Por Angélica Rivera
Cuando perdimos nuestro primogénito, pude ser empática con muchas madres que habían pasado por pérdidas, podía identificarme con su dolor.
Muchas madres comparten su experiencia, otras siguen adelante y nadie sabe su historia, pero la pérdida de un hijo, es una marca que no se puede olvidar.
Quise entrevistar a dos madres que al igual que yo, atravesaron por la dura prueba de ver morir a sus bebés. Aquí te comparto sus palabras para que seamos edificadas con su testimonio.
“Hoy puedo dar gracias a nuestro Dios por haberme elegido y entretejer ese bebé, maravillosamente en mi vientre. He aprendido a vivir con la pérdida, imaginando que una parte de mi cuerpo ha sido quitada, pero teniendo la esperanza en mi Señor de que un día nos volveremos a ver y a disfrutar de la presencia de nuestro Dios, donde ya no habrá más lágrimas, ni dolor, porque todo será hecho nuevo. Doy gracias a Dios porque en medio de esta prueba pude profundizar en Su soberanía y entender aún más que nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place, no está sujetó a nadie ni es influido por nadie. Dios obra siempre y únicamente conforme a Su buena voluntad. Nadie puede frustrar ni detener Sus propósitos.
Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré. Isaías 46:10
Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” Daniel 4:35
Nuestro amado Padre no tiene rival en majestad, ni límites en su poder, ni nada fuera de Sí mismo que lo pueda afectar.”
Michelle de Veloz
“Entré en una profunda comunión con Dios, al pasar por la experiencia de perder a mi hija amada. En el dolor, conocí a Dios como mi torre fuerte, mi pronto auxilio, mi socorro y en la soledad mi compañero fiel, mi consolador, mi fortaleza y a quien puedo acudir en cualquier momento. Su oído siempre está presto, para escuchar cualquiera que sea la situación que esté viviendo. Enfoco mi mirada en lo eterno y reconozco que los anhelos temporales de este mundo, no se comparan jamás a lo que Dios tiene preparado para los que le aman”.
Grace González
Damos gracias a Dios porque Su Palabra nos sostiene en todo tiempo, ciertamente somos muy frágiles y no tenemos el control total, pero Su gracia es suficiente para cada día.
A través de esta prueba, hemos podido consolar a otros, con la misma consolación que hemos recibido y hemos conocido más a Dios y Su carácter.
Nuestra pérdida no fue un error, no se le escapó de las manos al Dios soberano, que sostiene el universo en la palma de Sus manos, quizás no pueda entender del todo el por qué, pero no estoy llamada a entender a Dios, si no a confiar en Él.
Él es suficiente, pensamos que necesitamos un esposo para ser feliz, un hijo, vivir en otro lugar, tener más ingresos, una mejor casa, salud, belleza, servicio a Dios, y una lista interminable, pero Él es suficiente.
Cuando buscamos llenura en cualquier cosa que no sea Dios, quedamos vacías, ya que solo Dios satisface.
Cada hijo que ha muerto, “antes de tiempo”, a nuestro entender, tuvo una vida completa, porque vivió los días que Dios había planificado para él. (Salmos 139:16)
Nuestros hijos son préstamos de Dios y Él decide cuándo darlos o quitarlos.
¿Cómo vivir después de una pérdida?
Aprender a vivir con ello, no como si no hubiera pasado nada, vive tu duelo.
Se vale llorar, porque el dolor es intenso, pero lloremos con esperanza.
Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 1 Tesalonicenses 4:13
Nosotros sabemos que la vida no termina cuando morimos, es el comienzo de la vida plena, junto a nuestro Dios.
Los días que siguen a nuestra pérdida, son como una montaña rusa en cuanto a nuestras emociones, hay momentos que nos sentimos fuertes y al poco rato con una tristeza inexplicable, pero es en esos momentos cuando debemos correr a los pies de nuestro buen Dios que nos ama y entiende, porque también vio a Su Hijo morir en la cruz.
Quizás te sientas decepcionada de Dios, por haber permitido esta prueba tan dura, pero recuerda que Él es Bueno y Sus planes son de bien para aquellos que le aman. (Romanos 8:28)
Corre a Cristo, clama por ayuda, Él no te abandonará.
Quizás creas que de esta no te recuperarás, pero Dios es experto en sanar las heridas del alma.
No te aísles, busca el apoyo de amigos de la fe, que caminen contigo, y oren por ti.
Aprende a depender de la gracia de Dios, un día a la vez.
Satura tus pensamientos con la Palabra, medita de día y noche en Su ley, de tal manera que puedas ver esta prueba por encima del sol y recuerda sus promesas.
Que Dios nos ayude a honrarle en todo tiempo, porque para esto vivimos, para Su gloria.
Oro para que Dios te abrace de una manera especial y te permita sentir Su amor, en medio de tu pérdida y dolor.
Angélica Rivera de Peña es diaconisa en la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana, es graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute, está casada con el pastor Joel Pena, encargado del ministerio de Vida Joven de su iglesia donde Angélica sirve junto a su esposo, y tienen dos hijos, Samuel y Abigail.
Gracias por escribir acerca de la pérdida de un hijo, Dios la Bendiga; tuve un hijo, murió a los 20 años. Mi única hijo, no tuve esposo, y tiene 17 años que partió, 7 años apenas que recibo la Bendita Palabra de DIOS.