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Por Ana Robinson

Cuando te enfrentas a alguna situación inesperada, ¿cómo reaccionas? ¿Con paz y confianza? O ¿tiendes a estresarte? Cuando alguien interrumpe tus planes, ¿respondes con gozo y paciencia? O ¿tus palabras brotan con un tono hiriente? Cuando tu amiga te cuenta algún problema, ¿solo te unes a ella en su preocupación? O ¿tienes palabras sabias del Señor para el momento indicado? Esto nos lleva a preguntarnos, ¿cuánto de Su Palabra habita en nosotras?

Su Palabra guía nuestros sentimientos

La Palabra de Dios es completa para ayudarnos en toda situación de la vida, pues en ella encontramos consuelo, ánimo y esperanza. La Palabra de Dios es medicina para nuestras almas porque la Biblia está llena de los deseos de Dios para moldear nuestros deseos.

El salmista dice: «La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma;

El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo.

Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón.» (Salmos 19: 7, 8a)

Cuando no nos alimentamos de la Palabra de Dios, estas verdades se pierden en nosotras para dar lugar a la confusión en nuestros sentimientos y comienzan a gobernar todo nuestro ser hasta volverse una verdad muchas veces alejada de Su voluntad. Por ejemplo, en situaciones difíciles fácilmente perdemos el control que se vuelven momentos en los que reacciono con impaciencia hacia mis hijos y falta de amor hacia mi esposo.

Por lo tanto, debemos dejar que la Palabra de Dios nos nutra cada día para llenarnos de la verdad constantemente. Y en los días difíciles, debemos detenernos, calmar nuestras emociones y recordarnos la verdad a nosotras mismas.

Ruth Chou Simons nos dice en su libro Llenas de verdad, «La práctica de predicarte la verdad a ti misma no es un método para encubrir tu forma de autoayuda o una fórmula para el éxito. Es una manera de afrontar pruebas y desafíos de fe con la verdad de lo que es inmutable en Cristo».

Si queremos ser mujeres que reaccionan con gozo y que reflejan a Cristo en todo, tendremos que someter nuestros sentimientos a Su Palabra.

Su Palabra informa nuestros pensamientos

La Palabra de Dios nos ofrece sabiduría para tomar decisiones que traen honra a Dios y nos hacen bien a nosotras.

El salmista sigue diciendo: «El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos.

El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre;

Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos.» (Salmos 19: 8b, 9)

Nuestro Dios no nos ha dejado solas para averiguar cómo cultivar vidas que le agraden a Él. No, Él quiere ayudarnos. Él quiere que le busquemos. ¡Y Él quiere que le encontremos! Su Palabra no es un rompecabezas difícil de armar. Su Palabra es una guía en donde Él se ha revelado para que le conozcamos. Y para que le conozcamos profundamente (Mt 7:7,8).

Su Palabra refina nuestras palabras

Cuando somos constantes en el estudio de la Biblia, nuestras palabras se van refinando. Es como si el lenguaje de la Biblia se convirtiera en nuestro lenguaje natural. La respuesta piadosa viene a nuestra mente con rapidez y firmeza.

Presta atención a lo que dice Pablo en su carta a los Corintios: «Yo mismo, Pablo, les ruego por la mansedumbre y la benignidad de Cristo, yo, que soy humilde cuando estoy delante de ustedes…» (2 Cor 10:1) ¿No quisieras hablar honestamente con mansedumbre y humildad todo el tiempo y en toda circunstancia?

Si nuestro Dios nos ha ordenado que cuidemos lo que decimos, Él también nos dará la forma y el ejemplo de hacerlo correctamente en Cristo. Y podemos conocer la manera en la que Cristo habla a través de la Biblia. El salmista dice: «Sean gratas las palabras de mi boca y la meditación de mi corazón delante de Ti,

Oh Señor, Roca mía y Redentor mío.» (Salmos 19: 14)

¡Qué nos unamos con el salmista pidiéndole a Dios que filtre y refine nuestras palabras!

Su Palabra dirige nuestras acciones

Si nos alimentamos de la Palabra de Dios diariamente, en el momento preciso podremos mostrar de ese buen fruto. Si nuestras mentes y corazones están arraigados a la verdad, seremos capaces de responder ante esas situaciones inesperadas de maneras que honren a Dios. Si constantemente estamos llenas de la verdad, tomaremos decisiones sabias y actuaremos conforme al plan de Dios.

El rey David dice lo siguiente acerca de los mandamientos, el temor y los juicios del Señor:

«Deseables más que el oro; sí, mas que mucho oro fino,

Más dulces que la miel y que el destilar del panal

Tu siervo es amonestado por ellos;

En guardarlos hay gran recompensa.» (Salmos 19:10-11)

¡Qué gozo y qué paz encontramos al obedecer los mandatos de Dios!

Que Su palabra habite en nosotras

El Señor nos apartó para Él cuando nos salvó por gracia. Sin embargo, todavía hay mucho que refinar, cambiar y santificar en este mundo. No basta con haber leído la Biblia una vez a la semana o al mes. Necesitamos leer y estudiar la Palabra de Dios durante todo nuestro caminar cristiano.

Es posible poner en práctica la sabiduría de Dios cuando Cristo ilumina nuestros corazones. Es posible entender la Palabra de Dios cuando pedimos al Espíritu Santo quien nos capacita para comprenderla. Es posible obedecer lo que hemos comprendido a través del poder de Cristo que vive en nosotras (Col 3:16).

¡Qué gozo es poder conocer a Dios por medio de Su Palabra!

Recurso recomendado
Llenas de verdad es un estudio bíblico para hacerse en 7 sesiones. En él, profundizarás en la carta de Pablo a los Colosenses aprendiendo a aplicar las verdades bíblicas a tu vida diaria. Te examinarás a través de preguntarte: ¿Quién es Dios? ¿Quién soy en Cristo? ¿Cómo me muevo en fe? ¿Cómo confío en la provisión de Dios para esta situación? Para aprender la práctica de predicarte la verdad del evangelio a ti misma.


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