Catherine Scheraldi de Núñez
Aunque no tenía en mis planes escribir sobre este tema, mientras más tiempo camino con el Señor, más aprendo a cómo oír su voz y, por ende, caminar con una dependencia total de Él. Ser capaz de cambiar planes, reconocer que Dios sabe mejor que nosotras las cosas y que nuestra confianza debe estar en Él y no en nosotras. Jesús dijo en Mateo 18:3-4, “si no os convertís y os hacéis como niños, no entraréis en el reino de los cielos. Así pues, cualquiera que se humille como este niño, ése es el mayor en el reino de los cielos.”
¿Cuáles son las características de la niñez a la que Jesús está haciendo referencia? ¿Su inmadurez? Lo dudo, porque Él dijo en Mateo 10:16, “sed astutos como las serpientes e inocentes como las palomas.” ¿Su inocencia entonces? Nos estamos acercando a la idea, sin embargo no estamos hablando de alguien con falta de conocimiento y por ende confiado en otros que saben más, sino en tener conocimiento, pero reconocer que nunca tendremos más conocimiento que Dios y que, por esa razón, confiamos en Su omnisciencia. ¡Es una actitud de sumisión y rendición a Aquel que sabe todo el pasado, presente y futuro y en quien podemos confiar!
La auto-justicia es un paso más allá que la auto-suficiencia, porque nos lleva más lejos de Dios ya que está basada en la auto-suficiencia, eso es ponernos a nosotros mismos como el estándar. La madurez secular es totalmente opuesta a la espiritual. En la primera, uno está trabajando hacia la auto-suficiencia, adquiriendo conocimiento para no necesitar pedir ayuda e incluso sobrepasar el conocimiento de otros.
Sin embargo, la madurez espiritual es obrar en la dirección opuesta, es llegar al conocimiento de que hay Alguien que conoce más que nosotras y que nunca llegaríamos ni cerca al conocimiento suyo. Sin embargo no basta solamente reconocerlo, sino que se requiere que rindamos nuestro espíritu para caminar hacia donde Él nos guía, aun cuando esto sea totalmente opuesto de lo que queremos.
La persona con auto-justicia es auto-suficiente y, por ende, inmadura en la fe. Es la persona que está trabajando para lucir mejor que los demás. Es la persona que tiene leyes, que pueden ser realmente de Dios, sin embargo, las siguen no para glorificar a Dios, ni en el poder de Dios, sino en su propio poder y para lucir piadosa. Nadie puede seguir todas las leyes de Dios, entonces ellas obligan a otras a seguir las leyes que ellas siguen. Todo esto crea una confianza en uno mismo y un orgullo (Gálatas 6:3) que nos hace sentir que no es Dios quien está obrando en nosotras (1 Corintios 4:7).
Estamos reemplazando el caminar en el Espíritu, con nuestras fuerzas, esencialmente esto es idolatría. Es negar la obra del Espíritu Santo como nuestro guía, y a Jesucristo quien dijo en Juan 15:5, “separados de mí nada podéis hacer”. Esencialmente es confiar en uno mismo para su caminar, como si tuviéramos algo moral y justo que sea aceptable a Dios, mientras que Isaías 64:6 nos dice, “Todos nosotros somos como el inmundo, y como trapo de inmundicia todas nuestras obras justas;”. Esta es la forma de vivir de las legalistas. ¿No les parece similar a los fariseos?
No hay nada nuevo bajo el sol. Al igual que los fariseos, dan una apariencia de piedad, sin embargo, cuando uno discierne sus pasos es evidente que sus pasos son más una manifestación externa que un cambio interno. Isaías 42, un capítulo dedicado al Mesías, dice en el versículo 8, “Yo soy el SEÑOR, ése es mi nombre; mi gloria a otro no daré.” Pensar que podemos ganar el favor de Dios por nuestra justicia es rechazar lo que el Mesías hizo por nosotros.
Como creyentes con un corazón engañoso, esto es muy común, especialmente en los jóvenes en la fe, sin embargo, con el tiempo, la madurez espiritual comienza a convencer al creyente de su pecado y la auto-suficiencia es re-emplazada por dependencia de Dios, y la auto-justicia es reemplazada por humildad y gratitud por lo que Cristo hizo para nosotras.
¿Cuáles son algunas de las señales de una legalista para que podemos identificarlas en nosotras y en otros?
1- Estas personas rechazan a otras personas. Nadie es tan bueno como ellas.
2- Siempre están hablando de sus buenas obras y cuánto trabajan por el Señor.
3- Son muy críticas de otros y, por falta de compasión, rechazan y odian a los pecadores. (Mateo 7:1-2)
4- Le encantan y buscan los elogios. Recuerden que nuestras obras no son para traernos a nosotras la gloria, sino para dar la gloria a Aquel que hizo todo para nosotras.
5- Nunca admiten sus errores y los justifican cuando los ven. La realidad es que cada creyente tiene un corazón engañoso, sin embargo, tiene al Espíritu morando dentro y esto produce una habilidad de ver lo que los otros tienen sin reconocer lo mismo en nosotras. (Mateo 7:3-5)
6- No aceptan corrección y, por ende, tardan en crecer espiritualmente. La paradoja es que ellas, por un corazón engañoso, creen que son gigantes espirituales, cuando la realidad es lo opuesto y su orgullo no las deja ser enseñables.
7- Como ellas creen que son muy importantes para Dios, y moralmente superior a los otros, creen que merecen más de lo que han recibido, pelean con Dios y hasta pueden revolcarse en la autocompasión.
8- Como ellas están sentadas en el “trono” de su vida, y no Dios, tienen el derecho de manipular y maquinar para conseguir lo que quieren. Recordemos “no os dejéis engañar, de Dios nadie se burla; pues todo lo que el hombre siembre, eso también segará.” (Gálatas 6:7)
Entonces ¿qué quiere decir ser como niños? Es vivir una vida totalmente dependiente de Él, caminando en Sus huellas, rendida totalmente a Sus planes, reconociendo que Él es por nosotras (Jeremías 29:10).
Dios es fiel, bondadoso y lleno de gracia, esto lo hace confiable. Él está conformándonos a Su imagen (Romanos 8:29) y Él seguirá hasta el día de Cristo Jesús (Filipenses 1:6).
Catherine Scheraldi de Núñez es médico internista y endocrinóloga, es esposa del pastor Miguel Núñez, pastor de la Iglesia Bautista Internacional. Es la encargada del ministerio de mujeres “Ezer” de su iglesia. Conduce el programa Mujer para la gloria de Dios en Radio Eternidad.