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Redes sociales

Las redes sociales como medio de gracia

June 29, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Wendy Bello

Si mal no recuerdo, fue en 2009 cuando por primera vez escuché hablar de Facebook. No sé ni cómo llegué hasta allí, pero sí que me pareció excelente que a través de lo que entonces era visto como un sitio web, pudiera volver a conectarme con amigos y familiares de quienes no había escuchado en mucho tiempo. Nos separaban kilómetros de distancia, pero gracias a este nuevo medio, ahora podíamos ver fotos, tener conversaciones y, en cierto modo, relacionarnos. Comenzaba la vida en las redes sociales. 

El término «redes sociales» con el significado que hoy conocemos, se escuchó por primera vez en 1997 cuando Ted Leonis –en aquel entonces ejecutivo de AOL– habló sobre la necesidad de brindar a los usuarios «redes sociales, lugares donde puedan entretenerse, comunicarse y participar en un entorno social». 

El diccionario Webster define redes sociales de esta manera: «formas de comunicación electrónica (como sitios web para redes sociales y microblogging) a través de las cuales los usuarios crean comunidades en línea para compartir información, ideas, mensajes personales y otro contenido (como videos)».  

La llegada de los teléfonos inteligentes con sus aplicaciones sin duda impulsó el avance y la popularidad de las redes sociales. Ahora pueden compartirse no solo fotos o videos previamente grabados, sino transmisiones en vivo de eventos públicos, momentos familiares, noticias en tiempo real y mucho más.  

Avancemos en la historia hasta el año que nos sorprendió a todos, 2020. En cuestión de unos pocos días el mundo quedó sumido en aislamiento. Se cerraron no solo las fronteras de los países sino también las escuelas, los centros comerciales, los lugares de trabajo, los cines, teatros, y también los lugares de reunión pública como las iglesias. Nos vimos recluidos y preguntándonos cómo funcionaría la vida cuando la interacción personal quedaba limitada a las personas que estuvieran bajo el mismo techo. En un artículo publicado por la Universidad de Pensilvania, la interacción en redes sociales aumentó en un 61 % durante la primera ola del Covid-19.  

Algunos ven en las redes sociales un enemigo acérrimo porque pueden constituir un arma de ataque o una avenida para normalizar toda clase de abuso e inmoralidad. Otros, como yo, creemos que también pueden ser un medio de gracia. Me explico. 

Los medios de gracia son, en sentido general, la Palabra, la oración y la comunión entre los creyentes. Son medios que el Espíritu Santo usa para que crezcamos en semejanza a Cristo, fomentan nuestra fe, nos ayudan en el proceso de santificación y el resultado final es que crecemos en amor a Dios y al prójimo.  

¿Cómo entonces pueden las redes sociales ser un medio de gracia? Pensemos de nuevo en lo que desencadenó la pandemia. Con los templos cerrados, las reuniones de grupos comunitarios canceladas, los eventos suspendidos, nuestra vida como iglesia se vio alterada como quizá no habíamos experimentado antes, al menos no en nuestra generación. Pero el Señor nos permitió seguir conectados y para eso usó las controversiales redes sociales. Muchos pastores comenzaron a grabar sus sermones o transmitirlos en vivo. A través de las distintas plataformas digitales tuvimos acceso a eventos de toda clase, reuniones de oración, grupos de estudio bíblico y mucho más. Todo esto, independientemente del punto del planeta en que nos encontráramos. ¡Pura gracia de Dios! Imagina cuánto más difícil hubiera sido si ninguna de estas cosas hubiese estado a nuestra disposición. Aunque sin duda la vida de iglesia no fue diseñada para vivirla detrás de una pantalla, sí es cierto que nos ayudó mucho.  

Las redes, como un medio de gracia para nuestro crecimiento, no se limitan solo a tiempos de pandemia. Su existencia permite que los creadores de contenido, como escritores o músicos, podamos compartir lo que hacemos y que los creyentes de cualquier lugar puedan tener acceso a esto. En muchas ocasiones he pensado que, por la existencia de las redes, el Señor me ha permitido llegar a países a los que es muy posible que nunca visité en persona, ¡pero la Palabra del Señor está llegando! Cuando comencé a escribir en un blog en 2011 jamás imaginé que esos artículos se imprimirían y viajarían en forma de libro a tantos hogares en diversos países.  

De la misma manera, he sido receptora de estos beneficios. Las redes me han permitido conocer a hermanos en la fe, establecer relaciones de ministerio juntos e incluso amistades profundas, aprender muchísimo del trabajo que otros hacen y publican. Las redes han acortado las distancias y han ampliado el horizonte al escuchar diferentes puntos de vista, opiniones e incluso posiciones teológicas. En ese sentido son un medio de gracia porque el Señor las utiliza para enseñarnos dominio propio, sabiduría para hablar y callar, paciencia al escuchar y amor al responder.   

Las redes han sido un medio de gracia para los creyentes en lugares de poco acceso a recursos bíblicos y buenas publicaciones. Han sido de ánimo para aquellos que viven bajo persecución. El Señor las ha usado también para dar voz a los que no la tienen y traer conciencia a quienes desconocen del sufrimiento que otros soportan por causa del nombre de Cristo. Es cierto que, como todo lo que tenemos debajo del sol, el uso que demos a las redes puede ser bueno o malo. Podemos hacerlo para la gloria de Dios o para la destrucción de nosotros mismos y/o de los demás. Creo que el Señor nos las ha dado para un tiempo como este y que podemos beneficiarnos de ellas y usarlas para que otros también sean beneficiados y crezcan en el conocimiento de Dios y en su caminar con Él.  

El peligro de vivir a expensas de ellas e incluso idolatrarlas es latente, pero esa es una conversación para otro día. Por hoy, quiero darle gracias a Dios por este medio que nos ha dado, es por su existencia que ahora puedo compartir contigo estas palabras y saber que en tu rincón del planeta podrás leerlas e incluso compartirlas si así lo deseas. 

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

¡Ayuda soy adicta a las redes sociales!

June 22, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Karla de Fernández

Hola, mi nombre es Karla y tengo una necesidad constante de estar en las redes sociales y generar contenido en línea. Me costó mucho darme cuenta de esa verdad. Es probable que tampoco te hayas percatado que, al igual que yo, tienes una adicción a las redes sociales y a generar contenido en línea.   

Facebook, Twitter, Instagram, Pinterest, TikTok, YouTube, WhatsApp. ¿En cuál de ellas estás? ¿Qué aplicaciones «ministeriales» tienes instaladas? ¿A cuántos grupos de WhatsApp con contenido evangélico perteneces? ¿Cuántos más en Facebook?  

Somos consumidoras 

Es probable que tengamos una adicción a las páginas con contenido bíblico, podcasts, perfiles en Instagram, videos en YouTube y TikTok, que no es malo en sí mismo. Pero puede ser que estemos invirtiendo mucho tiempo en ellas, más que el tiempo que pasamos directamente en nuestras Biblias, estudiando, orando, conociendo a Dios a través de Su Escritura y compartiendo con quienes nos rodean en casa y en nuestra iglesia local.  

¿En dónde nos estamos alimentando? Si hacemos la comparación entre lo que consumimos en las redes sociales y el tiempo de estudio de la Biblia, solas o en comunidad, ¿dónde hemos invertido más?  

Hablo porque lo he vivido, incluso, muchas veces recomendé ver, leer o escuchar enseñanzas a través de Internet mientras haces alguna otra actividad que no requiera tu total atención; como cuando vas conduciendo tu auto o mientras haces alguna otra labor. Esto no es malo en sí mismo, pero si todas esas actividades han tomado el lugar de nuestro encuentro personal con Dios, en la lectura de la Palabra y la oración, entonces es probable que esas aplicaciones hayan perdido el propósito inicial de acercarnos a Dios.  

Nos volvemos adictas a ellas porque es más sencillo escuchar y recibir de otros todo lo que necesitamos saber acerca de Dios y cómo vivir para Él, que pasar tiempo en oración y descubriendo por nosotras mismas esas joyas ocultas en la Palabra. Todo lo que requiera poco esfuerzo de nuestra parte, será más atractivo.  

Pero también, de una u otra forma podemos ser adictas a generar contenido bíblico en Internet. Quizá tengas un blog, un podcast, un canal de YouTube o simplemente uses tu perfil de Facebook para compartir el evangelio y se ha creado en ti una necesidad de estar compartiendo constantemente. Debemos recordar que, como hijas de Dios, estamos llamadas a ser luz, pero no somos la luz principal, solo somos el reflejo de Aquel que brilla por siempre, este es Jesús (Juan 8:12). Y esta verdad debe ser visible en cada área de nuestras vidas, en todo lugar, eso incluye nuestras redes sociales, lo que generamos y lo que compartimos de otros sitios también.  

Somos seducidas 

Nuestros ojos y nuestro corazón siempre querrán más y más, no se sacian de ver (Ecl. 1:8). Estaremos tentadas a consumir más y generar más contenido también, ganar más seguidores y likes para de esa forma ser más conocidas, seguidas y de una u otra forma, recibir la alabanza de quienes nos siguen.  

Nuestro corazón es engañoso y perverso (Jer. 17:9). Nos puede seducir con la mentira de que, como consumidoras, necesitamos estar en línea el mayor tiempo posible porque podríamos perdernos de alguna publicación importante. Nos puede seducir con la idea de que, siendo generadoras de contenido, somos indispensables porque «tenemos algo qué decir» y, sin darnos cuenta, terminaremos adictas a las redes sociales y a generar más contenido para estar presentes en todo sitio.  

Somos esclavas de aquellos a quienes hemos hecho dependientes de nosotras. Cuando no tengamos nada nuevo que decir, seguiremos publicando cualquier cosa solo para seguir activas, presentes, aunque sea algo hueco para los demás. No somos indispensables. No pasa nada si nos desconectamos de las redes. La vida sigue su curso con o sin nosotras. Nuestros amigos y quienes nos lean no dejarán de vivir porque de pronto ya no hay publicaciones nuestras. De hecho, si hacemos un buen trabajo en apuntarlos a Cristo, ellos buscarán directamente ser alimentados desde la Palabra de Dios más que de nuestro muro de Facebook o de cualquier página, blog o podcast y lo mismo haremos nosotras. 

No somos diosas 

Necesitamos estar conscientes de que todas debemos ir diariamente a la Palabra de Dios, pertenecer a una iglesia local donde se predique fielmente todo el consejo de Dios, donde podamos crecer en comunidad con otros creyentes.  Necesitamos la oración y estar conscientes de que, aunque Dios nos usa para bendecir a otros con lo que compartimos, nosotras no somos el Salvador, ni la Palabra viva, ni tampoco quienes dan discipulado a distancia, eso se vive en el contexto de iglesia local.  

Vivir en las redes y para las redes, es ilusorio, una adicción innecesaria. Una video llamada nunca igualará la conversación cara a cara bebiendo café con otros. Lo mismo sucede al compartir el evangelio, una pantalla no igualará lo glorioso que es estar con gente con quien podamos vivir el evangelio día a día, aunque eso implique vivir en el anonimato virtual la mayor parte del tiempo.  

El testimonio de Cristo obrando en nuestros corazones deberá hablar delante de Dios y de los que nos rodean, no solo delante de las pantallas del smartphone. Nos servimos unos a otros, nos animamos, exhortamos, nos estimulamos al amor y a las buenas obras (Heb. 10:24-25) unos a otros, personalmente. Vivamos dando testimonio del evangelio con quienes nos rodean, incluso si no recibimos palabras de aceptación como lo hacen nuestros seguidores en las redes sociales, incluso si nadie nos da las gracias, incluso si nunca reconocen que hemos podido servirles, incluso si nadie más nos ve. Dios sí está presente.   

Sirvamos a otros por amor y gratitud a Dios, porque somos Sus hijas, lo conocemos y podemos hablar de Él. Sirvamos a otros porque es lo que Cristo nos ha enseñado y porque en todo lo que hagamos para agradarle, Él se llevará la gloria. Vayamos a la cruz, el evangelio es suficiente para quitar nuestra adicción a estar conectadas en las redes sociales todo el tiempo si recordamos que la vida en Cristo se vive fuera de las pantallas, fuera de lo virtual. Reconozcamos que el llamado a compartir de Cristo es con aquellos que tenemos cerca, con los que lloran, con los que podemos servirles desde el corazón y a través de nuestras manos. Escojamos siempre lo mejor. 

Y esto pido en oración: que el amor de ustedes abunde aún más y más en conocimiento verdadero y en todo discernimiento, a fin de que escojan lo mejor, para que sean puros e irreprensibles para el día de Cristo; llenos del fruto de justicia que es por medio de Jesucristo, para la gloria y alabanza de Dios. (Fil. 1:9-11 NBLA).  

Una versión de este artículo fue publicado originalmente en Soldados de Jesucristo 

Karla de Fernández nacida en México, es hija y sierva de Dios por gracia, esposa y madre como privilegio. Tiene su blog desde donde comparte con las mujeres su pasión por la Palabra de Dios. Es la coordinadora de Iniciativas para mujeres Soldados de Jesucristo y dirige el podcast “Mujeres en Su Palabra.” Es la autora del libro “Hogar bajo Su gracia.” Puedes seguirla en Blog, Facebook y Twitter.

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