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Por Susana de Cano

La historia siempre me ha fascinado porque me introduce en la trama de pequeñas historias que se desarrollan hacia un mismo propósito: relatarnos qué pasó. Los acontecimientos que han ocurrido a lo largo de los siglos nos enseñan, nos preparan y nos advierten para no repetir los mismos errores y celebrar los aciertos, justo como Dios lo ha hecho a través de Su Palabra. Cuando conoces la historia de la civilización humana entretejida entre las historias de la Biblia, puedes admirar la soberanía y poder de nuestro Dios que gobierna a todos y sobre todos.

Muchas de nosotras tenemos físicamente hasta tres Biblias en nuestros hogares, y disponemos de la facilidad de leerlas en nuestros dispositivos a través de aplicaciones que nos leen literalmente cada capítulo de la Biblia. También nos ofrecen planes de lectura, y algunas Biblias tienen comentarios históricos y culturales de varios pasajes, así como devocionales temáticos. ¿No es increíble? ¿Cuánto debiésemos celebrar que tenemos el privilegio de tener una Biblia para conocer a Dios?  Sin embargo, no siempre fue así. Tener una Biblia en tus manos y con toda la libertad del caso, tiene su propia historia.

Un breve resumen histórico

Después de la muerte de los apóstoles de Cristo, sus discípulos se encargaron de continuar la labor evangelista y de discipulado que Dios ha encomendado a todos sus hijos. En aquel tiempo, no se contaba con libros como los tenemos ahora, el proceso de escritura empezó con rollos, después papiros y luego los códices o libros. Antes de que la Biblia estuviera completa, es decir, en un solo libro, ya había prohibición de proclamar el mensaje de salvación del que trata la Biblia, así como falsas enseñanzas acerca de nuestro Dios.

La dificultad para escribir, traducir y compartir la Biblia siempre estuvo acompañada de amenazas, dolor y muerte. La primera traducción de toda la Biblia fue entregada en el idioma latín en el año 384 por Jerónimo conocida como la Vulgata porque la intención era que fuera leída en el idioma común o vulgar del pueblo. Aprender el latín para leer la Biblia se dificultaba, así que muy pocos pudieron leerla. No fue hasta que se inventó la imprenta, que la movilización y traducciones de la Biblia de hombres que en silencio estaban traduciéndola a sus idiomas, es que vino la luz a muchas personas.

Hombres como Pedro Valdo, Wycliffe, Martín Lutero en la Reforma, Erasmo de Róterdam, Juan de Valdés, Francisco de Enzinas, Juan Pérez de Pineda, Julianillo hasta llegar a Reina y Cipriano de Valera, sufrieron persecución, destrucción de sus trabajos, algunos murieron quemados por su labor, y otros aislados de sus familias. En el período de la Reforma, siglos XV y XVI, la Biblia no sólo volvió al centro de la vida cristiana sino también al centro de las congregaciones cristianas. ¿Qué había tan preciado en este libro que era consecuencia de muerte física, de repudio y persecución? La auto revelación de Dios para salvación.

¿Qué sería de nosotras sin la Palabra de Dios?

Dios dice: “Porque la palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de dos filos. Penetra hasta la división del alma y del espíritu, de las coyunturas y los tuétanos, y es poderosa para discernir los pensamientos y las intenciones del corazón. No hay cosa creada oculta a Su vista, sino que todas las cosas están al descubierto y desnudas ante los ojos de Aquel a quien tenemos que dar cuenta”, Hebreos 4:12-13.

Después de ser salvas, la Palabra de Dios es un medio de gracia que Dios nos ha dado para conocerlo, amarlo, seguirlo y obedecerlo (Juan 14:15). El propósito de Dios es proveernos de Su Verdad que nos hace libres para disipar todo engaño, cambiar nuestros afectos y vivir bajo el señorío de Dios en todo lo que hacemos. ¿De qué otra manera seremos luz al mundo? Por medio de Su Palabra y el Espíritu Santo somos transformadas a la imagen de Cristo para ser testimonios de nuestro Dios.

¿Cómo estás aprovechando la Biblia?

Mi abuelita decía que muchas veces no valoramos lo que tenemos hasta que nos es quitado. Puede que tenga cierta razón. En lo personal, me encanta leer y aprender. Al momento que la noticia de que tenemos una nueva Biblia, ya la quiero tener. A veces la sed de conocimiento no se detiene precisamente por la facilidad de tenerlo. Ahora bien, la pregunta es: ¿Qué estás haciendo con ese conocimiento? Como dice el pastor Miguel Núñez en su prédica del libro de Santiago: “El conocimiento debe llevarte a la acción”.

Solo podemos llevar ese conocimiento a la acción cuando estamos en la Palabra, leyéndola, meditándola, estudiándola a solas o con alguien más, es en la repetición de leerla que nuestros corazones son transformados a ser mujeres de fe que viven en coherencia con sus creencias para llevarnos a Jesús: “Ustedes examinan las Escrituras porque piensan tener en ellas la vida eterna. ¡Y son ellas las que dan testimonio de Mí!”, Juan 5:39. El fin de nuestra lectura de la Biblia es conocer al Pan de Vida que descendió del Cielo para alimentar y nutrir nuestras almas necesitadas y adoloridas por el pecado para encontrar paz, gozo y verdad.

¡Celebremos que tenemos una Biblia!

Por eso, ¡Celebremos que tenemos una Biblia! Nuestro sabio Dios tuvo en mente dejar Su testamento completo para nosotras hoy, para toda Su iglesia en todo el mundo. Tenemos el mismo lenguaje para evangelizar, relacionarnos, discipularnos, aconsejarnos y orar unos por otros.

No tengas en poco la gracia de tener la Biblia. En medio de un tiempo caracterizado por la desvirtualización de la verdad de Dios cada vez es más necesario estudiarla de manera que puedas dar razón de la esperanza de tu fe con mansedumbre a quien te la pida (1 Pe 3.15). En medio de la relativización de la verdad, Dios nos ha dado Su verdad como nuestra autoridad para adorarlo y seguirlo.

Nosotras celebramos que tenemos una Biblia para leerla cuando lo deseamos, sin embargo, no todas las personas pueden leer la Biblia con la misma libertad, tomemos un tiempo para orar ellos: “Señor, nuestro corazón está muy agradecido por tu bondad y misericordia en salvarnos y presentarnos a Cristo y conocerte a través de tu Palabra. Celebramos tu gracia en que podemos leerla sin restricción donde sea que estemos. Pero hoy, te queremos pedir por hermanas y hermanos que se encuentran en países donde no pueden leer la Biblia ni mencionar tu Nombre. Fortalécelos, guárdalos y tenlos por fieles al continuar proclamando el evangelio de Cristo. Recuérdales que Tu gozo es su fortaleza y su corona está en los cielos. Oramos por todo Tu pueblo alrededor del mundo, ya sea que pueden o no leer la Biblia, ayúdanos a ser fieles a Ti y perseverar en nuestra vida para tu gloria. Amén.”

¡Celebremos el privilegio de tener una Biblia! Pues, la historia de Dios tiene un mejor propósito que otras historias: Revelarnos quién es Dios y Su obra en Su hijo para la eternidad.

Susana de Cano. Casada con Sergio y juntos tienen tres hijos. Viven en la ciudad de Guatemala donde son miembros de Iglesia Reforma. Es directora de contenido del ministerio Reformadas. Actualmente estudia una Licenciatura en Teología en el Seminario Semper Reformanda, un Diplomado en Consejería Bíblica en el Seminario William Carey, y es profesora en el Seminario Teológico Centroamericano, SETECA. Creadora del blog ella habla Verdad y autora del libro: ¿Qué dice la Biblia acerca de…? Porque no toda frase que dice Señor, Señor, es verdad. Su oración es que las mujeres conozcan a Dios en Su Palabra, vivan Su Palabra y proclamen Su Palabra en el lugar donde Dios las ha colocado, y junto a quienes Dios les ha dado. Puedes seguirla en @ella_habla_verdad IG y FB, y en su blog: https://medium.com/hablemos-verdad.

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