Isaías 35:1-10; Salmo 146:5-10; Mateo 2-10:11; Lucas 2:8-11
Por María Renee
¿Alguna vez te has visto intentando explicar algo donde las palabras no son suficientes y sientes dentro de tu corazón un fuego que quisieras transmitir para que otros experimenten? Exactamente esta es mi sensación al querer compartir lo que es el gozo. No existen palabras para poder enunciar lo que el gozo del Señor permite en nuestra vida. ¡Gracias a Dios por Su Palabra! Que es segura, verdadera y suficiente para que juntas podamos ir a algunos de los pasajes que hablan del tan preciado gozo en nuestros corazones. El gozo es un fruto del Espíritu y esta es una oportunidad de anhelarlo profundamente.
Lee los pasajes y atiende la idea principal a la que hacen referencia, nota las palabras en común: regocijo, gozo, alegría. Todos ellos expresados por el salmista, Isaías en el Antiguo Testamento, María, los sabios de Oriente y los pastores que visitaron a Jesús en Belén, en el Nuevo Testamento. Hermosos pasajes que nos invitan a experimentar ese gozo que Dios produce y sostiene en nuestras vidas, esa sensación de estar plenos y satisfechos en Cristo en medio de toda circunstancia. Contemplando, confiando en lo que ha prometido, agradeciendo Su obra, creciendo en conocerlo y dependiendo cada día más en Él.
Escribirlo no es fácil porque hay una incapacidad de encontrar las palabras suficientes, pero arde en mi corazón el deseo de que tú y yo profundicemos en vivir gozosas en el Señor, lejos del temor o haciéndole frente cuando quiere atentar contra nosotras. Confiando en la transformación prometida y que ya está sucediendo en nuestras mentes y corazones si hemos puesto en Él nuestra confianza.
Agradezcamos la libertad de la condición de cautiverio de la que fuimos rescatadas, vida espiritual gracias a la bondad y misericordia de nuestro Dios, nuestras vidas siendo santificadas. ¡Gloria a Dios que nos permite experimentar estas misericordias! Ir caminando y madurando en fe, regocijo y con gratitud aflorando en nuestro corazón porque el corazón agradecido experimenta gozo.
En estos días que celebramos Su venida, recordemos y meditemos también en Su regreso, caminemos esta vida sabiendo que somos peregrinas y recordemos a nuestra alma todas Sus bondades. Atesoremos todo esto para que el día que lo veamos cara a cara podamos adorarlo eternamente. Estas son algunas cosas que experimentamos en gozo y que nos llevan a vivir en obediencia y alabanza. El gozo es más profundo que una alegría pasajera, tiene la mira en una perspectiva eterna y está anclada la esperanza de un Dios que cumple Sus promesas.
Qué bueno sería poder día a día sentir este gozo, pero podemos ver en la belleza de la Palabra de Dios un ejemplo que muchas veces ha sido un consuelo para mí y un motivo de oración. David en el Salmo 51:12 clama, «vuélveme el gozo de tu salvación». ¡Que hermoso poder leer al salmista quien tenía un corazón conforme al corazón de Dios humillándose, reconociendo que necesitaba el gozo del Señor que en ese momento no poseía, pero se humilla y va delante de Aquel que sí podía restaurarlo!
● Anhelemos, como lo hizo David, un gozo genuino experimentado únicamente en una íntima relación con el Señor.
● Recordemos a nuestra alma en momentos de aflicción, que el Señor nos ayuda. Volvamos nuestra mirada a Él sabiendo que puede restaurarnos y permitirnos experimentar el gozo que necesitamos para regocijarnos en Su presencia.
● Sea para nosotras la suficiencia de Cristo un motivo de gozo esperando Sus promesas sostenidas en fe. Caminando día a día ancladas firmes en la fe, sabiendo que en Él está nuestro deleite.
Nuestra alma necesita deleitarse, y no en cosas pasajeras. Así que busquemos al Señor porque es lo que necesitamos primordialmente y experimentaremos el gozo que solo en Él podemos encontrar.
María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.