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Hijos

Enseñando a nuestros hijos la gratitud

November 16, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana de Benítez

Julia nació una fresca tarde de marzo. Cuando el doctor la puso en mi regazo conté los deditos de sus manos. Tres años más tarde, ella aprendió a contar del uno al diez usando sus deditos. Enumeraba todo a su alrededor, inclusive aquellas cosas a las que yo no les prestaba mucha atención: las rosas del jardín, las velas del pastel y sus pasos al caminar.  

El registro contable de mi hija me hizo notar mi ingratitud, pues todas las cosas que disfrutamos —y pasamos por alto— vienen de la mano de Dios. Cuando el salmista meditó en las bondades del Dador exclamó, «Muchas son, SEÑOR, Dios mío, las maravillas que tú has hecho, y muchos tus designios para con nosotros; nadie hay que se compare contigo; si los anunciara, y hablara de ellos, no podrían ser enumerados» (Sal. 40:5, NBLA).  

Los diez dedos de nuestras manos no son suficientes para sumar las misericordias del Señor. Si quisiéramos contarlas, serían más que la arena. Sin embargo, Dios lleva la cuenta exacta de cada una de nuestras lágrimas (Sal. 56:8), «aun los cabellos de [nuestras] cabeza están todos contados…» (Luc. 12:7).  

Enseña a tus hijos a contar Sus dádivas y agradecer al Dador 

Dios ama contar y quiere que nosotros también contemos. Cuando Abram rogó por un hijo, «El Señor lo llevó fuera, y le dijo: “Ahora mira al cielo y cuenta las estrellas, si te es posible contarlas”. Y añadió: “Así será tu descendencia”. Y Abram creyó en el Señor, y Él se lo reconoció por justicia» (Gén. 15:5-6).  

Nuestros niños y jóvenes pueden aprender a agradecer y a confiar en el Señor si les enseñamos a enumerar Sus dádivas. Ellos deben saber que sus padres, hermanos, abuelos, maestros, amigos, mascotas, juguetes y hasta el rico helado de chocolate, son regalos que provienen de Dios (Sant. 1:17).  

Dios es la fuente de donde brotan todas las cosas. Él es quien nos da la vida, la salud, los talentos y las habilidades. Nuestra acción de gracias debe comenzar y terminar en Dios. Una vida centrada en el Señor produce frutos de alabanza. 

Enseña a tus hijos que Cristo es la mejor Dádiva que concede el Dador 

Los regalos son geniales, y a nuestros hijos les encanta recibirlos, pero ninguno de ellos se compara con la maravillosa gracia de conocer al único Dios verdadero, y a Su Hijo Jesucristo, el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo (Juan 1:29; 17:3).  

El apóstol Pablo le dijo a Timoteo, quien había aprendido las Sagradas Escrituras desde la niñez, que vendrían tiempos difíciles donde las familias se dividirían debido a, «hombres amadores de sí mismos, avaros, vanagloriosos, soberbios, blasfemos, desobedientes a los padres, ingratos…» (2 Tim. 3:2, énfasis añadido).  

La destrucción de muchos hogares es la ingratitud. Los padres ingratos crían hijos egoístas que buscan su propio beneficio (Prov. 18.1). Para evitar que nuestros hijos se rebelen contra toda justicia y se vuelvan orgullosos y desagradecidos, debemos enseñarles que el regalo más valioso que pueden recibir es el perdón de sus pecados a través de Cristo. Por eso necesitan estar expuestos día y noche a la Palabra de Dios; solo así podrán recibir la fe que salva.  

Enseña a tus hijos a amar más al Dador que a Sus dádivas 

Nuestros hijos aprenden de lo que les decimos, pero más de lo que nos ven hacer. De nada sirve que les hablemos de las riquezas inescrutables de Cristo y de Su gracia inmerecida si no nos ven obedecer Sus mandamientos y hacer lo que a Él le agrada. Ellos necesitan observar dentro de su propia casa lo que significa ser un verdadero cristiano. Si la Biblia ordena que nos regocijemos siempre, entonces nuestros hijos deben vernos contentas en el Señor en cualquier circunstancia (Fil. 4:4). Así se darán cuenta que nuestro gozo no proviene de la abundancia de bienes o de una vida libre de problemas, sino de Cristo.  

Cuando el joven rico preguntó al Maestro, «¿qué haré para heredar la vida eterna? […] Jesús, mirándolo, lo amó y le dijo: “Una cosa te falta: ve y vende cuanto tienes y da a los pobres, y tendrás tesoro en el cielo; entonces vienes y me sigues”. Pero él, afligido por estas palabras, se fue triste, porque era dueño de muchos bienes» (Mar. 10:17; 21-22, NBLA). ¿Estarían tus hijos dispuestos a vender todos sus bienes materiales para obtener los tesoros celestiales? De eso trata el evangelio, de que tú y yo vivamos en obediencia a la Palabra de Dios, de manera que nuestros niños y jóvenes puedan mirar a Jesús como el tesoro escondido por el que estarían felizmente dispuestos a vender todo lo que poseen para seguirlo. 

Jesucristo es el tesoro de Dios para los creyentes.  
Él es tanto la Dádiva como el Dador.


Liliana González de Benítez es periodista y escritora cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

¿Es bueno el orgullo por los hijos?

May 19, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Yicell Ortiz

Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Salmos 127:3 (NTV)

Nuestros hijos son un regalo de Dios, por lo que ellos van a necesitar madres amorosas, dedicadas y entregadas a ellos incondicionalmente.

Por sobre todas las cosas el amor, el cuidado, su educación integral, acompañados de una crianza centrada en el evangelio, es lo que Dios desea de nosotras, sus madres.

Todo lo anterior conlleva muchas responsabilidades.

¿Sabes que nuestros hijos aprenden observando lo que hacemos y escuchando lo que decimos?

Nuestro trato hacia ellos y lo que decimos de ellos es sumamente importante, esto tiene mucho significado. Cada cosa que escuchen o vean los motivará o los entristecerá.

Resaltar las fortalezas de nuestros hijos, sus buenas acciones y sus logros es clave. Le corresponde a cada madre.

En torno a este tema, hay tres puntos importantes: 

  1. Como madres cristianas, ¿qué hay del orgullo que podemos sentir por nuestros hijos?

El orgullo que las madres sentimos por nuestros hijos, normalmente se debe a sus logros en cualquier etapa de sus vidas, desde que inician su aprendizaje y desarrollo. Por ejemplo, sentimos orgullo por nuestros hijos cuando aprenden a caminar, cuando aprenden a comer solos y cuando van el primer día a la escuela, etc.

En 2 de Corintios 7:4 NBLA, por ejemplo, leemos a Pablo sintiendo orgullo por los miembros de la iglesia, por cómo lo alentaron haciéndole feliz aún en medio de la dificultad y por eso Pablo les decía que estaban en su corazón por siempre:

Mucha es mi confianza en ustedes. Tengo mucho orgullo de ustedes. Lleno estoy de consuelo y sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción.

Es bueno que sepamos que este orgullo que hace mención Pablo, no es el que Dios rechaza en otras partes de la Biblia, al cual se refiere a la “altivez”, la “soberbia”, entre otros. Este orgullo pecaminoso es altanero, lo opuesto a la humildad que Dios busca en nosotras.

En cambio el orgullo al que se refiere Pablo, que no es el mismo término del anterior, es traducido como una forma de “gloriarse, alegrarse mucho por algo”. Definitivamente no es lo mismo que seamos personas altaneras o soberbias.

2. Nuestros hijos lo necesitan. 

Este orgullo que sentimos por nuestros hijos debe ser el mismo que leemos de Pablo. Por ejemplo, podemos sentir orgullo por sus logros por más sencillos que sean, los avances en sus vidas camino hacia su madurez e independencia y sus talentos.

Sentir orgullo por ellos en algún momento de sus vidas puede resultar de bien para ellos. Esto es importante, ya que pueden sentirse felices y los ayuda cuando más lo necesiten.

Las madres jugamos un papel importante en la vida de nuestros hijos. No olvidemos hablarles de cuánto los amamos, y los apoyamos y sobre todo que ellos crean nuestras palabras.

Querida mamá, hay tres maneras de mostrar el orgullo que sentimos por nuestros hijos de manera adecuada, por ejemplo:

a. Elogiemos el proceso de lo que están haciendo más que el resultado.

b. Demostremos mucho aprecio por sus habilidades.

c. Celebremos con entusiasmo cuánto ellos se han superado.

d. En medio del gozo y la alegría, no olvidemos mostrar el evangelio y la Palabra de Dios.

Recordemos, el orgullo y la confianza que les mostremos les ayudará en su aprendizaje y desarrollo.

3. Cuidemos sus corazones y el nuestro del orgullo pecaminoso. 

El orgullo pecaminoso puede llevarnos a idolatrar a nuestros hijos, a hacer alarde de sus capacidades frente a otros como si nosotras mereciéramos la gloria por sus logros. Si esa es la intención de nuestro corazón cada vez que publicamos sus fotos en las redes sociales debemos arrepentirnos ante Dios. Él es el único que merece la gloria. 

El orgullo pecaminoso también puede tocar los corazones de nuestros hijos cuando destacamos siempre sus fortalezas pero nunca les ayudamos o les disciplinamos cuando pecan. Pidámosle a Dios que nos ayude a alegrarnos por sus logros pero también a ser firmes a la hora de disciplinarlos. 

En medio de todo nuestro gran amor, no olvidemos los corazones de nuestros hijos. Ellos necesitan ser instruidos en todo el consejo de la Palabra de Dios. Mostrándoles siempre su necesidad de Jesús; pues sus corazones son pecaminosos que necesitan regeneración y guía. Además deben darle la gloria a Dios de todos sus logros.

Madre, oremos por nuestros hijos, también oremos por nosotras. Y demos gracias a Dios por ellos, pues son un regalo, el cual nos urge cuidar, encaminar y valorar.

Yicell de Ortiz dirige el blog mujeryvida.net en donde tiene como propósito encaminar a las mujeres a Jesucristo y que ellas tengan vidas, matrimonios y familias fundamentadas en Él, proveyéndoles recursos bíblicos diversos y compartiendo también en las redes sociales. Es esposa y madre. Es miembro junto a su familia, de la Iglesia Bautista Internacional (IBI), en donde juntos colaboran en el ministerio de jóvenes Adultos M-AQUI.

La pérdida de un hijo

May 12, 2021 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Angélica Rivera

Cuando perdimos nuestro primogénito, pude ser empática con muchas madres que habían pasado por pérdidas, podía identificarme con su dolor.

Muchas madres comparten su experiencia, otras siguen adelante y nadie sabe su historia, pero la pérdida de un hijo, es una marca que no se puede olvidar.

Quise entrevistar a dos madres que al igual que yo, atravesaron por la dura prueba de ver morir a sus bebés. Aquí te comparto sus palabras para que seamos edificadas con su testimonio.

“Hoy puedo dar gracias a nuestro Dios por haberme elegido y entretejer ese bebé, maravillosamente en mi vientre. He aprendido a vivir con la pérdida, imaginando que una parte de mi cuerpo ha sido quitada, pero teniendo la esperanza en mi Señor de que un día nos volveremos a ver y a disfrutar de la presencia de nuestro Dios, donde ya no habrá más lágrimas, ni dolor, porque todo será hecho nuevo. Doy gracias a Dios porque en medio de esta prueba pude profundizar en Su soberanía y entender aún más que nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place, no está sujetó a nadie ni es influido por nadie. Dios obra siempre y únicamente conforme a Su buena voluntad. Nadie puede frustrar ni detener Sus propósitos. 

Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré. Isaías 46:10 

Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” Daniel 4:35

Nuestro amado Padre no tiene rival en majestad, ni límites en su poder, ni nada fuera de Sí mismo que lo pueda afectar.”

Michelle de Veloz

“Entré en una profunda comunión con Dios, al pasar por la experiencia de perder a mi hija amada. En el dolor, conocí a Dios como mi torre fuerte, mi pronto auxilio, mi socorro y en la soledad mi compañero fiel, mi consolador, mi fortaleza y a quien puedo acudir en cualquier momento. Su oído siempre está presto, para escuchar cualquiera que sea la situación que esté viviendo. Enfoco mi mirada en lo eterno y reconozco que los anhelos temporales de este mundo, no se comparan jamás a lo que Dios tiene preparado para los que le aman”.

Grace González

Damos gracias a Dios porque Su Palabra nos sostiene en todo tiempo, ciertamente somos muy frágiles y no tenemos el control total, pero Su gracia es suficiente para cada día.

A través de esta prueba, hemos podido consolar a otros, con la misma consolación que hemos recibido y hemos conocido más a Dios y Su carácter.

Nuestra pérdida no fue un error, no se le escapó de las manos al Dios soberano, que sostiene el universo en la palma de Sus manos, quizás no pueda entender del todo el por qué, pero no estoy llamada a entender a Dios, si no a confiar en Él.

Él es suficiente, pensamos que necesitamos un esposo para ser feliz, un hijo, vivir en otro lugar, tener más ingresos, una mejor casa, salud, belleza, servicio a Dios, y una lista interminable, pero Él es suficiente.

Cuando buscamos llenura en cualquier cosa que no sea Dios, quedamos vacías, ya que solo Dios satisface.

Cada hijo que ha muerto, “antes de tiempo”, a nuestro entender, tuvo una vida completa, porque vivió los días que Dios había planificado para él. (Salmos 139:16)

Nuestros hijos son préstamos de Dios y Él decide cuándo darlos o quitarlos.

¿Cómo vivir después de una pérdida?

Aprender a vivir con ello, no como si no hubiera pasado nada, vive tu duelo.

Se vale llorar, porque el dolor es intenso, pero lloremos con esperanza.

Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 1 Tesalonicenses 4:13

Nosotros sabemos que la vida no termina cuando morimos, es el comienzo de la vida plena, junto a nuestro Dios.

Los días que siguen a nuestra pérdida, son como una montaña rusa en cuanto a nuestras emociones, hay momentos que nos sentimos fuertes y al poco rato con una tristeza inexplicable, pero es en esos momentos cuando debemos correr a los pies de nuestro buen Dios que nos ama y entiende, porque también vio a Su Hijo morir en la cruz.

Quizás te sientas decepcionada de Dios, por haber permitido esta prueba tan dura, pero recuerda que Él es Bueno y Sus planes son de bien para aquellos que le aman. (Romanos 8:28)

Corre a Cristo, clama por ayuda, Él no te abandonará.

Quizás creas que de esta no te recuperarás, pero Dios es experto en sanar las heridas del alma.

No te aísles, busca el apoyo de amigos de la fe, que caminen contigo, y oren por ti.

Aprende a depender de la gracia de Dios, un día a la vez.

Satura tus pensamientos con la Palabra, medita de día y noche en Su ley, de tal manera que puedas ver esta prueba por encima del sol y recuerda sus promesas.

Que Dios nos ayude a honrarle en todo tiempo, porque para esto vivimos, para Su gloria.

Oro para que Dios te abrace de una manera especial y te permita sentir Su amor, en medio de tu pérdida y dolor.


Angélica Rivera de Peña es diaconisa en la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana,  es graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute, está casada con el pastor Joel Pena, encargado del ministerio de Vida Joven de su iglesia donde Angélica sirve junto a su esposo, y tienen dos hijos, Samuel y Abigail.

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