Por María Reneé de Cattousse
Tuve hace muy poco tiempo la hermosa oportunidad con un grupo de amigos y familia de leer, meditar y escudriñar la carta a los filipenses escrita por Pablo. Fue hermoso, verdaderamente necesario y oportuno porque ha iluminado los ojos de nuestro corazón, nos ha permitido anhelar y pedir por ese gozo y contentamiento que puede venir del Señor únicamente.
Fue muy enriquecedor para nuestras vidas y esta es la razón por la que me gustaría compartir contigo algunos de los aspectos que han permitido dirigir mi mente y acciones para permanecer y perseverar estos días.
Te recomiendo leer esta hermosa carta de únicamente 4 capítulos (no va a llevarte más de 20 minutos leerla completa) Para nuestra meditación de hoy juntas, te pido que veas en Filipenses 1:20-21.
- Pablo se encontraba preso en Roma, pero sólo físicamente. ¿Notas como él confirma que no quedará avergonzado? Estaba él con toda libertad ya fuera que viviera o muriera, Cristo sería exaltado. Esto me lleva a pensar en un corazón humilde, que había sido rescatado del orgullo. Su identidad estaba en su Salvador no en su condición de estar preso. Él era un hombre emocional y espiritualmente libre.
- Pablo no confiaba en sus deseos. Es muy posible que él deseara estar libre, pero confiaba en la voluntad de Dios, es por eso que habla con tanta certeza de que no quedaría en vergüenza. Él sabe absolutamente que el propósito para el cual había sido llamado se cumpliría.
- Para Pablo la vida era Cristo y la muerte no le aterraba. Si le iba a ser concedido el seguir con vida, determinó que sería para obedecer y servir a su Salvador Jesucristo, y si fuera a morir estaba absolutamente convencido de que estaría en Su Presencia.
¿Cómo puede influir en nosotras el leer y entender el testimonio de Pablo en esta porción?
- No somos libres o cautivas por donde estemos o lo que hacemos en este mundo, sino por quien hemos creído.
- Pablo estando preso era libre y siendo libre, antes de su encuentro con Cristo, era preso de vivir en arrogancia y orgullo defendiendo una religión. Persiguiendo a los seguidores de Aquel que le permitiría ser verdaderamente libre.
- Tengamos una actitud humilde donde enfrentemos este tiempo refugiadas en la voluntad de Dios y dejemos que examine nuestros corazones. Esto para poder vivir una vida en libertad, experimentando gozo y contentamiento a pesar de las circunstancias.
- Que nuestra confianza no dependa de estar saludables, tener estabilidad laboral o financiera. Que estemos de tal manera arraigadas, ya sea en salud o enfermedad, abundancia o escasez, vida o muerte, en que nada puede apartarnos del amor de Dios. Perseveremos confiando.
- Nuestros días están diseñados y contados por Él, cada uno de ellos. Pidámosle la sabiduría y el gozo para permanecer arraigadas dependiendo de Él, no de nuestras circunstancias.
Es hermoso poder aprender de Pablo y anhelar perseverar como él lo hizo. Mantengamos nuestra mirada donde él la mantuvo (en Cristo) quien daba a su vida sentido, propósito y esperanza eterna. Filipenses 1:6 Convencido que el que comenzó la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Cristo Jesús.
¡Entonces, al ser llamado a su presencia, no quedaría avergonzado porque sería dichoso al ser reconocido y recibido por Su Señor y Salvador!
Permanezcamos y perseveremos con paciencia en este tiempo. Regocijémonos en la Palabra del Señor que nos alienta en toda circunstancia. Oremos al Señor para que nos permita vivir verdaderamente libres, pidamos por un corazón humilde, confiado en que Su voluntad es buena agradable y perfecta.
María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.