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Miqueas 7:18

¿Qué Dios como tú, que perdona
la maldad, y olvida el pecado del
remanente de su heredad?…

—RVR 1960

¿Te han puesto un apodo? Generalmente los apodos se usan para señalar alguno de nuestros defectos, más que nuestras virtudes. Los estudiosos piensan que el nombre de Miqueas era un apodo y no el nombre real del profeta. Su nombre significa: «¿Quién es como Jehová?». En otras palabras: «¿Quién como Dios?».

Como vemos, su apodo o nombre no señalaba ni defectos ni virtudes del profeta, sino el tema central de su mensaje: un Dios sin comparación. Los lectores de la época solo debían mirar alrededor para descubrir que el resto de los dioses era vengativo. ¿Qué otro Dios pasaría por alto los pecados de Su pueblo? ¿Qué otro Dios se deleitaba en mostrar Su amor inagotable?

Hoy día podemos realizar el mismo ejercicio. Asómate a las religiones y a las cosmovisiones modernas. El dinero, la fama, el poder, ¿acaso arrojan nuestros pecados al mar? Los dioses de piedra y las deidades místicas, ¿muestran fidelidad?

No hay Dios como el Gran Yo Soy. No hay Dios que pueda compararse al Jehová del Antiguo Testamento, que en el Nuevo Testamento se presenta en carne como Jesús, Hijo de Dios. ¿Qué otro Dios bajaría del cielo para salvar a la humanidad que aún hoy día lo rechaza? Nuestro Dios es inigualable.

Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos.

JUDAS

Un devocional de Destellos de esperanza (B&H en Español)

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