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Plan de Oración Familiar [Junio]

June 1, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

Comencemos este mes de junio juntas, en Lifeway Mujeres anhelamos que sea un mes para crecer en tu vida de oración, no solo de forma personal, sino también junto a tu familia. La forma es muy fácil, y te lo explicaremos en tres sencillos pasos:

  1. Lee el pasaje señalado diariamente.
  2. Medita en él o dialoga sobre su contenido con tu familia. En ocasiones te ayudaremos con preguntas que puedes plantear.
  3. Ora con la dirección que el texto te dé, que sea la Escritura la que nutra tus palabras hacia Dios

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Encontrando sabiduría para el día a día

May 31, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Mayra Beltrán

«La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; el testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo» (Sal. 19:7)

Cuando hablamos de sabiduría siempre me viene a la memoria la historia de Salomón, que conocí de parte de mi padre desde muy niña y la cual encontramos en 1 Reyes 3:16-28. En esta historia podemos ver como la sabiduría que viene de Dios puede ayudarnos a manejar casos difíciles, al igual que ayudó a Salomón a saber cuál era la verdadera mamá de un bebé cuando dos mujeres vinieron a él y reclamaban ser la madre del niño en cuestión.

No es una sorpresa para nadie que estamos viviendo en un mundo muy complejo y a medida que pasan los días se torna aún más complejo. Es por esta razón que tenemos que navegar en él con sabiduría. Necesitamos más que nunca esa sabiduría que viene de Dios, no podemos salir de nuestros hogares todos los días vacías y solas, ya que la sabiduría divina es la que nos puede blindar de los muchos peligros y dificultades.

El temor del Señor es el principio de la sabiduría

La sabiduría divina no es únicamente ser brillante o tener inteligencia humana como en la actualidad muchos piensan, sino que la misma viene con el temor del Señor. Proverbios 9:10 nos dice que «El principio de la sabiduría es el temor del SEÑOR, y el conocimiento del Santo es inteligencia». No importa las distinciones, máximos honores y premios que una persona tenga, no podemos decir que esa persona es sabia si esa persona no teme a Dios, si esa persona no huye y evita aquellas cosas que no agradan a Dios. Cuando la sabiduría de Dios está en función, la lucha de superar el pecado es un problema menor. Cuando la sabiduría de Dios te está guiando, tienes el sentido común de evitar ciertos caminos, amigos, relaciones, negocios, contratos, conversaciones y hábitos que te puedan llevar hacia los precipicios de la vida.

Proverbios 4:7-8 nos dice: «Lo principal es la sabiduría; adquiere sabiduría, y con todo lo que obtengas adquiere inteligencia. Estímala, y ella te ensalzará; ella te honrará si tú la abrazas».

Promesa de Dios:

«Pero si alguno de vosotros se ve falto de sabiduría, que la pida a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada». (Sant. 1:5). Si nos fijamos en el contexto de esta promesa, ¡necesitamos sabiduría durante las tormentas y las pruebas de la vida! ¿Tienes un problema o un tema en tu vida que necesita ser arreglado? ¡Necesitamos la sabiduría de Dios! Necesitamos sabiduría para criar a nuestros hijos, manejar nuestras finanzas y tener relaciones sanas.

El libro de Proverbios

Sabemos que el Rey Salomón, inspirado por Dios, escribió la mayoría de los proverbios. Salomón tenía mucho que decir porque Dios lo bendijo con sabiduría cuando este le pidió sabiduría en lugar de riquezas y honor (2 Crón. 1:10). El libro de Proverbios es un libro de sabiduría para la vida cotidiana. A pesar de que Proverbios no representa un planteamiento exhaustivo de cada tema, nos permite reorientar nuestros pensamientos y tener una perspectiva fresca ante situaciones cotidianas.

¿Cómo obtenemos sabiduría?

«Porque si clamas a la inteligencia, y alzas tu voz al entendimiento, si la buscas como a plata, y la procuras como a tesoros escondidos, entonces entenderás el temor del SEÑOR, y descubrirás el conocimiento de Dios» (Prov. 2:3-5).

· Desea sabiduría: debemos sentir hambre por ella, añorarla. Proverbios 4:8: «Estímala, y ella te ensalzará; ella te honrará si tú la abrazas».

· Busca sabiduría: orando, leyendo y meditando la Palabra de Dios (Ora Efesios 1:17-18).

· Aplícala a tu vida: lee libros de teología, libros que destilen la sabiduría de Dios.

· Teme al Señor: «Del norte viene dorado esplendor: majestad impresionante alrededor de Dios. Es el Todopoderoso; no le podemos alcanzar; Él es grande en poder, y no pervertirá el juicio ni la abundante justicia. Por eso le temen los hombres; Él no estima a ninguno que se cree sabio de corazón» (Job 37:22-24).

· Busca amigos sabios: te vuelves como las personas con la cuales andas. «Él que anda con sabios será sabio, mas el compañero de los necios sufrirá daño». (Prov. 13:20).

· Pensemos en nuestra muerte a menudo: «Enséñanos a contar de tal modo nuestros días, que traigamos al corazón sabiduría» (Sal. 90:12). Nada nos purga más de la necedad como pensar en nuestra propia muerte.

· Finalmente, vayamos a Cristo, «en quien están escondidos todos los tesoros de la sabiduría y del conocimiento» (Col. 2:3).

Conclusión:

No podemos vivir una vida exitosa, fructífera y completa sin la sabiduría de Dios. Diariamente hacemos docenas de elecciones, algunas buenas, algunas malas, algunas sumamente desastrosas. Solamente la sabiduría de Dios nos puede guiar en los pasos apropiados que debemos tomar en el medio de aparentemente tantas buenas opciones. La sabiduría de Dios es sólida, más fuerte y más profunda que una buena educación. Con todos los peligros que nos rodean, es de mucho riesgo no tener sabiduría divina. Nuestro mañana es un producto de la aplicación de la sabiduría de hoy. La Palabra de Dios, la Biblia, tiene toda la sabiduría que necesitamos para vivir una vida de triunfo en esta tierra.

Mayra Beltrán de Ortiz, decidida a honrar el diseño de Dios para la mujer. Esposa de Federico Ortiz hace 45 años, madre de José Alberto y Erika; abuela de Noé, Renata y Jaime Alberto. Graduada del Instituto Integridad & Sabiduría. Miembro y diaconisa de la Iglesia Bautista Internacional (IBI) donde es parte del Cuerpo de Consejeros y es Encargada del Ministerio de Mujeres EZER

¡Estudia y vive tu Biblia!

May 24, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana González de Benítez

La Biblia es la Palabra de Dios y la autoridad suprema del creyente. Por lo tanto, es indispensable que las mujeres cristianas no nos conformemos con leer las Escrituras, necesitamos estudiarlas con diligencia y disciplina. Cuando pasamos tiempo escudriñando la Biblia crecemos en la gracia y el conocimiento de nuestro Señor y Salvador.

Las personas que acostumbran a leer breves pasajes de la Biblia, saltando de un libro a otro, son proclives a ser engañadas por falsas doctrinas y a tergiversar la Palabra de Dios. El Señor se ha revelado de manera progresiva en las Escrituras y es vital que tú y yo aprendamos a interpretar su mensaje con exactitud. Solo así podremos presentarnos delante de Dios como siervas fieles, sin nada de qué avergonzarnos (2 Tim. 2:15).

Aquí voy a mostrarte siete principios de interpretación que enseña el profesor de estudios bíblicos Robert L. Plummer en su libro: 40 Preguntas sobre cómo interpretar la Biblia. Si los pones en práctica, podrás estudiar con precisión las Escrituras y vivir para la gloria de Dios.

1) Acercarte a la Biblia en oración

La oración debe ser el inicio de todo estudio bíblico. Nuestras mentes corrompidas por el pecado tienden a negar o suprimir la revelación de Dios (Rom. 7:23). Por eso necesitamos confesar nuestra inclinación al engaño y suplicar la guía del Espíritu Santo. Si comenzamos nuestro estudio sin haber orado, no podremos esperar que el Espíritu de Dios nos guíe a toda verdad y corremos el riesgo de hacer interpretaciones erradas.

2) Lee la Biblia como un libro que lleva a Jesús

Estudiar la Palabra de Dios sin buscar a Jesús en el texto es un error garrafal. La Biblia es un libro que de principio (Génesis) a fin (Apocalipsis) tiene un hilo conductor: el plan salvador de Dios mediante la muerte y resurrección de Jesucristo. Sin embargo, no todos los textos apuntan a Jesús de la misma manera. El Antiguo Testamento anuncia de forma anticipada la venida del Mesías y Su obra de redención. El Nuevo Testamento, por su parte, muestra el cumplimiento en Cristo de toda la ley y la consumación de la promesa de redención. Si desviamos la mirada del protagonista de la historia (Jesús) interpretaremos mal las Escrituras.

3) Deja que las Escrituras interpreten las Escrituras

La Biblia es inspirada por Dios (2 Tim. 3:16). Por lo tanto, es inerrante, infalible y no se contradice. Tanto Lutero como Calvino hicieron hincapié en la regla básica de la interpretación: «La Biblia se interpreta a sí misma». Esto significa que ninguna parte de la Escritura debe ser interpretada de tal modo que ocasione un conflicto con otra parte de la Escritura. De ahí que los pasajes oscuros deben examinarse a la luz de los más claros.

4) Medita en la Palabra

La Biblia no debe estudiarse de manera superficial. Su estudio amerita la meditación prolongada. Cuando rumiamos la Palabra de Dios en nuestras mentes desarrollamos pensamientos santos (1 Cor. 2:16). El salmista expresó: «Meditaré en toda Tu obra, y reflexionaré en Tus hechos» (Sal. 77:12). Sin meditación no podremos discernir el verdadero significado del texto sagrado.

5) Estudia la Biblia con fe y obediencia

Las verdades reveladas en la Biblia deben ser aceptadas con fe y obediencia. Esto es únicamente posible cuando estamos en Cristo. Los que dicen creer en Dios y de manera reiterada infringen Su Palabra demuestran con sus hechos que su profesión de fe es falsa. Jesucristo dijo a sus seguidores: «Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos» (Juan 14:15). El amor sincero hacia nuestro Dios se demuestra por medio de la obediencia.

6) Lee la Biblia en comunidad

Fuimos creadas para adorar a Dios en comunidad. El Señor nos ha dado Su cuerpo (la iglesia) para que tengamos comunión unos con otros. Cada miembro del cuerpo de Cristo tiene una función específica. Hay hermanos en la fe que se han capacitado para enseñar la Palabra de verdad. Cuando leemos y estudiamos la Biblia en la congregación de los santos tenemos la oportunidad de hacer preguntas, aclarar dudas e interpretar las Escrituras de forma responsable.

7) Vive tu Biblia

Una vez que hemos puesto en práctica los principios de interpretación y hemos comprendido de manera fiel un pasaje de las Escrituras, el siguiente paso es aplicar esas verdades reveladas a nuestra vida. De lo contrario, habremos realizado un ejercicio académico sin fruto, puesto que no logramos el fin último del estudio bíblico: aplicar lo aprendido y vivirlo a plenitud.

C.H. Spurgeon expresó: «¡El mundo aceptará la verdad y será más probable que acepte a Cristo cuando las vidas de los cristianos sean mejores, y cuando la Biblia de la vida del cristiano vaya de acuerdo con la Biblia de la doctrina cristiana!».

Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

¿Cómo aplicar lo que estudio en mi Biblia a mi vida diaria?

May 17, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Susana de Cano

El Salmo 119 es un banquete de alimento espiritual. Es la oración más larga en la Biblia entre un hombre necesitado y su Dios, quien suple su necesidad. Este salmo constantemente está uniendo la importancia de leer, memorizar, meditar y conocer la Palabra de Dios con la pronta obediencia de nuestros pies, de nuestras manos y de nuestra boca. Si algo te puedas llevar de este artículo que sea este pensamiento: El camino de la obediencia es informado por Su Palabra que es nuestra felicidad (Sal. 119:1-3) de manera que caminemos con Dios, confiemos en Él y vivamos Su Palabra (Sal. 119:4-5).

DISCIPLINA Y ORACIÓN

Un ingrediente importante en nuestra lectura bíblica es la intencionalidad, la cual se cultiva a través de la disciplina y la oración. Si deseamos aplicar la Biblia a nuestras vidas, tenemos que empezar leyéndola todos los días; además, leerla completa, no solamente un versículo aislado del propósito y sentido del resto del libro, evangelio o salmo. La Biblia es tu alimento diario que te permite tener Sus ordenanzas en tu boca y en tu corazón (Sal. 119:8).

Luego que has leído la Palabra, ten cerca de ti un cuaderno, o en tu misma Biblia, y escribe la idea central de la porción que leíste. Seguidamente, escribe el versículo que te ha llamado la atención con el propósito de memorizarlo. Puedes unirte con alguien más para este propósito de manera que se ayuden mutuamente en esta disciplina.

Por último, escribe una oración acerca del área de lucha o aprendizaje que Dios te mostró o inquietó. Pide al Espíritu Santo que te ayude a depender de Sus fuerzas, de Su sabiduría y de Su ayuda en este proceso. Lo más difícil no es hacer, es estar convencidas de que necesitamos hacerlo. Tampoco esperes sentir hacerlo, pues no nos dejamos guiar por nuestros sentimientos, más bien aférrate a la verdad que has leído y creído para aplicarla con la mirada puesta en el Dios que te ha bendecido y llamado a una relación viva con Él.

GUARDAR LA PALABRA DE DIOS

Luego de orar, meditar y escribir la exhortación que Dios te está haciendo, pregúntate: ¿Cómo guardo Su Palabra en esta área? ¿A qué te llama a obedecer? Puede ser que necesitas pedir perdón o perdonar, buscar reconciliación, dejar un hábito o confesar un pecado a Dios y a alguien más. Sea lo que sea, hazlo con la certeza de que el Espíritu Santo está contigo.

A medida que conoces más y más la Palabra, empezarás a amar más a su Autor. Obediencia y amor van de la mano. Jesús lo expresó así: «Si ustedes me aman, guardarán Mis mandamientos», Juan 14:15.  Lo cierto es que no puedes amar a quien no conoces. Por eso, la Palabra de Dios nos apunta a conocer a una Persona: Jesucristo (Luc. 24:44); para imitarlo (Rom. 8:29) al despojarnos del viejo hombre que está viciado por sus deseos engañosos, para renovar nuestra mente en la Palabra y vestirnos de Cristo (Ef. 4:22-24). El fruto de tu estudio bíblico no es automático, requiere de meditación, compañerismo y mucha oración porque es nuestro corazón el que está siendo transformado por el Espíritu Santo hacia la persona de Jesús.

APLICA LA PALABRA

Quiero compartirte estas preguntas que pueden ayudarte a examinar tu corazón junto con tu lectura bíblica. Analiza: ¿En qué meditas más? ¿Qué es lo que más deseas? ¿En qué te deleitas más? ¿Qué es lo que Dios está trabajando en tú corazón? ¿Cómo puedes glorificar a Dios en la lucha que has identificado? Si la porción de la Palabra que leíste te ha llevado a concluir que necesitas tomar acciones específicas, escríbelas; ora sobre ellas para que las puedas poner en práctica en el poder del Señor.

Vivir o aplicar la Palabra de Dios no es un asunto externo, es asunto interno —del corazón de donde provienen los pensamientos, las emociones y las motivaciones. Cuando leas la Palabra, busca a Cristo, quien es tú sabiduría (1 Cor. 1:31), Él te enseñará como atravesar las dificultades, a ver tu corazón y responder a Dios como Él es digno de ser respondido por Su hija amada. Tu lectura es importante, tu disciplina y oración también, pero todo esto con el propósito de andar como Cristo anduvo.

Por ejemplo, si Dios, en tu tiempo de lectura te ha mostrado que tienes rencor y enojo contra una hermana por tener expectativas que ella no cumplió, entonces pide perdón a Dios y acércate a tu amiga. Quizá lastimaste a tu amiga, quizá murmuraste en tu mente o con otras en contra de ella y pecaste al transgredir el segundo mandamiento. Pareciera algo escondido en tu corazón, pero que Dios sí conoce y desea que arregles para el bien tuyo y la gloria del evangelio que las ha unido en amistad (Sal. 119:11).

Sin embargo, te invito a ir más allá. Pregúntate: ¿Es usual en mí guardar rencor o enojarme con mis amistades porque no cumplen mis expectativas? Si el Espíritu Santo te muestra que es así, entonces has encontrado una raíz importante en tu corazón para ser entregada a Dios. Te has colocado en el centro priorizando tus deseos en vez de servir a otros: egoísmo. ¡Esto es aplicar la Palabra que leíste! ¡Este es el fruto!

El fruto de leer la Palabra es vivirla (Sal. 119:73). La Palabra de Dios está viva porque discierne nuestros pensamientos y nuestro corazón (Heb. 4:12), por eso es el medio que Dios usa para despertar nuestros corazones cegados a nosotras mismas y encaminarnos a activar nuestras manos, boca y pies de manera que hagamos lo que Dios nos pide hacer para Su gloria; también es el mapa que nos dirige a arrancar de raíz lo que nos estorba para aplicar Su Palabra a nuestra vida. Que podamos exclamar como el salmista: «¡Ojalá mis caminos sean afirmados para guardar tus estatutos!» (Sal. 119:5). Amén.

Susana de Cano. Casada con Sergio y juntos tienen tres hijos. Viven en la ciudad de Guatemala donde son miembros de Iglesia Reforma. Es directora de contenido del ministerio Reformadas. Actualmente estudia una Licenciatura en Teología en el Seminario Semper Reformanda, un Diplomado en Consejería Bíblica en el Seminario William Carey, y es profesora en el Seminario Teológico Centroamericano, SETECA. Creadora del blog ella habla Verdad y autora del libro: ¿Qué dice la Biblia acerca de…? Porque no toda frase que dice Señor, Señor, es verdad. Su oración es que las mujeres conozcan a Dios en Su Palabra, vivan Su Palabra y proclamen Su Palabra en el lugar donde Dios las ha colocado, y junto a quienes Dios les ha dado. Puedes seguirla en @ella_habla_verdad IG y FB, y en su blog: https://medium.com/hablemos-verdad.

La belleza de la teología aplicable

May 10, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Verónica Rodas

Que tan necesario es comprender la necesidad de aplicar a nuestro diario vivir cada enseñanza, predicación, lectura y consejo que viene de la Palabra de Dios. No solo conocer y entender sino aplicar esto, lo cambia todo. Nos ayuda a comprender mejor a Dios y Su plan para nuestras vidas y crecer en nuestra fe.

Vamos a leer y comprender juntas algunos versículos que nos ayudarán a reflexionar sobre la belleza de la teología aplicable:

Filipenses 4:8-9: «Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad. Lo que aprendisteis y recibisteis y oísteis y visteis en mí, esto haced; y el Dios de paz estará con vosotros».

Este versículo nos recuerda que debemos centrar nuestra mente en cosas que son agradables a Dios y en las enseñanzas que Él nos dejó. Cuando estudiamos la teología y aplicamos sus principios en nuestra vida, estamos fortaleciendo nuestra identidad y creciendo en nuestra fe.

Leemos en Efesios 2:10: «Porque somos hechura suya, creados en Cristo Jesús para buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano para que anduviésemos en ellas».

En este pasaje vemos que somos creación de Dios y que Él nos ha diseñado para hacer en Su nombre las buenas obras que Él mismo preparó. Vemos que cada pasaje insiste en «hacer», «aplicar», «vivir» cada enseñanza y consejo.

Cuando aplicamos la teología en nuestras vidas, estamos buscando vivir de acuerdo con la voluntad de Dios y cumplir Su propósito para nosotros. Esto nos da identidad, nos hace fuertes contra todo ataque y somos libres de los engaños de nuestra mente, el mundo y el diablo.

En Proverbios 31:30, recibimos guía directa para nosotras como mujeres, y de nuevo destaca el hecho de aplicar lo que viene de Dios a nuestro diario vivir. Vemos que lo más importante no es la belleza exterior sino la interior. La mujer que vive trabajando en su interior es la que Dios reconoce: «Engañosa es la gracia, y vana la hermosura; la mujer que teme a Jehová, esa será alabada». Cuando aplicamos la teología en nuestras vidas, estamos buscando crecer en nuestra relación con Dios y en nuestro temor reverente hacia Él.

Y por último veamos 1 Pedro 3:3-4, dice: «Vuestro atavío no sea el externo de peinados ostentosos, de adornos de oro o de vestidos lujosos, sino el interno, el del corazón, en el incorruptible ornato de un espíritu afable y apacible, que es de grande estima delante de Dios».

Esta carta de Pedro nos enseña que no debemos enfocarnos en la belleza exterior, sino en la belleza interior que viene de un corazón afable y apacible. Cuando aplicamos la teología en nuestras vidas, estamos buscando crecer en virtudes como la humildad, la paciencia y el amor. Estamos cultivando un carácter dócil, obediente y amante de Dios.

Hermana, decide crecer en tu fe y vivir de acuerdo con la voluntad de Dios. No pierdas la oportunidad de vivir una vida plena, experimentando a Dios al hacer las obras que Él preparó para ti. Elige vivir enfocada en la belleza interior, ese es el plan para tu vida. Esto te capacita, te da autoridad, te eleva a una vida plena, satisfecha, gozosa, completa; a ser una mujer valiente en la sociedad actual.

Recuerda que la belleza más importante que podemos tener como mujeres cristianas es la que viene del corazón y de nuestra relación con Dios.


Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

¿Qué hacer cuando no quiero ni orar?

May 3, 2023 By lifewaymujeres 3 Comments

Por Keila Ochoa Harris

«No puedo empezar el día hasta que bebo mi primera taza de café». ¿Te identificas con esta frase? Quizá tengas otras como: «No me duermo hasta que me desmaquillo y me lavo los dientes».

De algún modo, todos estos son hábitos que vamos adquiriendo con el tiempo. Unos pueden considerarse gustos, otras, prácticas de higiene. ¿No sería maravilloso decir lo mismo sobre la oración?

Sin embargo, la oración no se puede resumir como un poco de cafeína para tener energía o un lavado profundo para evitar caries. La oración es una práctica vital para no morir en nuestra vida espiritual: algo así como respirar. ¿Es entonces algo innato?

Realmente no nos proponemos respirar cada segundo. No estamos conscientes de lo que nuestro cuerpo hace; no le tenemos que dar permiso. Simplemente sucede. Sin embargo, para la oración requerimos fuerza de voluntad.

Si pensamos que la oración es un hábito, no sorprende que a veces no queremos orar, así como no siempre se nos antoja un café. Por otro lado, si no es algo que surge de manera inconsciente como los latidos de nuestro corazón, implica que necesitamos trabajar en ello.

¿Entonces qué es la oración? Es, en un sentido, una forma de comunicación, una manera de relacionarnos, en este caso, con Dios. Pensemos otra vez en el café.

¿Cuántas tazas de café o té te has tomado con amigos o familiares? Probablemente relacionamos el café o con una buena conversación. Pensamos en las muchas cafeterías o restaurantes que hemos visitado, y en las que nos han servido taza tras taza mientras escuchamos al otro.

Ciertos aromas nos evocan la cocina de la abuelita, la tía o nuestra mamá, donde algún sábado o domingo comimos sin preocuparnos por el paso del tiempo.

Cuando pensamos en la oración como lo que es, un momento para sentarnos a tomarnos un café o un té con el Dios del universo, el Padre eterno que nos ama y el Amigo que necesitamos, quizá encontraremos un verdadero motivo para orar.

Pero, como sucede con una amistad, se requieren de tres cosas para lograr esta conversación: decisión, tiempo y qué decir.

Señor, no me gusta orar

No resulta fácil organizar una reunión con tres amigas. Todas debemos revisar nuestros calendarios y renunciar a ciertas cosas o mover ciertas actividades para encontrar ese tiempo perfecto para juntarnos.

En otras palabras, «queremos» vernos. ¿La ventaja? Dios siempre tiene libre Su agenda. ¿El problema? Nosotras. Al no ver la oración como una prioridad, no removemos lo que estorba ni apartamos unos minutos al día.

Bien dicen por ahí que querer es poder. ¿Y cómo lo logramos? ¡Pidiendo! Cuéntale a Dios lo que estás experimentando. Dile con toda sinceridad que no has visto la oración como un modo de relacionarte con Él, sino como un artículo más en la lista de cosas por hacer para sentirte bien o considerarte una buena cristiana.

De hecho, Él ya lo sabe, pero al confesarlo con tus labios, sentirás que la puerta de la sinceridad se abre y podrás entrar a Su presencia.

Señor, no tengo tiempo

Una relación implica tiempo. Como mamá de niños en edad escolar y que también trabaja fuera de casa, empiezo el día corriendo y lo termino exhausta. Sin embargo, no existe una fórmula sobre dónde orar o por cuántos minutos.

Podemos hacer una breve oración de gratitud al abrir los ojos. En lugar de ir escuchando música en el auto, podemos hablar con Dios y pedirle por nuestro día. Además de dar las gracias por los alimentos podemos incluir a los enfermos y los que tienen problemas. Por algo Pablo nos recomendó: «Oren sin cesar» (1 Tes. 5:17).

¿Te puedo recomendar algo? Si eres de las que no puede empezar el día sin una taza de café, que esa primera taza la bebas en Su compañía. Durante los primeros sorbos dale gracias por la vida, luego confíale todas tus preocupaciones. Tómate varias tazas de café con Él al día, a la semana, y sentirás una gran diferencia.

Señor, no sé qué decir

Finalmente, como suele suceder en tu primera cita con una persona que no conoces, tal vez te preocupa sobre qué temas hablar. Obviamente existen muchas cosas que componen la oración. En la oración le decimos a Dios cuánto lo amamos, o le agradecemos por todo lo que nos ha dado. También confesamos nuestros errores y le compartimos nuestras penas más profundas.

Aun así, no se puede comparar una conversación entre amigas con una charla con el Omnipotente. Por lo tanto, te ofrezco algunas sugerencias. Cuando no sepas cómo comenzar, abre los Salmos y que sean la base de tu oración. Lee pausadamente y haz las palabras tuyas al tiempo que añades pequeños comentarios propios. En otras palabras, ora la Escritura.

Otra idea es empezar con una alabanza. Piensa en un canto de iglesia que conmueve tu corazón y deja que las palabras te acerquen al corazón de Dios. Por último, escribe tus oraciones como en un diario donde tu lector es Dios. De algún modo, cuando nuestro cerebro se conecta con la mano, ordenamos nuestros pensamientos y logramos desprendernos de aquello que nos impide sincerarnos.

Cuando no quieras orar, recuerda que la oración no es un hábito ni un reflejo. Cuesta trabajo tener amigas, ¿no lo crees? Sin embargo, apreciamos tanto los frutos de la amistad que estamos dispuestas a sacrificarnos. ¡Cuánto más debemos ofrecer por una eterna conversación con el Dios que nos ama tanto! ¿Ya te tomaste tu taza de café con Dios hoy?

Él te está invitando: «Mi corazón te ha oído decir: “Ven y conversa conmigo”. Y mi corazón responde: “Aquí vengo, SEÑOR”» (Sal. 27:8, NTV).

Keila Ochoa Harris es una escritora mexicana con más de 20 títulos publicados. Escribe ficción para mujeres, niños y adolescentes, así como devocionales y libros de no ficción dirigidos a mujeres. Además de escribir, es educadora de corazón. Actualmente vive en el norte de México con su esposo y sus dos hijos.

Plan de Oración Familiar [Mayo]

May 1, 2023 By lifewaymujeres 4 Comments

Comencemos este mes de mayo juntas, en Lifeway Mujeres anhelamos que sea un mes para crecer en tu vida de oración, no solo de forma personal, sino también junto a tu familia. La forma es muy fácil, y te lo explicaremos en tres sencillos pasos:

  1. Lee el pasaje señalado diariamente.
  2. Medita en él o dialoga sobre su contenido con tu familia. En ocasiones te ayudaremos con preguntas que puedes plantear.
  3. Ora con la dirección que el texto te dé, que sea la Escritura la que nutra tus palabras hacia Dios

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¿Cómo reconocer mi insuficiencia?

April 26, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

Por María Renée Pappa de Cattousse

Todo inició en el Edén

«A la vida de Adán y Eva no le faltaba nada; tenían todas las razones para estar perfectamente contentos. Sin embargo, cuando la serpiente le sugirió a Eva que había algo que ella no tenía, algo que necesitaba para ser feliz (la sabiduría que obtendría al comer del árbol prohibido y la experiencia deliciosa de probar su fruto), Eva permitió que la perspectiva de la serpiente le diera forma a la de ella. En vez de contentarse con todas las cosas buenas que había recibido y que la rodeaban, Eva empezó a ver un lugar vacío en su vida, en su dieta, en su conocimiento y experiencia. Su deseo de algo más, algo distinto que la provisión de Dios, junto con sus crecientes dudas sobre la bondad del Señor, la llevaron a buscar algo que pensó que la haría feliz y la satisfaría.
Ah, cómo se le debe haber vuelto amargo aquel bocado en el estómago a medida que caía en la cuenta de la realidad de lo que había hecho».

Después de leer estas líneas en el libro Mejor que el Edén de Nancy Guthrie, el repasar esta porción en mi mente, me ha llevado a pensar en nuestra insuficiencia y reacción humana a necesitar algo más, siempre hay algo más. Adán y Eva tenían lo suficiente, mucho más que eso, tenían lo mejor, la presencia de Dios constante, eso no bastó; hubo algo más que sedujo su corazón. Te recomiendo este libro.

Somos insuficientes

Sé autosuficiente, una invitación que escuchamos muchas veces, pero esa voz también viene de nuestro interior. ¡Tener la capacidad de arreglárnoslas por nosotras mismas! ¿Por qué no intentarlo? La idea es tan seductora cómo quizás para Eva fue comer del fruto prohibido.

De pronto, nos vemos en la necesidad de tomar decisiones, resolver asuntos, cubrir necesidades. Luchamos con nuestras fuerzas «motivándonos» con un: ¡Sí se puede!
Algunas veces parece que lo logramos (espejismos) y la sensación de autosuficiencia se convierte en gasolina para dejar que de manera desmedida confiemos en nosotras mismas ¿verdad? El resultado, arrogancia y orgullo. Cuando nos enfrentamos a la realidad y vemos el límite de nuestras capacidades, entonces enfrentamos insatisfacción, afanes interminables, frustración.

¿Alguna vez imaginaste vivir una pandemia? Hace tres años fuimos informados que estábamos por atravesar una. Independientemente de que nuestra reacción fuera incredulidad o miedo extremo, algo fue evidente: nuestra insuficiencia. No podíamos resolver el problema o impedir que la enfermedad tocara la puerta de nuestros hogares.

El mundo entero estaba expectante, vulnerable, paralizado, pendientes de las medidas de protección recomendadas. Restricciones en horarios, reuniones, dolor, enfermedad angustia y muerte eran las noticias diarias. Incapaces de entender lo que estaba pasando, mucho menos de ser parte de la solución.

Iniciamos con un vistazo en el Edén (pudimos ver la insuficiencia de Eva en estar satisfecha con lo que tenía), luego la pandemia (el mundo entero vulnerable, incapaz de poder impedir que los casos de contagios aumentaran). Reduzcamos el perímetro de nuestra visión y basta un vistazo a un día en nuestra vida cotidiana. Veamos quizás la maternidad, salud, nuestras relaciones interpersonales, trabajo, estudios. ¿Acaso podemos lograr siempre que nuestros planes se lleven a cabo tal como lo tenemos pensado? Necesitamos reconocer nuestra insuficiencia, ¿cómo? Reconociendo nuestros límites pero dando oportunidad a entender que hay algo más.

Dios es suficiente

Yo soy el Señor, Dios de toda la humanidad. ¿Hay algo imposible para mí? (Jer. 32:27 NVI).
¡Esto es suficiencia! Sólo Dios tiene autoridad para decir que no existe algo que no Él pueda hacer. Solamente Él puede respaldar Sus palabras con fidelidad y poder absoluto.

En el Huerto del Edén no había algo que hiciera falta, la mayor provisión: Dios mismo.
El trago amargo se había experimentado, vino la caída, Eva no confió en lo que su Creador dijo que era bueno para ellos. Dios interviene ofreciendo Su plan redentor para restablecer lo que la creación rompió (Gén. 3:15). Muchos creyeron y esperaron en esa promesa. Nosotros podemos ver hacia atrás y maravillarnos de su cumplimiento en Cristo con Su venida, muerte y resurrección. Él es suficiente, lo fue y lo será.

Resulta fácil hacer conjeturas sobre Eva por no confiar en Dios y comer del fruto prohibido. Nosotros tampoco confiamos cuando respondemos insatisfechos a lo que nos ha dado o ha permitido, obramos de manera independiente a lo que ha dicho que nos es bueno. Comemos el fruto prohibido de la autosuficiencia, haciendo según nos parece.

Hemos sido diseñados para estar arraigados en Él y disfrutar de Su presencia, pero ponemos oído a otros ofrecimientos que nos alejan de Su voluntad.

Respecto a nuestra insuficiencia y la suficiencia de Dios hay un tema de trascendencia para los creyentes: la salvación que Dios otorga por gracia. Es necesario que conozcamos las Escrituras porque ellas nos revelan el carácter y los atributos de Dios, nos muestra que de Él es la salvación.

Creer para nuestra salvación, entender que no nos salvamos a nosotros mismos ni podemos salvar a quienes amamos resulta ser una batalla mental y espiritual. Gracias a Dios por Su Palabra que nos enseña y transforma nuestra manera de pensar. Nos hace saber que en ningún lugar hay salvación fuera de la obra de Dios en Cristo (Sal. 62:1; Hech. 2:21; 4:12; Heb. 9:28; 2 Tim. 1:9; Ef. 2:4-10).

¡Que nuestra insuficiencia lejos de producirnos sabor amargo nos haga ver la realidad de nuestra condición, permitiéndonos confiar en Aquel que es suficiente para llamarnos, salvarnos, sostenernos y transformarnos. Experimentando nuestra alma el dulce sabor de Su presencia, cada día en cada circunstancia!


María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

Descansa en la obra redentora de Jesús

April 19, 2023 By lifewaymujeres 2 Comments

Nuestro deseo late al querer ganar por nuestro esfuerzo, entrenamos para ganar triatlones, estudiamos para obtener títulos, trabajamos para ser remunerados. Esta vida constantemente nos enseña que solo podemos obtener algo si nos esforzamos lo suficiente, nada llega fácil, nada es gratis.

Y entonces sucede, como un carro a toda velocidad que se estrella contra una pared, nos estrellamos con una lista de obras realizadas y aquellas por hacer, pero frente a nosotras se encuentra un camino libre de acciones y lleno de regalos. Regalos por los cuales no hicimos nada para recibir, ni siquiera amamos a la persona que con ojos amorosos nos espera para poderlos abrir.

¿Por qué nos cuesta tanto descansar?

Porque es tan difícil para nosotros soltar y solo confiar. Porque es demasiado bueno para ser cierto, que se nos ofrezca una vida plena y salir del desierto sin haber pagado un precio abultado tras haber constantemente fracasado. Nos resulta imposible que Alguien desee dar un regalo tan maravilloso sin esperar algo a cambio que sea ostentoso. El humano da algo esperando recibir, el humano es diferente de Aquel que hizo su corazón latir.

La quinta definición que muestra la RAE al referirse a la palabra «descansar» es:
«estar tranquilo y sin cuidado por tener la confianza puesta en algo o alguien».

Y de qué gran Alguien estamos hablando, ¿te has puesto a pensar que quien sostiene tu vida creó las olas del mar? Las estrellas que brillan en el cielo que a millones de kilómetros están o los peces hasta lo más profundo del mar que existen solamente porque a Él le gusta crear. Y así como le gusta crear también disfruta amar y cuidar.

Sus manos clavadas lo hicieron todo

Su voz, suave como una brisa salada nos recuerda una y otra vez que nuestra salvación, el regalo más grande que cualquiera puede obtener, es nuestro y nosotros ni un dedo tuvimos que mover. Qué asombroso amor, nos deja sin palabras. Pero a la vez, en lo profundo de nuestro corazón quebrantado y manchado con el pecado, nos frustra y también nos angustia. ¿Cómo va a ser? No es posible que alguien decida dar sin esperar, amar sin ser amado y buscar para salvar a aquellos que lo crucificaron.

«Él nos ha salvado y nos ha llamado con un llamamiento santo, no según nuestras obras, sino según Su propósito y según la gracia que nos fue dada en Cristo Jesús desde la eternidad» (2 Tim. 1:9).

Gracia, un regalo que no merecíamos, no merecemos y nunca vamos a merecer. Eso es lo que Él ha hecho con nosotros. Descansa en el que compró todo porque te ama, el que fue lastimado porque te ama, el que fue rechazado porque te ama, el que murió en el Calvario, adivina porqué, porque te ama. Su Gloriosa vida, muerte y resurrección, que hace unos días celebramos, son evidencia que el Dios glorioso, descendió del cielo para proclamarse como el Dios soberano que puede traer los muertos a la vida si así lo desea, y efectivamente lo deseo, porque nos amó.

Esta vida con dolor está llena de Su amor

Ahora entendiendo este profundo amor, que se nos ha dado por gracia, la preocupación existente en tu vida evidenciada como muerte, falta de recursos, enfermedad, soledad, incertidumbre, traición o cualquier otra complicación, allí en los ríos de lágrimas que brotan de tus ojos, recuerda que Su gracia alcanza. Y no solo alcanza, rebasa eternamente para recordar que Su mano está en control. No se trata de tus habilidades o capacidades sino más bien, de la falta de ellas y tu reconocimiento de soltar las riendas y dejar que Él reine.

Un Rey que sabe qué se siente llorar una muerte, qué se siente el dolor de una traición, qué se siente la frustración. Descansa en que Sus ojos te ven, reconocen tu dolor, permanece contigo y te infunde valor. No desvíes tu mirada porque crees que no mereces Su amor, sino más bien busca Sus ojos reconociendo tu falta de mérito, pero también aceptando Su perfecta relación. Y en medio de la tormentosa tempestad, recuerda que todo esto pronto pasará, que tu futuro no es incierto, que tu corazón ya no deambula por el desierto, que tienes un dueño que te ve con libertad y que Su mano jamás te soltará.

«Miren las aves del cielo, que no siembran, ni siegan, ni recogen en graneros, y sin embargo, el Padre celestial las alimenta. ¿No son ustedes de mucho más valor que ellas?» (Mat.6:26).


Mirna Espinoza, guatemalteca con un corazón rebelde que es constantemente corregido por Dios. Salvada por gracia y sin merecerlo. Siempre estudiante y nunca maestra. Sirve al Señor siendo colaboradora para Lifeway Mujeres, en su iglesia local y escribiendo en su blog personal Eufonía, IG: @eufoni.a (para visitarlos solo da clic sobre el nombre del blog y/o sobre nombre de usuario de Instagram)

¿Entiendo realmente que Dios es digno?

April 12, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

¿Entiendo realmente que Dios es digno?
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de Sus beneficios.
Salmo 103:2

Los seres humanos tenemos un problema de memoria. Nuestro corazón olvidadizo una y otra vez entierra en el pasado las bondades de Dios y tiende a enfocarnos en las carencias y deseos no cumplidos del presente. Creo que por esa razón el rey David, al escribir este salmo, comenzó diciéndose a sí mismo: «No olvides ninguno de los beneficios de Dios». La exhortación sigue en pie para nosotras hoy, y debemos buscar que se convierta en una práctica cotidiana, ¡recordar los beneficios, las bondades del Señor! Justo eso es lo que el autor comienza a hacer a partir del versículo 3 del Salmo 103, enumerar los beneficios, las diferentes formas en que ha experimentado la bondad de Dios.

Dice el Diccionario de la Real Academia Española que bondad es la «cualidad de bueno», y la «inclinación a hacer el bien»; y la Biblia, en reiteradas ocasiones, afirma que Dios es bueno. La bondad de Dios es uno de Sus atributos comunicables. ¿Qué es un atributo comunicable? Algo inherente a la naturaleza de Dios y que nosotras, como criaturas, compartimos con Él. Por ejemplo, podemos manifestar bondad porque Dios es bueno. Sin embargo, no somos inmutables; solo Dios lo es. A esos atributos que solo pueden describirlo a Él se los llama incomunicables.

Entonces, ¿cómo definimos la bondad de Dios? ¿Cómo describirías tú la bondad de Dios?

La bondad de Dios apunta a la perfección de Su naturaleza; Él es bueno en sí mismo, «es el bien supremo».[1] Su bondad se revela en Su amor y en Sus actos. Eso significa que no solo Dios es bueno, siempre, sino que todo lo que hace es bueno. La Escritura declara esta verdad una y otra vez, especialmente en los Salmos (86:5; 105:5; 34:8). Además, nos dice que solo uno es bueno, Dios (Mat. 19:17).

Luego de haber definido la bondad de Dios, y de haber explorado pasajes relacionados de la Escritura, veamos cuál es la primera manifestación de dicha bondad por la que el autor del Salmo 103 expresa su alabanza y gratitud.

Él es el que perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus enfermedades. (v. 3)

¿Qué se dice acerca de Dios en este versículo? El verbo que en este pasaje se tradujo al español como «perdona» viene del hebreo saláj, y quiere decir «absolver». En el Antiguo Testamento, esta palabra solo se utiliza para referirse al perdón que Dios ofrece. Esto es importante porque absolver implica la idea de que la persona queda libre de toda responsabilidad. De modo que, cuando Dios perdona, eso es lo que sucede; quedamos libres de toda responsabilidad por nuestra maldad y pecado gracias a la obra de Cristo.

¿Qué enseña este texto acerca del perdón de Dios? El perdón de Dios abarca todas nuestras iniquidades; no es para unas sí y otras no. Dios no categoriza el pecado para luego otorgar o no Su perdón. Él es Dios perdonador.

¿Has pensado alguna vez en cuán grande e inmerecido es el perdón de Dios? ¡No es de extrañar que esta fuera la primera razón por la que el salmista expresa su alabanza a Dios! No podemos darlo por sentado ni tomarlo a la ligera. El perdón de Dios tuvo un precio, la sangre de Cristo, y es por esa razón que debemos recordarlo a diario. La realidad es que cada día lo necesitamos, porque cada día pecamos, incluso sin ser conscientes de ello.

¿Crees que has hecho algo que Dios no puede perdonar?

Las mujeres a menudo batallan con esa idea, quizá debido a cosas que sucedieron en su pasado como un aborto, una infidelidad, una vida promiscua. Sin embargo, como hemos visto, en Dios encontramos el perdón que nos libera de toda culpa.

Ahora bien, si hay algún pecado que todavía no has confesado al Señor y sientes el peso de la culpa en tu corazón, la Palabra es clara en cuanto al curso a seguir: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1 Jn. 1:9). Y en el Salmo 51, encontramos un modelo de oración de confesión.

 Ser recipientes de la bondad de Dios, expresada en Su perdón, debe poner en nosotras alabanza, como leemos en el Salmo 103:3. Te invito a hacer una pausa y meditar en estas verdades. Quizá quieras escribir una oración de alabanza y gratitud a Dios por Su perdón.

La segunda parte del versículo 3 es considerada por muchos comentaristas como un paralelo de la primera, donde la frase «sana» es una expresión metafórica para la restauración de la vida en el sentido moral y espiritual. Bien sabemos que, a consecuencia del pecado, sufrimos enfermedades físicas, pero también adversidades y reveses que trastornan nuestra vida, que provocan dolor y tristeza, quebranto. En el Salmo 147:3, encontramos un ejemplo del uso del término «sanar» como un acto de restauración espiritual:

Sana a los quebrantados de corazón
Y venda sus heridas.

Lee el Salmo 41:4. ¿Qué uso se da a la palabra sanar en este ejemplo?
David había experimentado el dolor físico que puede producir el pecado (Sal. 38:1‐8) y también el poder restaurador que trae el perdón (Sal. 32:1‐5).

No obstante, sabemos que nuestro Dios es sanador en el sentido físico y que, si así lo desea, puede sanar también nuestras enfermedades y dolencias de este tipo. En este mundo roto, vivimos expuestos a todo tipo de dolor, físico y emocional; pero, al mismo tiempo, en Cristo, podemos vivir con la mirada puesta en la promesa de una eternidad donde todo eso ya no existirá más.

Nuestro Dios es un Dios bondadoso, que perdona. Es también un Dios que nos regala la esperanza de una vida en plena comunión con Él, sin pecado, sin enfermedad.
¿Cómo habla a tu vida lo que dice el pasaje de hoy acerca de Dios? ¿Cómo puedes identificarte con el mensaje del texto? ¿El pasaje demanda algo de ti?


[1] A. W. Pink, The Attributes of God, (Pensacola, FL: Chapel Library, 2012), pág. 67, edición para Kindle.

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