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Pero ahora quedaron libres del poder del pecado y se han hecho esclavos de Dios. —NTV

ROMANOS 6:22

En aquellos tiempos, cuando se practicaba la esclavitud en Estados Unidos, Sally se encontraba en el mercado de esclavos. Aun cuando el subastador la ofrecía, ella repetía: «No voy a trabajar. Puede venderme a quien quiera, pero me niego a trabajar».

El anterior amo de Sally la había maltratado hasta romper sus dientes y causarle heridas que jamás sanarían. De repente, alguien la compró. El precio se pagó y Sally tuvo un nuevo dueño. Pero mientras la llevaban a su nuevo hogar murmuraba entre dientes: «No voy a trabajar».

Por fin la presentaron ante su nuevo amo. Ella le dijo: —Soy Sally, y no voy a trabajar.

El hombre la miró: —Me parece bien, Sally. De hecho, te compré para darte tu libertad. Haz lo que gustes.

Los ojos de Sally se desorbitaron, ¡era libre!

—Amo, ¿cómo puedo agradecerle?, —le preguntó—. Haré lo que me pida, cuando me pida y donde me pida.

Como Sally, nosotros éramos esclavas del pecado y de Satanás, crueles amos que solo nos maltrataron. Pero cuando Jesús nos rescata, actuamos con tal gratitud que no nos importa seguir como «esclavas» de Aquél que nos compró. ¿Por qué? Porque jamás podremos pagar nuestra deuda de amor y porque sabemos que tenemos un Amo que solo nos dará bien y no mal. ¿Quién es tu amo? (KOH)

Libre, salvo, en los brazos de mi Salvador.

P. GRADO

Un devocional de Un año con Dios (B&H en Español).

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