Verónica Rodas
“Buscad a Jehová y vivirá vuestro corazón” (Salmo 69:32). La clave para tener pasión por Dios es amarlo. Uno admira, valora, cuida y se apasiona por aquello que ama. Esto provoca cambios significativos.
A lo largo de mi vida cristiana he tenido momentos muy difíciles que enfrentar, y hasta he llegado al punto de no tener dirección alguna. Al verme desorientada, humanamente comenzaba a realizar cambios y, por supuesto, siempre salía desaprobada, frustrada y cada vez más lejos de Dios. Mi orgullo en esos momentos no me permitía ver que lo que me mantiene con una dirección clara, es tener a Dios en más alta estima que a cada uno de mis anhelos, y que fuera de eso es imposible tener un rumbo sin tropiezos.
El Salmo 37:23 asegura: “Por Jehová son ordenados los pasos del hombre”. Las veces que hago lo que a mí me parece, hago mi voluntad, pero pierdo el tesoro más grande que puedo tener. Pierdo ese tesoro cuando mi amor por mí es mayor que el amor que tengo por Dios. Por eso no se trata de algo mágico, se trata de admirarlo a Él y quedar satisfecha. Cuando lo conocemos, nuestra alma se derrite y deleita en tan dulce Salvador.
David escribió: “En cuanto a mí, veré tu rostro en justicia; estaré satisfecho cuando despierte a tu semejanza” (Salmo 17:15). Al amar a mi Señor nada me cuesta, absolutamente nada es una carga, es más, quiero esforzarme más porque veo claramente de cuánto es digno Él. “Digno es el Cordero que fue sacrificado” (Apocalipsis 5:11).
¿Él es digno de que le busque, obedezca y prefiera mi relación con Él antes que caer en mis debilidades, valorando el pecado por encima suyo? No se trata de esforzarme por sentir eso. ¡No! La cuestión está en contemplarlo, y eso inflama mi corazón de alegría y provoca que mi amor sea mayor a cualquier debilidad.
“Gócense y alégrense en ti todos los que te buscan, y digan siempre los que aman tu salvación: Jehová sea enaltecido” (Salmo 40:16). No intentes querer ser una madre piadosa, una hija ejemplar, una empleada sabia, una esposa sujeta, sin antes estar sumamente apasionada por Dios.
Primero, tómate tiempo a solas con Él. Ejercita tu boca en alabanza a Dios, ten pensamientos de amor hacia tu Salvador, y luego, absolutamente nada te costará cambiar, renunciar o dejar por tu Señor. Al conocerle comienzas a admirarle, eso inflama tu corazón de alabanza, y te lleva a disfrutar de Él. Luego, naturalmente, tu Amado tomará el primer lugar en tu vida. “Gustad, y ved que es bueno Jehová” (Salmo 34:8).
“Tú eres mi esperanza, y mi porción en la tierra de los vivientes” (Salmo 142:5). No intentes por ningún medio vivir una vida piadosa sin estar enamorada de Dios. NUNCA LO LOGRARÁS.
Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (16) y Zoe (5). Juntos sirven al Señor en Barcelona, España. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.