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¿Has escuchado hablar de las 5 solas?

 Se llama así a cinco frases en latín (Sola Scriptura, Solus Christus, Sola Gratia, Sola Fide, Soli Deo Gloria) Ellas, resumen las columnas que sostienen nuestra relación con Dios, pilares esenciales para la vida cristiana. Condensan las verdades no negociables del evangelio.  Podemos verlas a lo largo de las Escrituras plasmadas una y otra vez.

Martín Lutero en el año de 1517 clavó en la puerta de la iglesia de Wittenberg sus 95 tesis, esto dio paso a la mencionada Reforma protestante, luego en el siglo XVI Juan Calvino las enumeró dándole este nombre de 5 Solas, que al traducir del latín las palabras Sola y Solus significa: solo y solamente. 

En este primer artículo hablaremos de Sola Escritura, recordemos que en esta época no había acceso a las Escrituras de manera personal, sino era un “derecho” únicamente para los líderes religiosos, que hacían el papel de intermediarios. Ellos la leían, estudiaban, interpretaban a su manera y de allí el pueblo era enseñado. 

Hubo un deseo profundo por parte de quienes hicieron posible la Reforma de que cada persona tuviera acceso a las Escrituras. Esto fue acompañado de un alto costo exponiendo sus vidas, se dedicaron desde la traducción, alfabetización, imprenta hasta la distribución y enseñanza de la Palabra de Dios plasmada en las Escrituras. Escribir o leer esta parte de la historia es fácil, pero como alguna vez escuché decir a mi pastor durante el mensaje, “estamos parados sobre hombros de gigantes que fueron capaces de exponer sus vidas, derramar lágrimas y padecer persecución para que tuviéramos la libertad de ser bendecidos de poder leer y tener una íntima exposición a la verdad y poder de esta manera llegar a ser maduros espiritualmente. Dieron de gracia lo que de gracia recibieron.”

Sola Escritura, reconoce la Palabra de Dios como la máxima autoridad en la vida de los creyentes, determinando lo que creemos y la manera que vivimos. Reconociendo su suficiencia para poder caminar en este lado de la eternidad conforme a la voluntad de Dios.

Dejemos que la misma Escritura hable a nuestro corazón lo que Ella es y permite:

Santiago 1:18 “En el ejercicio de su voluntad, Él nos hizo nacer por la palabra de verdad, para que fuéramos las primicias de sus criaturas”.

Santiago 1:21 dice: “Por lo cual, desechando toda inmundicia y todo resto de malicia, recibid con humildad la palabra implantada, que es poderosa para salvar vuestras almas”.

2 Timoteo 3.16-17 “Toda Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para reprender, para corregir, para instruir en justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto, equipado para toda buena obra”.

Hebreos 4:12 “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos; penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón”.

¿Observa cómo Ella se define a Ella misma? Es la Palabra de Dios quien creó todas las cosas, y las sostiene, es la que nos despierta, alumbra, alimenta y consuela. Me impacta como Cristo mismo cita las Escrituras, por ejemplo, durante la tentación en el desierto, o en Lucas 4:16-21 se pone de pie en la sinagoga y lee al profeta Isaías 61:1-2 te invito a que leas este pasaje. Es hermoso ver como Jesús muestra que Él mismo es el cumplimiento de la profecía, y cita durante Su ministerio muchas veces las Escrituras. Puedes comprobar la alta estima del Señor por Su Palabra si vas a Juan 17:17 El Señor ya no está con las multitudes, el tiempo está por cumplirse, está con sus discípulos, sigue enseñándoles, preparándolos, lee como Jesucristo ora al padre “Santifícalos en la verdad; Tú palabra es verdad”.

Dios inspiró por medio de Su Espíritu a hombres para poder tomar la Escritura en nuestras manos. Debemos deleitarnos, regocijarnos al leerla, meditarla, atesorarla en nuestro corazón y compartirla con otros. Tenemos el privilegio de conocerla, tenla en alta estima. ¡Qué nuestra alma anhele practicarla! No nos conformemos con menos, porque es la verdad, no hay error en Ella, y sostendrá nuestra íntima relación con el Señor, determina lo que creemos y a quién pertenecemos. Si ya te deleitas en Ella persevera. Si aún no la conoces o has dejado de leerla no demores más, ve y deléitate. Cuando el corazón y mente quieran buscar en otro lugar su seguridad, que el profundo conocimiento de la Escritura te recuerde que solo en Cristo hay salvación, que solo en Él hay esperanza. Congrégate en una iglesia donde se predique fielmente la Palabra de Dios para que puedas en tu caminar y proceso de santificación, dar fruto para Su gloria. Que como el Salmo 130:5-7 podamos decir “Espero en el Señor; en Él espera mi alma, en su Palabra tengo mi esperanza”.

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

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