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[El propósito de Dios en medio de las dificultades]

Cathy Scheraldi de Núñez

Éxodo 20:20-21 dice, “Y respondió Moisés al pueblo: No temáis, porque Dios ha venido para poneros a prueba, y para que su temor permanezca en vosotros, y para que no pequéis. Y el pueblo se mantuvo a distancia, mientras Moisés se acercaba a la densa nube donde estaba Dios.”

¿Qué piensas cuando estás en medio de dificultades? ¿Piensas que es un ataque de Satanás? Como Dios es amor, es imposible que las tribulaciones que estamos pasando vengan de Él ¿cierto? La Palabra de Dios, dice: “El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.” (1 Corintios 13:4-7).

Y me pregunto, ¿de dónde viene esta idea de que uno debe hacer todo para producir la felicidad, o que nunca debemos sufrir? Obviamente, si Corintios nos dice que “el amor es paciente, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido y todo lo sufre”, el sufrimiento es parte de nuestra estadía aquí. El versículo escrito arriba es claro en que es Dios quien nos pone a prueba, y ¿por qué? El pasaje nos dice, “para que no pequéis.” Dios también fue claro sobre esto hablando a través de Isaías, en 45:7, el cual dice: “el que causa bienestar y crea calamidades, yo soy el Señor, el que hace todo esto.”

Entonces, me pregunto, ¿cómo es que las pruebas o dificultades, que se pueden convertir en tentaciones cuando somos inmaduros, producen en nosotros la habilidad de no pecar? ¡Porque las dificultades revelan nuestra madurez, nuestros ídolos, nuestros conceptos errados y nuestra intencionalidad de seguir a Cristo! Cuando vencemos las tentaciones, o nos comportamos con madurez – en una forma santa – durante la prueba, estamos desarrollando nuestros “músculos espirituales” para ser capaces de resistir las futuras tentaciones. ¡Nada escapa del control de Dios (Mateo 10:29), y con Su soberanía y en Su sabiduría, Él usará todo para nuestro bien! (Romanos 8:28).

Sabemos que Dios es amor (1 Juan 4:8), y Su propósito es formarnos a la imagen de Su Hijo (Colosenses 3:10), Él quiere que “crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo” (Efesios 4:15). Entonces, debemos preguntarnos, ¿cuáles son las características de alguien que se parece a Él, y cuáles son las formas que Él usa para formarnos a Su imagen? Para contestar la primera pregunta debemos regresar al principio, Adán y Eva fueron creados a Su imagen y la perdieron cuando pecaron. Entonces parecernos a Él, es vivir sin pecar o, dicho de otra forma, ser santo (Levítico 19:2).

Para ser santo necesitamos ser apartados del mundo de tinieblas (2 Corintios 6:14-15), entonces, para ser diferentes, no podemos adaptarnos al sistema del mundo, sino tener mentes renovadas por la Palabra (Romanos 12:2). Esto resultará en vidas llena del fruto del Espíritu, “amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fidelidad, mansedumbre, y dominio propio” (Gálatas 5:22-23).

La respuesta a la segunda pregunta, ¿cuáles son las formas que Dios usa para formarnos a Su imagen? Viene de lo que Jesús nos dijo en Juan 17:14, “Yo les he dado tu palabra y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como tampoco yo soy del mundo.” Nosotros vivimos en un mundo caído, y por ello, debemos esperar los problemas, las ofensas y las tribulaciones.

Santiago 1:2-4 nos explica bien las formas que Dios usa para conformarnos a Su imagen, “tened por sumo gozo, hermanos míos, el que os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia, y que la paciencia tenga su perfecto resultado, para que seáis perfectos y completos, sin que os falte nada.”

Nuestro Dios es capaz de usar todo para nuestro bien, aun las tribulaciones que parecen imposibles. Pero, para que las tribulaciones pueden ser usadas así, tenemos que saber dónde ir en medio de los problemas. Una buena pregunta es: ¿Estoy comportándome como los israelitas en Éxodo 20, o como Moisés, quien se acercaba a la densa nube donde estaba Dios?

Dios es omnipresente y Él está en medio de cada tribulación que estamos pasando. Cristo, la segunda persona de la Trinidad sufrió todo mientras caminaba aquí, y Él fue bien claro en Lucas 6:40, diciendo “Un discípulo no está por encima de su maestro; mas todo discípulo, después de que se ha preparado bien, será como su maestro.”

El teólogo alemán Jürgen, dijo: “Dios llora con nosotros para que un día podemos reír con Él.” Las aflicciones desarrollan la actitud que debemos tener, “Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación” (2 Corintios 4:17). Rick Warren lo ha dicho de otra forma: “Jesús no murió en la cruz solamente para que pudiéramos tener una vida confortable y bien ajustada. Su propósito fue mucho más profundo: Él quiere hacernos como Él, antes que Él nos lleve al cielo. Esto es nuestro mayor privilegio, nuestra responsabilidad inmediata y nuestro destino final.”

¿Y cuál es nuestra actitud? ¿Nos estamos quejando de que “esto no debería estar ocurriendo”? O ¿hemos aprendido a evaluar las tribulaciones a través de los lentes bíblicos? Mientras más tiempo tardemos en aplicar los principios bíblicos, menos tiempo disfrutaremos de la presencia de Dios en medio de las tribulaciones. Las tribulaciones y pruebas vendrán, no importa si tenemos o no la actitud correcta, sin embargo, solamente encontraremos a Dios en medio de la oscuridad cuando nos acerquemos a Él en vez de alejarnos en el momento que más lo necesitamos. La decisión es nuestra.

Cathy Scheraldi de Núñez, es parte del Equipo de Ezer (Ministerio de las mujeres) en La Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo y Directora Programa Radial Mujer Para La Gloria de Dios en la estación Radioeternidad.

 

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