Por Wendy Bello
Sucedió hace algunos años. Manejaba para recoger a mis hijos de la escuela mientras escuchaba la radio. Terminó la canción y el presentador dijo un versículo bíblico, luego comentó que ese era el versículo de la semana, para todo el que quisiera memorizarlo. Entonces pensé, ¿Cuándo fue la última vez que memoricé un versículo bíblico? Y no hablo de los que quizá enseñamos a nuestros hijos, o los que repetimos porque los aprendimos de niñas en la Escuela Dominical. Me refiero a aprendernos con regularidad un versículo bíblico nuevo. ¿Cuándo fue la última vez? ¿Y por qué esto de memorizar la Biblia? ¿Qué valor tiene? ¡Mucho!
Vamos a descubrir algunas razones en la misma Palabra de Dios.
Dios lo manda. «Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades» (Deuteronomio 6:6-9). Dios sabe que nosotros los humanos tenemos mala memoria, olvidamos todo muy rápido. Así que, para que Su verdad se grabe en nuestra mente, es necesario repetirla, una y otra vez, tanto así que llegue a convertirse en parte de nuestro pensamiento.
Hará que hablemos lo que agrada a Dios. ¿Qué fue lo que enseñó Jesús? «…de la abundancia del corazón, habla la boca» (Mateo 12:34). Si nuestro corazón está lleno de su Palabra, será de lo que hablaremos. Tenemos que escoger muy bien de qué llenamos nuestra mente para que lo que salga de nuestra boca dé gloria a Dios.
Tendremos un arma eficaz para la batalla espiritual. “Tomen… la espada del Espíritu, que es la palabra de Dios” (Efesios 6:17). Cuando Jesús fue tentado por el diablo en el desierto no buscó la ayuda de su familia, ni salió a preguntar a los vecinos o a los amigos qué hacer (si fuera en esta época, tampoco hubiera buscado en Internet). Él usó la mejor arma de todas, la Palabra de Dios, que es la verdad que acalla toda mentira del enemigo.
Será nuestra fuente de ánimo para los momentos de desánimo, desilusión, tristeza. ¿Por qué? Porque es la Palabra de Dios, ahí está impreso quién es Él, cómo actúa, qué ha prometido. Cuando estamos pasando por circunstancias difíciles, Su Palabra es un recordatorio de todas esas cosas, algo a lo que nos podemos aferrar. «Tú eres mi escondite y mi escudo; en tu palabra he puesto mi esperanza» (Salmos 119:114).
Estoy segura de que podemos enumerar muchas otras razones para memorizar la Palabra de Dios, pero lo dejo para que tu pienses en algunas, las añadas a esta lista y las compartas con nosotros, o simplemente las anotes en tu corazón.
El asunto es que necesitamos tanto de la Palabra de Dios como del aire. Estamos viviendo tiempos difíciles donde abundan todo tipo de enseñanzas, criterios y opiniones. Si seguimos a Cristo, la Palabra tiene que continuar siendo nuestra guía, el tamiz por el cual pasemos todo pensamiento e idea.
El autor del Salmo 119, el salmo que por excelencia exalta el valor de la palabra de Dios, comprendió todo esto a tal punto que mira lo que dice casi al final de este: «Me regocijo en tu palabra,
como quien halla un gran botín» (v. 162, LBLA).
¿Realmente es la Palabra de Dios un tesoro para ti y para mí? ¿Qué tal si comenzamos memorizando este versículo esta semana? «Los que aman tu ley disfrutan de gran bienestar, y nada los hace tropezar» (Salmos 119:165).
Wendy Bello es bloguera y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la palabra de Dios. Escribe para multiples plataformas y es autora del estudio bíblico “Decisiones que transforman”. Ha estado casada por 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook y Twitter.