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Por Mayra Beltrán de Ortiz

No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca. 
Hebreos 10:25

Desde principios del 2020, la iglesia alrededor del mundo ha enfrentado un reto: La pandemia COVID19.

En sus inicios esta pandemia propició que las iglesias fueran cerradas por meses junto con muchos otros lugares para evitar el contagio de un virus desconocido y altamente contagioso. Había mucho temor e inseguridad en todas partes y por consiguiente dentro del pueblo de Dios.

La mayoría de las iglesias optaron por transmitir los servicios de manera virtual a través de las plataformas disponibles. Esto produjo entre los feligreses una especie de “comodidad” ya que podían ver los servicios desde cualquier área de sus hogares y desde cualquier dispositivo móvil con acceso a internet y muchos hasta desde sus camas.

Pasado unos meses, llegó el momento en que se abrieron las iglesias, se flexibilizaron las medidas restrictivas y se creó un protocolo muy específico en cuanto al número de personas que se podían reunir, la distancia entre unos y otros al sentarse, uso de mascarillas obligatorio, y el uso de desinfectantes para las manos a la entrada a los templos.

La asistencia poco a poco fue aumentando, pero muchos se quedaron con la opción de no asistir a la iglesia de manera presencial y optaron por quedarse viendo los cultos de manera virtual, algunos con razones válidas, otros con malas excusas.

La palabra “excusa” me trae a la memoria algo que mi padre siempre nos decía: “desde que se inventaron las excusas, nadie queda mal.”  Definitivamente este período COVID 19 es perfecto para aplicar muchas de las excusas que ponemos para no congregarnos.

Es bueno diferenciar lo que son las excusas de lo que son razones. Una razón es lo que ofrecemos cuando no estamos en capacidad de hacer algo, mientras que una excusa es lo que ofrecemos cuando no queremos hacer algo y lo evadimos. En este sentido la mayoría de las personas transforman las excusas en razones para calmar la conciencia por no asistir a la iglesia.

Es bueno que podamos ir a la Palabra de Dios y ver qué nos dice sobre congregarnos.  Recuerdo algo que dijo el Pastor Miguel Núñez: “una vez que vivimos en una sociedad con una cosmovisión postmoderna que promueve un hombre individualista y egocéntrico, que ve las relaciones sociales, como intercambios de información más que conexiones con calidad humana”. El Pastor Núñez sigue diciendo que este tipo de pensamiento individualista se ha hecho presente en la iglesia de Dios, llevando a muchos a creer que no hace falta congregarse para ser cristiano.

Definitivamente nunca debemos tomar los mandatos de la Palabra de Dios a la ligera, y Hebreos 10:25 es uno, que desafortunadamente muchos cristianos frecuentemente pasan por alto.

No dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca. Hebreos 10:25

La Biblia va más allá al llamar a la Iglesia la “Novia de Cristo’.’ Si amamos a Jesús, también vamos a amar las cosas que Él ama, y Él ama a su Novia.  La Iglesia es así de importante para Dios, por lo que debe ser así de importante para nosotras.

Es bueno recordar que Dios no nos llamó a congregarnos y adorarlo para cargarnos, sino para bendecirnos. Asistir a la iglesia es una de las mayores bendiciones en nuestras vidas y en la vida de nuestra familia. Hay además algo bíblicamente poderoso sobre congregarse con otros creyentes a adorar. Jesús dijo, Porque donde están dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos (Mateo 18:20). Así que no solamente Él vive en nosotros por Su Espíritu, sino que está en medio de nosotros cuando nos reunimos para adorarlo.   

Como dice el pastor y escritor cristiano Burk Parson, “no vamos a la iglesia,  nosotros somos la iglesia y vamos a adorar.”

Entendemos que este período de pandemia, provoca que algunos hermanos por razones válidas necesiten de no congregarse en ocasiones, pero no es el caso de la gran mayoría que se ha acomodado con malas excusas para no hacerlo. Algunas de las excusas más frecuentes a través de los años que encontramos para no congregarnos son: “Este es mi tiempo de familia”, “Es mi único día libre”, De niña me obligaban a ir”, “Hay demasiado hipócritas en la iglesia”, “No necesito ir a la iglesia para adorar a Dios”.

Como dijimos anteriormente, el Señor nos ha ordenado no dejar de congregarnos. La ausencia en congregarnos afecta nuestro estado espiritual. Jesús diseñó el cristianismo y el progreso de nuestro discipulado centrado en congregarnos. Estar con la iglesia es espiritualmente bueno para nosotras. No congregarnos físicamente con la iglesia nos hace daño espiritualmente.

En conclusión, el mandato bíblico de congregarnos no es difícil (1 Juan 5:3). El Señor nos ha llamado y nos ha separado para sí para que seamos un pueblo apartado, santo, unido, y que congregados en Su nombre le demos alabanza y adoración. No permitamos que las malas excusas nos impidan asistir a la iglesia y crecer espiritualmente. Que podamos vivir como el rey David cuando expresa en el Salmo 84:10 que mejor es estar un día en Tus atrios, que mil fuera de ellos.

Mayra Beltrán de Ortiz, decidida a honrar el diseño de Dios para la mujer. Esposa de Federico Ortiz hace 45 años, madre de José Alberto y Erika y abuela de Noé, Renata y Jaime Alberto. Graduada del Instituto Integridad & Sabiduría. Miembro y diaconisa de la Iglesia Bautista Internacional (IBI) donde es parte del Cuerpo de Consejeros y es Encargada del Ministerio de Mujeres EZER.

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