Por Cathy Scheraldi de Núñez
1 Timoteo 2:5-6 nos dice “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús hombre, quien se dio a sí mismo en rescate por todos.”
Nuestro Dios es perfecto y no es caprichoso, es por eso que debemos buscar la razón por la cual la salvación es solamente a través de Jesús. Para entenderlo, es importante regresar al principio donde todo comenzó. Dios creó un mundo perfecto y colocó dos personas sin pecado. El único requisito que Dios puso sobre ellos era no comer de la fruta del árbol del conocimiento del bien y del mal (Génesis 2:17) y ellos no lo cumplieron.
Si volvemos a leer a Génesis 3 y todo lo que siguió desde ese momento, notamos que inmediatamente el mundo entero se trastornó. Evaluando esto superficialmente pareciera que el castigo fue mucho más severo que la infracción. Sin embargo, sabemos que Dios es justo, entonces nos preguntamos, ¿Por qué Él pensó que comer un fruto merecía la muerte y un cambio total en el funcionamiento del mundo? La respuesta es por la desobediencia a un Dios Santo y que ama en todo tiempo.
Dios es el creador y Él tiene el derecho de dirigir su creación como Él quiere porque en su omnisciencia Él conoce lo que es mejor. En su bondad, creó todo perfecto, y vivir de acuerdo con sus reglas nos traería una vida fácil y productiva. Dios creó todo por amor y en su misericordia Él sigue amándonos, a pesar de nuestros pecados. Adán y Eva se arrepintieron y fueron perdonados (Génesis 3:21) a pesar de que la penalidad por el pecado era la muerte inmediata (Génesis 2:17), por gracia ellos no murieron ese día, sino que vivieron más de 900 años. Y desde entonces todos nacemos con una naturaleza pecaminosa. David lo confirmó en el Salmo 51:5 cuando dijo “He aquí, yo nací en iniquidad, y en pecado me concibió mi madre”, y desde entonces, Dios ha demostrado Su paciencia por generaciones. No hay nadie, aparte de Jesús, que haya vivido una vida sin pecado (Romanos 3:10).
En Éxodo 20:3-4 Dios nos mandó a no tener ídolos delante de Él y Jesús mismo nos reiteró la idea en Mateo 22:37 “AMARÁS AL SEÑOR TU DIOS CON TODO TU CORAZÓN, Y CON TODA TU ALMA, Y CON TODA TU MENTE.” Esto es imposible para pecadores porque cada vez que pecamos, estamos amando más el pecado que a Dios y esto por definición es idolatría.
A pesar de que Dios siempre nos ha tratado bien, desde Adán y Eva hasta nosotros, pecamos contra Él y entonces tenemos una deuda. Como el pecado fue cometido contra un Dios perfecto, solamente un hombre perfecto podía pagarlo y como todos somos pecadores, Dios en su bondad y misericordia mandó a la segunda persona de la Trinidad para morir en nuestro lugar y pagar esa deuda. Como no podemos cumplir la ley, el único recurso que existe es creer en Jesucristo como El Señor y Salvador (Efesios 2:8).
Jesucristo demostró de nuevo Su amor para con nosotros, en que, siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros y entonces somos salvos de la ira de Dios (Romanos 5:8-9). Jesús que no conoció pecado, se hizo pecado por nosotros, para que fuéramos hechos justicia de Dios en Él (2 Corintios 5:21). En otras palabras, Jesús hizo por nosotros, lo que fue imposible por nosotros hacer. Por eso Pedro, cuando estaba lleno del Espíritu Santo predicando sobre Jesús, dijo en Hechos 4:12 “en ningún otro hay salvación, porque no hay otro nombre bajo el cielo dado a los hombres, en el cual podamos ser salvos.”
Nosotros somos incapaces de amar a Dios con toda nuestra mente, corazón y fuerza, entonces Dios mismo, en la segunda persona de la Trinidad se hizo hombre, vivió una vida perfecta y murió en nuestro lugar. Su vida propició la ira de Dios y la vida que Él vivió fue imputada a nosotros como si nosotros fuimos quienes la vivimos y Él recibió lo que nosotros merecíamos, la muerte.
Es por esto que hoy podemos clamar como Pablo “¡Oh, profundidad de las riquezas y de la sabiduría y del conocimiento de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios e inescrutables sus caminos!” (Romanos 11:33)
Cathy de Núñez, es parte del ministerio para mujeres “Ezer” de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo, Directora Programa Radial Mujer para la gloria de Dios y co-escritora del libro “Revolución Sexual” junto con su esposo el pastor Miguel Núñez. Puedes seguirla en Facebook y Twitter.