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Por Verónica Rodas

Y llamarás su nombre Emanuel, que traducido es: Dios con nosotros 
Mateo 1:23 

Emanuel, “Dios con nosotros”; sin lugar a dudas es el mayor bien que podemos tener en esta tierra. ¡Dios mismo dándose a nosotros! 

La esencia misma de Dios, en quien se encuentran contenidos todos los deleites sólidos que necesitamos para vivir en plenitud: amor eterno, paz, alegría, felicidad, sabiduría, identidad, seguridad, perdón, restauración, esperanza, luz, guía continua, propósito…y todo lo que creamos necesitar para encontrar plenitud.

Hablamos no solo de un Dios que está cerca sino de un Dios que está en nosotros de forma constante y para siempre. 

Estas verdades que afirmas creer, ¿son visibles cada día en ti? Es decir, ¿vives bebiendo y satisfaciéndote de esa fuente de todo bien? 

Estas son algunas verdades que deben ser una realidad en la vida de todo creyente:  

1. Nadie puede saciarme como Él. 
“Oídme atentamente, y comed del bien, y se deleitará vuestra alma con grosura” (Isaías 55:1-3). 

2. Nadie puede darme lo que Él me da. 
“Toda buena dádiva y todo don perfecto desciende de lo alto” (Santiago 1:17).  

3.  Nadie puede hacerme más pleno. 
“Tú los abrevarás del torrente de tus delicias. Porque contigo está el manantial de la vida” (Salmo 36:8,9). 

Cuando vivimos a “Dios con nosotros” podemos decir y vivir las palabras del salmista: 

“No hay para mí bien fuera de ti” (Salmo 16:2). 

Necesitamos ser conscientes de esta gran verdad. Ya no se trata de una persona en representación de Dios trayendo victoria; Es “Emanuel”, “Dios con nosotros” que obtiene victoria. “Dios fue manifestado en carne” (1 Timoteo 3:16) y nos salvó para siempre. 

La promesa de Isaías 35:4 fue cumplida: “Decid a los de corazón apocado… Dios mismo vendrá, y os salvará”. 

Mientras estemos en este mundo, Jesús cumplirá su promesa: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). 

Ante semejante verdad y tesoros, no busques más tu mayor bien en las personas, en “tus” logros, en tu esposo, un hijo, amigos.  Ni en las cosas: deportes, entretenimientos, pertenencias, comida, moda, apariencia, salidas… 

No esperes tu mayor bien de fuentes que no te dejarán satisfecha y no dejes que ninguna distracción te robe los deleites que encuentras en “Dios con nosotros.”

Cuando tu alma espera de Dios todo bien y ya no de las personas o en cosas que se puede conseguir, no sólo le adora a Él, sino que es saciada incomparablemente. 

¡Con tu mano, Señor, sálvame de estos mortales 
que no tienen más herencia que esta vida! 
Con tus tesoros les has llenado el vientre, 
sus hijos han tenido abundancia, 
y hasta ha sobrado para sus descendientes. 
Pero yo en justicia contemplaré tu rostro; me bastará con verte cuando despierte. 
Salmo 17:14-15 (NVI)

¡Dios mismo está contigo! ¡Emanuel, Dios con nosotros! Y luego, cuando estemos para siempre con Él (1 Tesalonicenses 4:17), viviremos algo que hoy es totalmente imposible de imaginar e ilustrar: “Ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos” (Apocalipsis 21:3). 

¿Acaso no es esto suficiente?

En esta Navidad celebremos que Dios mismo estuvo, está y estará con nosotros.

Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

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