[Enfrentado los desafíos y el costo del llamado]
Will Banister
Esa zarza ardiente pudo haber sido una maravillosa aparición divina, pero marcó una etapa muy difícil para Moisés: Aproximadamente 40 años de verse obligado a pastorear a los israelitas que se quejaban constantemente en el desierto, y esto sucedió cuando ya había pasado la edad para jubilarse. En lugar de tener un condominio al lado del mar, a Moisés le tocó la inhóspita tierra del Sinaí.
Jeremías también tuvo una visión de Dios. Él vio la rama de un almendro y una olla hirviendo con la ira de Dios. Y él, como Moisés, tuvo una vida difícil. Fue castigado y criticado. Su ministerio de advertencias, literalmente se quedó atascado en el lodo.
Otros ejemplos de encargos significativos y experiencias difíciles abundan en las Escrituras: La huella difícil y solitaria de Abraham hacia el Monte Moriah, el prolongado encarcelamiento de José y la huida de Eliseo con poca comida y agua. La verdad es que caminar en la dirección que Dios indica, rara vez es fácil.
Un salto con un duro aterrizaje
Krista Bergstrom nos relata el haber tomado lo que, para ella, más que un paso, fue un salto de fe que le costó la seguridad y el confort. En agosto del 2006, Bergstrom dejó un buen trabajo como maestra de cuarto grado en una academia cristiana privada y se mudó por un año a la República Democrática del Congo, en el centro de África. Mientras estaba ahí, trabajó con una iglesia local enseñando en la Escuela Bíblica de Vacaciones, organizando campamentos, y compartiendo el amor de Cristo con los huérfanos. Y, por supuesto, abundaron los desafíos y las barreras.
“No les voy a decir que fue fácil, pero era lo que Dios me pidió que hiciera”, dijo Bergstrom. “Aún con la falta de electricidad y agua, el calor insoportable, cuatro mudanzas, el tráfico congestionado y teniendo que aprender un nuevo idioma, no cambiaría esa experiencia por nada. No hay experiencia más hermosa que estar en el centro de la voluntad de Dios”.
Casi nunca se ve el destino final desde el punto de partida
Cuando Dios nos plantea un gran desafío, casi siempre solo revela el primer paso, ofreciendo lo que necesitamos saber, al igual que a los israelitas en el desierto, solo les entregó una porción diaria de maná. Bergstrom nos advierte que la preparación con frecuencia puede llegar a ser una excusa para la inactividad.
“Muchos aspectos de nuestra vida diaria los planificamos minuto a minuto”, nos explica. “Queremos saber todo lo que va a suceder para estar totalmente preparados. Sin embargo, esperar a estar preparados puede causar que nos quedemos parados en un punto muerto y desobedezcamos el mandato Bíblico de ir”.
Rob Browne también sabe lo que es dar un paso de fe en obediencia a Dios. Como Director de Ministerios Rusos para Campamentos Juveniles Mundiales, una organización cuya meta es plantar “la semilla de Cristo en los corazones de niños de toda lengua, tribu y nación”, Browne y su esposa, Traci, dejaron el confort de los Estados Unidos para trabajar con huérfanos en Novosibirsk, Rusia, por más de 10 años.
La pareja estableció campamentos y supervisó ministerios para los huérfanos a pesar de los vientos cortantes de Siberia, las temperaturas bajo cero y el desafío diario de predicar a Jesucristo en un país poscomunista donde abunda el ateísmo. Browne sabe por experiencia propia que seguir la dirección que Dios indica no siempre ofrece resultados inmediatos.
“Por paradójico que parezca, probablemente no veré en mi vida los resultados de esta labor gozosa”, admite él. “Pero aún más paradójico, es el hecho de que estoy totalmente en paz con esa idea”.
Mensajes en voz baja
Es fácil llegar a pensar que a los santos de las Escrituras Dios les hablaba en una forma que no nos habla a nosotros. Sin embargo, Bergstrom y Browne son testimonios vivos de que Dios todavía habla, llamando a sus hijos para que se atrevan a dar pasos de fe, ya sea cerca o lejos.
Ni Bergstrom ni Browne vieron carteles de neón ni zarzas ardientes que les comunicaran en forma dramática lo que debían hacer. Más bien, ambos estaban experimentando una profunda relación con Jesucristo, y fue así que por ese amor desbordante decidieron responder con amor obediente.
Bergstrom se hace eco de esta idea enfatizando la necesidad que hay de pasar tiempo con Dios, mucho tiempo con Él, porque sólo entonces nos hacemos sensibles al llamado que Él tiene para cada una de nuestras vidas: “Con frecuencia es una voz tenue, suave, la que nos anima a hacer algo para el Señor. Dedicar tiempo para estar quietos ante nuestro Señor nos ayudará a ser más sensibles al susurro de su Espíritu Santo”.
Will Banister es escritor y vive en St. Paul Minn. Tiene una Maestría en Artes en Pensamiento Cristiano del Seminario Bethel