Y aún más, yo estimo como pérdida todas las cosas en
vista del incomparable valor de conocer a Cristo Jesús,
mi Señor, por quien lo he perdido todo… —LBLA
FILIPENSES 3:8
El famoso pintor británico John Ruskin hizo todo por convencer a Lilias Trotter de continuar con su vida artística. Veía en ella el talento de alguien que podía transformar el arte. Pero en sus veintes, Lilias tomó una decisión. Dejó el arte y su país por ser una misionera.
Viajó al norte de África y trabajó en Argelia durante el resto de su vida. Resultó una tarea desgastante, pues el Islam no permitía ver muchos convertidos, y ella y sus compañeras fueron perseguidas. La enfermedad y la debilidad por el calor también le afectaron, pero Lilias Trotter jamás miró hacia atrás.
¿Cómo hubiera sido su vida de no haber escuchado el llamado de Dios? Quizá habría decorado una galería con sus cuadros. Tal vez se habría casado y tenido hijos. Lo cierto es que ella consideró su talento como pérdida con tal de conocer más a Jesús y compartirlo con las mujeres musulmanas que tanto necesitaban oír las buenas nuevas.
Lilias dejó muchos escritos. Su vida es de inspiración. Lo que para Ruskin fue un «desperdicio de talento», Dios los usó para Su gloria. No lo entendemos ahora; a primera vista parecería un «suicidio», pero como dijo Jim Elliot: «No es un tonto aquel que da lo que no puede retener con tal de ganar lo que no puede perder». (KOH)
No hay nada superior a conocer a Cristo.
Un devocional de Un año con Dios (B&H Español)