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[Un verdadero impacto en la cosmovisión secular]

Laura González de Chávez

Todas las ideas tienen consecuencias, y como siempre que se desvirtúa la verdad todo se desmorona, este movimiento feminista nos ha llevado más allá de donde tenía la intención original de llevarnos. Ahora no solo hablamos de la igualdad de géneros, sino de la inversión de géneros, de la fluidez de géneros; esto es, que el género de una persona puede variar a través del tiempo. 

Una persona puede ser identificada en algún punto de su vida como varón, en otro momento como mujer y en otro momento como una combinación de estas identidades. Una identidad de género fluido puede sentir que es tanto mujer como hombre (su distinción no tiene nada que ver con sus genitales ni con su orientación sexual). Puede sentir que es mujer un día y varón otro día y manifestarse como tal.

Todas tenemos una cosmovisión de vida. Somos el producto de nuestra teología o cosmovisión. Una vez que nos desviamos de la verdad, las posibilidades son ilimitadas. Las ideas tienen consecuencias y hemos adoptado ideas egoístas, humanistas, abominables, relativistas de la vida, producto de vivir en este mundo caído. Esta es la cosmovisión prevalente en nuestra generación.

Muchas mujeres de esta generación respiran esta ideología como parte de su cotidianidad y la abrazan sin cuestionarla. Las jóvenes que nacieron durante la década de 1980 y en adelante, realmente no conocen otra cosa que lo que se respira en el ambiente cultural. 

La ideología del feminismo ha echado raíz al punto de estar totalmente integrada al pensamiento colectivo de la sociedad. Como el pez en el agua, nuestras jóvenes no conciben otra forma de vivir. La ideología está incorporada a nuestra «psiquis social colectiva».

Las consecuencias han sido desgarradoras: altas tasas de divorcio, hogares rotos, aumento en la cohabitación, desvalorización de la dignidad de la mujer, hijos fuera del vínculo matrimonial, familias monoparentales, niños que se crían sin la presencia de los padres en el hogar, aumentos de abortos, pornografía, homosexualidad, aumento en las enfermedades de transmisión sexual, entre otras cosas, que provocan una acelerada desintegración moral y familiar, y confusión de géneros.

Definitivamente, el feminismo no es el único responsable de la condición moral de la sociedad y las familias, pero en el caso específico de la mujer juega un papel crucial en la manera como ella se percibe y se autodefine, de una forma que va en total oposición al diseño de su Creador, así como a la función que Él le otorgó en la creación y en la sociedad, función que la mujer ha abandonado.

Lo más lamentable es que después del paso de estos años vemos más y más mujeres frustradas, cansadas y decepcionadas. Como bien dice Nancy DeMoss Wolgemuth: «La mujer mordió la manzana y se llenó la boca de gusanos». Las promesas ofrecidas por el feminismo nunca se materializaron. La agenda feminista vino como ladrón para matar y destruir (Juan 10:10). Ha dejado una secuela de relaciones disfuncionales, personas confundidas y familias rotas.

Un fragmento del libro Mujer verdadera (B&H Español)

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