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Por Betsa Arcos

«¿Cómo mueves una montaña? Una cucharada de tierra a la vez.» — Proverbio chino 

Con esta simple frase comienza su libro Jen Wilking – Mujer de la Palabra. Podría parecerte una frase simple, pero tiene profundidad ya que Jen la usa para que volteemos nuestra mirada y enfrentemos nuestras propias montañas de conocimiento espiritual con paciencia y persistencia. 

Y sí, nuestras múltiples ocupaciones como mujeres en el hogar, en el trabajo, o en cualquier lugar que nos desenvolvamos pueden llegar abrumarnos y en ocasiones pueden convertirse en motivo de desanimo por la cantidad de tareas que cada área posee. Aun así, nuestro trabajo bien enfocado honra a Dios, lo único que debe ser intencional en nuestra vida es el tiempo que destinamos al estudio de la Biblia y en la manera que lo hacemos. A pesar de las múltiples tareas diarias debemos ser prudentes y diligentes en el uso de nuestro tiempo. 

Cuando entendemos que es vital el permanecer en la Palabra de Dios, podemos ver la importancia de que hagamos juntas ese viaje a profundidad no de un tajo, sino “una cucharada de tierra a la vez”, un paso a la vez. Pues a través de esta el Espíritu Santo transforma nuestras vidas, y nos guía día a día para llevarnos en la piedad delante de Dios y a ser luz en medio de las tinieblas. 

Buscando Su rostro: La verdadera adoración a Dios a través del estudio de la Biblia 

En la vida cristiana, uno de los desafíos más profundos es mantener el enfoque en la verdadera adoración. En Salmos 27:8, leemos: «Cuando dijiste: Buscad mi rostro, mi corazón te respondió: Tu rostro, Señor, buscaré.» Esta invitación divina es un llamado a enfocar nuestra atención no solo en las Escrituras, sino en el Dios que vemos revelándose en las Escrituras. Y al tener en cuenta esa invitación, el estudio profundo y constante de las Escrituras no se convertirá en un fin en sí mismo. Debemos tener cuidado porque el estudio de la Biblia puede convertirse en una actividad académica meramente, algo sin conexión con nuestro diario vivir y la verdad bíblica. 

Recordémosle a nuestro corazón que la Biblia nos conduce a adorar a Dios, la Escritura es nuestra principal herramienta que nos acerca a la presencia de Dios para adorarle y conocerle. El amor profundo por Dios y una devoción auténtica surgen del entendimiento y la meditación en Su Palabra. 

Conformadas a la imagen de Dios – Imitadoras de Él 

Efesios 5:1, se nos llama a ser «imitadores de Dios como hijos amados». La imitación de Dios no debe ser una imitación superficial basada en un deseo de parecer más piadosas o justas ante el ojo humano, sino un reflejo genuino de nuestra admiración por el carácter perfecto del Señor. 

Entonces, profundicemos en el estudio de la Palabra para ser imitadoras de Dios. Esto requiere un estudio diligente de Su Palabra, observando lo que Él ama y lo que aborrece, cómo Él actúa y cómo Él se relaciona con nosotros. No podemos imitar a alguien que no conocemos. Por lo tanto, es fundamental estudiar las Escrituras no solo para adquirir conocimiento, sino para experimentar una transformación real en nuestra vida. En 2 Corintios 3:18 vemos este recordatorio «contemplando como en un espejo la gloria del Señor, estamos siendo transformadas en la misma imagen de gloria en gloria». Este proceso de transformación es el resultado de enfocar nuestra atención en la verdadera gloria de Dios.  

Buscar a Dios constantemente 

Es fácil distraerse con las preocupaciones diarias y las tentaciones de la vida. Pero, es esencial mantener nuestra mirada fija en Dios, a pesar de las distracciones y desafíos. Cuando fijamos nuestros ojos en Él, pues este enfoque constante en Dios nos transforma y nos permite reflejar Su amor y Su carácter en nuestra vida. Sé práctica, usa diez o veinte minutos en tu mañana para leer un capítulo de la Biblia. Empieza leyendo un salmo o un proverbio cada mañana y medita durante el día en lo que leíste. 

El Verdadero propósito del estudio de la Biblia 

Al igual que David respondió al llamado de Dios con el deseo de buscar Su rostro, nosotras también debemos buscar a Dios con un corazón ferviente. En esta búsqueda, encontramos no solo la belleza de Su presencia, sino también la transformación que solo Él puede realizar en nuestras vidas. 

Mi oración es que nuestro estudio de la Palabra sea un reflejo de nuestro deseo genuino de conocer y adorar a Dios. A medida que te sumerges en las Escrituras, recuerda que estás buscando a la Persona que se revela en ellas, y en esa búsqueda, serás transformada para ser más como Él.  

Como dice el Salmo 27:8, responde con un corazón sincero:  

«Mi corazón ha dicho de ti: Buscad mi rostro. 
Tu rostro buscaré, oh Jehová»

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