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Por Mirna Espinoza

Algunas veces, la frustración puede inundarnos al momento de abrir la Biblia, vemos a pastores, escritores, mentores o conferencistas y admiramos su conocimiento y la manera en la que el Señor les habla a través de estas páginas maravillosas. Sabemos que se esconden tesoros atrás de cada tilde, pero no los encontramos y pareciera que buscamos, pero se entierran más en acertijos indescifrables.

Este sentimiento es opuesto a lo que se nos dice acerca de nuestro tiempo en las Escrituras, la Palabra, según se expresa en sí misma, es perfecta, restaura el alma, es un lugar seguro, nos hace sabios, encontramos rectitud, alegra nuestro corazón, es pura y alumbra nuestros ojos (Salmo 19:7-8) Pero, ¿por qué no vemos todo esto siempre al abrirla?

Puedo contarte mi experiencia en cuanto a este tema, yo le temía mucho al Antiguo Testamento, sobre todo a libros como Números o Crónicas. Te confieso que no le daba el mismo valor que al Nuevo Testamento, me confundía y creía que nunca lograría entenderlo. Pero actualmente me encuentro en el proceso de valorar TODA la Biblia, por lo que he recorrido un camino donde estoy aprendiendo a amar el Antiguo Testamento, y aunque aún existen partes que me generan dudas o dificultad, he encontrado tesoros que han impactado mi corazón y me han señalado a Cristo. 

No te angusties si abres tu Biblia y sientes que tu tiempo no está siendo provechoso, que Dios no quiere mostrarte nada o que está ocultando verdades que sí les muestra a otros.  Dios quiere que comprendamos el tesoro que aguarda detrás de cada página, porque así le amaremos más. Toda la Biblia es maravillosa y es un camino directo para conocer el corazón de nuestro Dios amoroso, que poco a poco, va mostrando destellos de Su corazón en cada página, cada una, sin dejar una atrás.

Teniendo esto en mente, solo el Señor puede explicar y mostrar toda la verdad que lo componen a Él mismo.

¿Qué hacemos entonces?

  1. Ora. Tenemos el regalo de conocer directamente al autor detrás de cada punto escrito en la Biblia. Seamos honestos, si algo he aprendido es que Él no teme a nuestras oraciones sinceras, háblale con la verdad, dile que no comprendes lo que está escrito y que necesitas que sea Él quien explique y quien revele lo que desee para ti (Salmo 119:18). No empecemos nuestra lectura sin antes rogar por sabiduría, agradecimiento y paciencia. Sabiduría para entender lo que Él desee que entendamos, agradecimiento por poder tener su voz escrita y paciencia para saber que no sabremos todo pero que nos ayude a perseverar. 
  2. Igual de simple que el primero, ábrela, sostén este libro entre tus dedos, levanta la pasta y pasa sus páginas. Léela, tómate tu tiempo, aunque sientas que no comprendes todo lo que lees, que te abruman las guerras, los sacrificios o las tradiciones que no van acorde a tu actualidad. El simple hecho de reconocer tu incapacidad de entenderla es abrir un camino a que no seas tú quien te la tengas que explicar a ti misma, sino será Él quien lo haga por ti.
  3. Ten en mente que la Biblia no se trata de ti, es una gran historia que habla acerca del único Héroe. Todas las páginas de la Biblia, cada historia, personaje, evento o promesa apuntan a la redención. Cuando leas una historia de alguien que arriesgó su vida para salvar a alguien más, recuerda a Cristo, cuando veas una injusticia, recuerda a Cristo, cuando veas un sacrificio, recuerda a Cristo y cuando veas una promesa, recuerda a Cristo.
  4. Ten presente tu naturaleza de pecado. Nuestra carne es como un ancla que nos arrastra al fondo del mar y Cristo es un salvavidas que nos saca a la superficie para poder respirar. Estamos acostumbrados a vivir en el fondo y por eso somos arrastrados a no querer esforzarnos por conocer más a Dios, pero, solo a través de sujetarnos de ese salvavidas comprenderemos que necesitamos leer la Palabra para sobrevivir y mantenernos firmes en la Roca que es Cristo.
  5. Esfuérzate. El Salmo 1 dice que bienaventurado es el hombre que encuentra su deleite en la ley del Señor, ¿y cómo pasa esto? Porque medita en ella de día y de noche. Este es un punto difícil para mí, no siempre paso todo mi día meditando en lo que leí. Debo meditar en la Palabra para que se convierta en mi deleite y de esta manera será más fácil para mí ser paciente para encontrar todos los tesoros que no se esconden, sino que están expuestos para que los que aman su Palabra los encuentren.
  6. Estudia. Tenemos miles de recursos en donde podemos ampliar nuestro conocimiento en cuanto al contexto, la cultura, el idioma, las regiones, los grupos, las costumbres, etc. Estudiemos, esforcémonos, invirtamos tiempo. La Biblia es nuestro oxígeno y pensemos que esa es la importancia que debemos darle.

 “Un día sin leer la Biblia es un día perdido” -Spurgeon. 

Es probable que no todos los días comprendamos el 100% de lo que leamos, pero nunca nuestro tiempo será desperdicio, sujetándonos en obediencia a escuchar la voz de nuestro Creador. 

Así será Mi palabra que sale de Mi boca, no volverá a Mí vacía sin haber realizado lo que deseo, y logrado el propósito para el cual la envié. Isaías 55:11

Mirna Espinoza, guatemalteca con un corazón rebelde que es constantemente corregido por Dios. Salvada por gracia y sin merecerlo. Siempre estudiante y nunca maestra. Sirve al Señor siendo colaboradora para Lifeway Mujeres, en su iglesia local y escribiendo en su blog personal Eufonía, IG: @eufoni.a (para visitarlos solo da clic sobre el nombre del blog y/o sobre nombre de usuario de Instagram)

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