabajo. Su jefe se siente refrescado, libre de penas y preocupaciones.

Jesucristo fue un mensajero fiel y, por serlo, dio alegría a Su Padre. Le costó mucho más de lo que sufrían los indígenas que subían a lo alto y tambaleaban bajo su carga de nieve durante largas horas. El resultado fue más que un agradable deleite temporal, pues refresca tu alma cuando sorbes su «agua viva». Comparte el agua refrescante de Cristo y serás una bendición. (MHM)

Súbete a un monte alto, portador de buenas nuevas.

ISAÍAS

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español).

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