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Por Lily Llambés 

Cada última semana del año generalmente nos encontramos haciendo una evaluación de lo que vivimos. Muchas veces han sido años de deseos cumplidos, sufrimientos, esperas y decisiones que en ocasiones no han sido conforme a la voluntad de Dios. Cambios de país, de casa, de trabajo, de ministerio, de perdida de seres amados y un sin fin de cosas más. Sin embargo, al terminar el año debemos hacernos la pregunta, ¿hemos crecido en meditar la Palabra, en oración y en vidas en santificación progresiva que glorifiquen al Señor? Ya que es así como realmente podemos vivir con esperanza cada momento de nuestras vidas. ¿Hemos vivido en sumisión al Señor, como dice Su palabra?  

No pierdas el tiempo discutiendo sobre ideas mundanas y cuentos de viejas. En lugar de eso, entrénate para la sumisión a Dios. «El entrenamiento físico es bueno, pero entrenarse en la sumisión a Dios es mucho mejor, porque promete beneficios en esta vida y en la vida que viene» (1 Tim. 4:7-8, NTV). 

Las misericordias del Señor son nuevas cada mañana y es lo hermoso de nuestro gran Dios, que a pesar de como el año haya terminado, Él nos sostiene de Su mano. Vivimos esperanzadas en nuevas oportunidades, porque tenemos la certeza de que el Espíritu de Dios que mora en nosotros no nos dejará como estamos. Aun cuando no sabemos ni como orar, Él si sabe y nos da de Su ayuda. 

De la misma manera, también el Espíritu nos ayuda en nuestra debilidad. No sabemos orar como debiéramos, pero el Espíritu mismo intercede por nosotros con gemidos indecibles. Y Aquel que escudriña los corazones sabe cuál es el sentir del Espíritu, porque Él intercede por los santos conforme a la voluntad de Dios (Rom. 8:26-27, NBLA). 

Quizás podemos hacer muchos compromisos de cambios en nuestras vidas, pero lo que realmente es importante, es que cada día recordemos la gracia del evangelio, eso de por sí ya nos recuerda la esperanza con que debemos vivir. Así que nuestra transformación se va dando en el día a día, únicamente por la gracia de nuestro Señor, ya que nada bueno viene de nosotros. Muchas veces nos enfocamos en los grandes acontecimientos, pero no debe ser así, debemos vivir los pequeños momentos, porque son ellos que van moldeando nuestro carácter. Debemos vivirlos firmes en el fundamento de la Palabra y la guía del Espíritu Santo. 

«Tú eres mi refugio y mi escudo; tu palabra es la fuente de mi esperanza» (Sal. 119:114, NTV). 

Una de las mejores decisiones que podemos tomar para este nuevo año es no querer cambiar nuestras circunstancias, ni a las personas que nos rodean, sino crecer en santidad, viviendo vidas que apunten a la glorificación del Señor. Para eso, nos toca ser intencionales de manera que nuestra prioridad sea la meditación de la Palabra día a día, la oración y que nuestras vidas reflejen la verdad del evangelio de Jesucristo en nuestras vidas. 

Descansemos con plena seguridad que nuestro Dios es un Dios de gracia que nos conoce perfectamente. Él sabe lo que necesitamos y en qué áreas de nuestra vida necesitamos un cambio. Él nos llevara por ese camino si nuestra voluntad está sometida a la de Él. 

Recordemos que Él es un Dios de gracia y de esperanza y que el aquí y ahora están preparándonos para llegar a nuestra verdadera ciudadanía por la eternidad. Recordemos, cuando nos visite alguna prueba en este año:  

«Pues esta aflicción leve y pasajera nos produce un eterno peso de gloria que sobrepasa toda comparación, al no poner nuestra vista en las cosas que se ven, sino en las que no se ven; porque las cosas que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Cor. 4:17-18, LBLA). 

«Y no solo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones, sabiendo que la tribulación produce paciencia; y la paciencia, carácter probado; y el carácter probado, esperanza; y la esperanza no desilusiona, porque el amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por medio del Espíritu Santo que nos fue dado» (Rom. 5:3-5, LBLA). 

Liliana Llambés, misionera por más de 15 años con la IMB. Su pasión es llevar el mensaje de salvación donde el Señor la envíe y hacer discípulos a mujeres de todas las edades, con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Gracia en la ciudad de Panamá. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Autora del libro 7 disciplinas espirituales para la mujer. Esposa del pastor-misionero, Carlos Llambés, madre de 4 hijos adultos y 9 nietos. Actualmente reside en Panamá en donde junto a su esposo están realizando trabajo misionero. Puedes seguirla en Facebook: @lilyllambes, Instagram: @lilyllambes,Twitter @lilyllambes, su blog liliana.llambes.org

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