Por Angélica Rivera
Piensa en un águila acostumbrada a volar en las alturas. Si le cortas las alas, se sentirá insatisfecha al no volar de la manera que le corresponde a su especie. Nosotras somos como esa águila, creadas para la gloria de Dios. Andar por debajo de este ideal nos hará sentir insatisfechas.
Vivir para la gloria de Dios es un término tan mencionado que pudiéramos usarlo sin saber a ciencia cierta lo que significa. En pocas palabras, vivir para Su gloria es arder en pasión por Él. Es una vida que no busca sus propios intereses, sino la expansión del reino de Dios sin importar el costo. Es una persona devota, entregada y rendida ante Su señorío. Una vida que se deleita en la persona de Su salvador, procurando únicamente Su alabanza y adoración. Es decir, que busca mostrar con sus acciones los atributos de Dios, proclamando lo valioso y digno que Él es.
Entonces, con esta base, podríamos decir que una juventud para la gloria de Dios es aquella que no se conforma al sistema de valores de este mundo (Rom. 12:2), sino que vive como una extranjera proveniente de una “patria celestial” (Heb. 11:16). Su misión es usar la energía, las oportunidades y el empuje que trae consigo la juventud para amar a Dios y darle a conocer en todo lugar. Una joven que brilla en medio de la oscuridad por el poder de Dios. Una joven que cree, atesora y vive la revelación de Dios en Su Palabra.
Mientras más parecida sea tu vida a la de Dios, mejor reflejas Su gloria. El resultado será un corazón lleno de satisfacción y gratitud, ya que experimentará la plenitud que viene de cumplir el propósito por el cual fuimos creadas. Por el contrario, si amas más a las redes sociales que a Dios y Su Palabra, no puedes vivir para Su gloria. No puedes amar más tu carrera o profesión, a un novio, tu belleza y comodidad, los placeres sexuales, el dinero o cualquier otra cosa, y querer vivir para la gloria de Dios. No puedes vivir en pecado y glorificarle.
Con frecuencia hemos sido engañadas al conformarnos con vidas mediocres, que no alcanzan su propósito divino y cuyo resultado es una joven que, proclamando ser cristiana, vive sin sentido, deprimida e insatisfecha. Esto avergüenza el Evangelio y opaca la gloria de Dios. El llamado de tu Padre es: “No permitas que nadie menosprecie tu juventud, sino sé ejemplo de los creyentes en palabra, conducta, amor, fe y pureza.” (1 Tim. 4:12)
Jóvenes que viven para la gloria de Dios son jóvenes dignas de imitar, que están dispuestas a dar su vida antes que ceder a las tentaciones y placeres de este mundo. Que hacen compromisos serios de vivir conforme al estándar establecido en la Palabra de Dios y se caracterizan por el amor sincero a Dios y a su prójimo. Ellas tienen una fe inquebrantable que cumplen los deseos de Dios porque le conocen y han sido asombradas por Su grandeza y majestad, llegando a presentar sus cuerpos como sacrificio vivo para Dios (Rom. 12:1).
Esa es la generación de jóvenes que Dios anhela y Su iglesia necesita. Sin embargo, la realidad es que muchas viven sin rumbo, buscando llenar en otras fuentes el vacío que solo Dios sacia. Las Escrituras afirman que todo fue creado por y para Él (Col 1:16, Rom. 11:36), por tanto, Él es el único digno de adoración. Aunque algunos podrían preguntarse si Dios sería egoísta al querer toda la gloria, la realidad es que lo egoísta sería vivir para nuestra gloria, cuando Él fue quien hizo todo, quien nos creó, quien nos amó primero al dar a Su hijo por nuestra salvación. Cuando vivimos para Su gloria nosotras seremos las bendecidas ya que, el Dios que nos ama y sabe lo que nos conviene, nos pide que vivamos para Él, sabiendo que ese será nuestro mayor bien.
Consejos prácticos para que puedas vivir para Él:
- Teme a Dios con todo tu corazón.
- Disciplínate para la piedad.
- Obedece la Palabra de Dios.
- No dejes de congregarte y de participar de la vida de iglesia.
- Huye de las pasiones juveniles.
- Sé trabajadora, diligente, proactiva, da la excelencia en todo lo que hagas, usa bien el tiempo que se te ha otorgado.
- Sé humilde.
Recuerda que esta etapa de la juventud es pasajera. Tu belleza, lozanía y fuerza no será para siempre. Disfruta los días de tu juventud, dejando que la luz de Cristo brille a través de ti. Vive únicamente para alabar y exaltar Su nombre.
Angélica Rivera es diaconisa en la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana, es graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute, está casada con el pastor Joel Pena, encargado del ministerio de Vida Joven de su iglesia donde Angélica sirve junto a su esposo, y tienen dos hijos, Samuel y Abigail.