Por Aixa de López
Si nos parecemos, al ver este artículo, vas a ir directo a los subtítulos por si vale la pena leerlo completo. No te preocupes, estamos entre hermanas; «te cacho» como decimos en mi país.
Quiero compartir contigo cinco consejos, que considero fundamentales para tu carrera de madre, sin orden de importancia, excepto el último consejo que en realidad podemos verlo como el primero.
1. No existe una única manera de ser una buena mamá.
La maternidad es un camino de gracia, en el que cada una trae su propio bagaje, expectativas, personalidades, destrezas, debilidades y contextos, además de las curvas sorpresivas que nos diseña el Señor para pulirnos y mostrarse en el proceso. Es por todo esto, que tener una medida rígida acerca de cómo luce una «buena mamá» no resulta bien y tampoco es lo más amoroso. Si una mamá se esfuerza por estar presente, está firme en el Señor para guiar, proteger y alimentar a sus hijos en todas las maneras, entonces aquellos detalles como, si escoge lactancia exclusiva o fórmula, colecho o cuna en un cuarto separado, escuela en casa o escuela pública, quedan en segundo plano. Caminar de frente al Señor pidiendo que examine tus motivos, reenfoque tus esfuerzos y te libre de la comparación, hacen de tu maternidad otra expresión de adoración gozosa, aunque luzca muy diferente al de tus pares.
2. Di «te amo» en voz alta y a menudo.
Escuché este consejo en un Baby Shower cuando yo estaba esperando a mi primera bebé. Sorprendentemente, nunca lo había considerado, y creo que en parte se debe a que subestimamos a los niños; sin embargo, decir «te amo» en voz alta todos los días, es algo que muchas familias no practican. Parte de ser dadoras de vida, implica conectar nuestras acciones con palabras que les provea seguridad, calma y vida. Sin importar qué pasó durante el día, acostúmbrate a terminarlo diciendo «te amo», porque es así como hemos sido amadas en Jesús (Jer. 31:3; 1 Jn. 4:19). Créeme que comprendo lo difícil que esto llega a ser algunos días, especialmente aquellos llenos de lágrimas, desobediencia y pérdida de paciencia de tu parte, pero es precisamente en estos días cuando más lo necesitamos, tanto nosotras como nuestros hijos.
Un consejo extra: para los años de adolescencia: ¡escríbelo! Yo comencé un cuaderno que dejaba en la mesita de noche de mi hija mayor, y allí escribíamos ida y vuelta, pensamientos, sentimientos, eventos, preguntas e incluso quejas… se volvió un método bello y no confrontativo de comunicarnos. Ella tenía doce años cuando lo iniciamos.
3. Juega y haz memorias intencionalmente.
La rutina es tu amiga y tu enemiga. Es tu amiga porque todos los seres humanos florecemos en ambientes predecibles y seguros, en los cuales podemos depender de alguien mayor que vela por nuestro bienestar (todo es un reflejo de un amor mayor), entonces sabemos que los niños más felices, calmados y capaces de reponerse ante las adversidades son aquellos cuyos cuidadores se muestran dignos de confianza. Pero ¡cuidado! hacer de la rutina tu ídolo te puede prevenir de la espontaneidad y momentos de juego imaginativo que también son parte crucial para forjar mentes y vidas para la gloria de Dios. Que tu meta sea guiar el día con el fin de crear un ritmo amigable y seguro, pero no al precio de las risas o la relación con tus pequeños. Haz un picnic en la sala durante un día lluvioso, pon música en el carro de camino al mercado, recoge hojitas de colores en el parque y conchas en la playa.
4. Sé ejemplo en pedir perdón.
Vas a equivocarte, y mucho. Y será una fortuna que lo reconozcas puntualmente, sin hacer excusas que generalicen hasta minimizar el dolor real que causas. Si eres cristiana, el Espíritu Santo está guiándote constantemente a toda verdad, principalmente acerca de la persona de Jesucristo, y eso no pasará sin mostrar tu pecado simultáneamente. La cruz sólo se verá hermosa y completamente necesaria cuando veas cuánto hay en ti que necesita limpieza y rescate. Tus hijos serán una herramienta santificadora por excelencia, ellos y sus propias necesidades e inclinación pecaminosa, tienen el potencial de llevarte a menudo a tu límite, y eso es bueno. Un indicador de que alguien está creciendo en el Señor es que aumenta en humildad y gentileza. Sé esa mamá que puede nombrar sus errores y pecados cada vez con mayor claridad porque vive atenta a la voz tierna de su Pastor, que la corrige con compasión y la ha perdonado innumerables ocasiones. Seremos libres para pedir perdón sólo cuando reconozcamos que estamos seguras en Jesús.
5. Antes de ser madre, eres y serás hija.
La tendencia natural es que nuestros corazones busquen su identidad y valor en cualquier buen regalo antes que en Su Creador, por lo que no es sorpresa encontrar mujeres que buscan en su maternidad la inyección de autoestima que tanto anhelan. Es una tragedia ver sutiles competencias entre madres. Desde lo material para aparentar lo que no son, gastando en las cosas más caras y «trendy» o de moda, hasta usar a sus hijos como trofeos para encajar en ciertos grupos -incluyendo la iglesia-. Déjame recordarte que tu principal rol, el que define todos los demás, es que eres hija amada del mejor Padre, quien te conoce completamente y ha escogido amarte antes de la fundación del mundo, y en quien tienes todo lo necesario para vivir la vida que Él ha preparado para ti (2 Pe. 1:3). Tu deseo de ser la mejor madre posible, solo se acercará a la realidad cuando decidas bajar todas tus armas, te acerques confiadamente al trono de la gracia y recibas tu porción diariamente. Nunca pierdas de vista que el Dios que te invita a venir, escogió vestirse de carne y hueso y escuchó el corazón, las canciones, oraciones y llanto de una mamá humana, cuando tripulaba en su vientre. No tienes un Sumo Sacerdote incapaz de compadecerse, no tienes un Padre indiferente. Eres Suya y amada para siempre.
Aixa de López nacida y establecida en la ciudad de Guatemala. Es esposa de Alex López desde el año 2000 y madre de Ana Isabel, Juan Marcos, Evy y Darly Alejandra; dos por biología, dos por adopción, pero todos por gracia y ninguno como plan B. Es Diseñadora gráfica de profesión y escritora por vocación.