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[Cómo un estudio de Ester llenó mi tanque espiritual (y el estómago de mi hija).]

UNA NOCHE CUANDO MI ESPOSO TUVO QUE TRABAJAR HASTA TARDE, él sugirió que llevara a nuestra hija de 9 años conmigo al estudio bíblico. Como no quería perder el estudio de Beth Moore sobre el libro de Ester, seguí su sugerencia. “Solo por esta vez”, pensé.

Isabel se sentó callada a mi lado, comiendo una galleta y coloreando mientras yo escuchaba a Beth con entusiasmo. Cada vez que Beth pedía a la clase que dijera algo en voz alta, Isabel repetía sus palabras exactas. A pesar de no quitar la vista de lo que estaba coloreando, yo sabía que Isabel estaba atendiendo.

Con el horario de trabajo que mi esposo tendría en las siguientes semanas, se repitió el proceso, y yo continuaba llevando a Isabel conmigo al estudio bíblico. Pero una noche mi esposo nos sorprendió y llegó a casa temprano.  Esperando que Isabel se entusiasmara al verlo, le dijo: “Vine temprano para que tú te quedaras en casa esta noche y así podremos hacer algo juntos”.“Yo no quiero quedarme en casa esta noche”, le respondió Isabel con los ojos llenos de lágrimas. “Quiero ir al estudio bíblico”.

Cuando salí de la casa, Isabel estaba llorando. Pensando que el estudio de Ester había tenido un gran impacto sobre ella, me sentí agradecida porque mi hija estaba comenzando su viaje de fe tan temprano en la vida.

Más tarde esa misma noche, llegué a casa para encontrar a mi esposo sonriendo de oreja a oreja. “¿Quieres escuchar algo gracioso?”, me dijo. “Le pregunté a Isabel por qué se sentía tan triste de no ir al estudio bíblico, ¿y sabes lo que me contestó?” Me quedé esperando alguna respuesta espiritual profunda. Mi esposo continuó: “Me gusta ir porque puedo tomar refrescos, comer pastel y quedarme hasta tarde”.

Los dos nos pusimos a reír ante la ironía. Mientras yo asistía al estudio para recibir alimento, bebida y descanso espiritual, Isabel iba para recibir comida y bebida física, y la oportunidad de acostarse más tarde. A pesar de los diferentes motivos que nos llevaban a asistir al estudio bíblico, Dios los usó para formarnos más a Su imagen, cuando cada semana nos servían una gran porción de alimento espiritual.

Erin K. Fuetesn disfruta de sus estudios bíblicos semanales tanto como de la enseñanza a las niñas de quinto grado los domingos por la mañana. Ella vive en Atlanta, Georgia, donde facilita un grupo de apoyo a cuidadores de pacientes de Alzheimer y se goza en las maravillas de la gracia de Dios.

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