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[Pasaje devocional: Salmo 63]

Porque mejor es tu misericordia que la vida; mis labios te alabarán. (Salmo 63:3)

Cuando pensamos en adorar a Dios mediante la alabanza, pensamos en música, cánticos, instrumentos musicales y coros. Sin embargo, la alabanza que más llega al corazón de Dios es la que proviene de corazones motivados por las misericordias de Dios.

Recibimos las bendiciones misericordiosas de Dios desde el momento que se nos abren los ojos espirituales a la realidad de nuestra condición perdida. Aunque estábamos condenados, Su compasión abrió nuestros ojos a la realidad de Su amor para ver que Jesucristo pagó nuestros pecados. Todo por amor. 

Entonces, de un corazón agradecido, se produce la alabanza que llega al cielo. Pero sabemos que las misericordias de Dios van más allá de lo que Cristo hizo por nosotros en la cruz. Ahora, ese Cristo resucitado y la persona del Espíritu Santo siguen obrando misericordias y continúa la alabanza agradecida.

Las misericordias de Dios son nuevas cada mañana, así que un cristiano no tiene razón para dejar de alabar. Si en este día, desde nuestro corazón agradecido, aún no hemos alzado alabanzas al cielo, meditemos en todas las bendiciones que por la misericordia de Dios hemos recibido y estamos recibiendo: ¿Abrimos los ojos? Alabemos. ¿Respiramos? Alabemos. ¿La Palabra de Dios está a mano? Alabemos. ¿Reconocemos que Dios nos sigue perdonando? Alabemos. ¿Tenemos la seguridad de la vida eterna? Alabemos. ¿Dios sigue con nosotros y nada nos faltará? Alabemos.

Señor, dame ojos espirituales para apreciar cada una de tus misericordias y alabarte cada día con un corazón agradecido.

Un devocional de Revista Quietud

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