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Estando persuadido de esto, que el que
comenzó en vosotros la buena obra, la
perfeccionará hasta el día de Jesucristo.
F I L I P E N S E S 1 : 6

Dany tiene una pequeña obsesión. No es una peligrosa; de hecho, ni siquiera es una adicción a algo. Dany tiene una fijación con los zapatos de su papá, un par en específico. No le importan los zapatos deportivos de su padre ni sus pantuflas, y te dirá que sus mocasines son feos, pero hay algo especial en lo que él llama los «zapatos de niño grande» de su padre.

Esos zapatos de vestir son de color café claro, siguen guardados en su caja y solamente los usa en ocasiones especiales, juntas importantes de trabajo y cada vez que su padre usa un traje azul. Dany adora a su padre, pero hay algo que sobresale cuando usa esos «zapatos de niño grande». Pareciera que lo hace caminar con más orgullo. Camina más erguido. Su sonrisa es aún más ancha y, cuando llega a casa, parece haber tenido un mejor día.

Por esta razón, Dany comenzó a rogar por sus propios «zapatos de niño grande». Quería sentirse confiado como su papá. Cuando se dio cuenta de que parecía que no recibiría esos zapatos, decidió encargarse él mismo.

Una mañana, su padre se alistaba para la iglesia, y Dany decidió que él usaría sus zapatos café. El padre de Dany buscó a su esposa para preguntarle si había visto los zapatos. En lugar de encontrar a su esposa, encontró a Dany, vestido en su atuendo para la iglesia y usando unos zapatos del doble del tamaño de sus pies. Su padre sonrió y le preguntó qué hacía usando sus «zapatos de niño grande». La respuesta de Dany tomó por sorpresa a su padre. Dany volteó a verlo y amorosamente dijo: «No puedo hacer todo lo que haces tú, pero al menos puedo usar tus zapatos».

Muchas veces suponemos que, porque no podemos vivir una vida exactamente igual a la de Cristo, eso debe significar que vivir la vida cristiana es imposible. Esto no es así. Vivir una vida cristiana significa descansar en la vida perfecta de Cristo y vivir una vida que refleje que hemos sido adoptados como hijos de Dios. Muchos de nosotros nos damos cuenta de que no podemos acercarnos a ese nivel de perfección y suponemos que cualquier intento será en vano. Jesús ya ha vivido la vida perfecta y ahora nos toca descansar en Él y agradarle. No nos llamó a caminar por un camino estrecho sin tambalear. Eso debe darnos gozo porque Él sí es perfecto. Nosotros somos llamados a seguirlo a Él. Así que, ponte tus «zapatos de niño grande» y camina, sabiendo que tus pasos no tienen que ser perfectos; solo sigue el camino diseñado por nuestro Padre.

SEÑOR JESÚS, TE DOY GRACIAS POR EL SACRIFICIO
QUE HICISTE POR CADA UNO DE NOSOTROS. SÉ QUE
HAY DÍAS EN LOS QUE ME ENFOCO EN INTENTAR
VIVIR UNA VIDA PERFECTA, Y SÉ QUE ESO NO ES
CORRECTO. RECUÉRDAME CADA DÍA QUE NO ME HAS
LLAMADO A SER PERFECTA, SINO A SEGUIRTE. AMÉN.


Un devocional de 100 días de gozo (B&H en Español)

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