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No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro
entendimiento, para que comprobéis cuál sea la
buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
RO M A N O S 1 2 : 2

Al manejar hacia su pueblo natal, Gaby admitió que definitivamente estaba lidiando con emociones encontradas. Por una parte, era su casa, y no había ningún lugar como ese. Pero, por otro lado, ella se había ido por una razón. Los campos de algodón que parecerían hermosos para cualquier persona pasando por ese camino, simplemente parecían recuerdos de la vida ordinaria que había dejado atrás. Ella ahora vivía en la ciudad. Y en realidad no había razón alguna para estar en ese pueblo, a excepción de su familia.

Esta semana, sin embargo, era una de esas razones. Su abuela cumpliría 90 años, y la familia se reuniría a celebrar y pasar tiempo con los que se habían mudado a otros lugares.

Ahora, este pueblo era el tipo del lugar donde los supermercados se convertían en reuniones sociales; el pueblo organizaba festivales para cada estación y asistir a la iglesia no era negociable. Era un pueblo con tres semáforos, un cine que solamente tenía lugar para 100 personas y un pequeño restaurante con cinco elecciones en el menú. Para muchos visitantes, este pueblo podía parecer acogedor, agradable y pintoresco. Para Gaby, era terrible.

Ella se aferró a esta actitud incluso al estacionar en casa de su abuela. No pasó mucho tiempo antes de que los miembros de la familia salieran por la puerta principal y corrieran hasta su auto a saludarla. Al ser inundada de abrazos y besos, elevó su mirada para ver a su padre sentado con su abuela con una sonrisa cálida.

Solo fue cuestión de que su padre dijera: «¿Quieren ir al campo?» para ver sonrisas en sus rostros. Todos conocían «el campo». Era un campo de cultivo sin usar a unos ocho kilómetros de distancia. No se hacía mucho ahí, más que disfrutar de la vista. Verás, en este campo había una planicie que permitía a los espectadores disfrutar de la puesta del sol. Se había convertido en una tradición familiar de verano subirse en las camionetas y manejar unos pocos kilómetros hacia el campo para observar esos atardeceres majestuosos.

Para Gaby, sin embargo, no se trataba tanto del campo, sino más bien del recorrido. Aunque parecía un poco desanimada por la idea, ella se subió en la parte trasera de la camioneta de su padre, dejando al viento llevar su cabello hacia arriba y hacia abajo. Después de unos minutos en la carretera, su familia suspiró aliviada al escuchar esa risa tan característica que parecía haber desaparecido.

Al igual que Gaby, mientras más tiempo estemos lejos de nuestro Padre celestial, más fácil será olvidar el gozo que viene de nuestro tiempo con Él. Invierte tiempo con Él. Recuerda los momentos que trajeron gozo. Podrías sorprenderte de los resultados.

SEÑOR, RECUÉRDAME LA FALTA DE GOZO
QUE EXPERIMENTO POR MI NEGLIGENCIA E
INCLUSO MI EGOÍSMO. RECUÉRDAME QUIÉN
ERES TÚ Y RECUÉRDAME EL GOZO QUE TENGO
EN MI IDENTIDAD CONTIGO. AMÉN.

Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

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