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Mayra Gris de Luna

«Ya no os llamaré siervos, porque el siervo no sabe lo que
hace su señor; pero os he llamado amigos, porque todas
las cosas que oí de mi Padre, os las he dado a conocer»
(JUAN 15:15).

Danna y Sara han sido compañeras de escuela por varios años, están juntas siempre que pueden, se mandan mensajes por el celular, por Facebook o la red social de moda. En una palabra: siempre están «conectadas». Su amistad ha perdurado porque se tienen confianza.

Son afortunadas quienes logran cultivar y conservar una amistad así.

A veces no nos damos cuenta del gran privilegio que Jesús nos concede al considerarnos Sus amigos. Él dijo que una prueba de Su amistad es que nos ha tenido la confianza para platicarnos las cosas que oyó decir a Su Padre. En Su Palabra Jesús nos habla, nos reconforta y nos aconseja. Y no solo eso, la prueba más grande de amistad que un amigo puede ofrecer a otro es dar su propia vida a cambio de la de su amigo.

Cristo no solo dio Su vida por ti, sino que te ha tenido confianza y te llama «amigo». Él es nuestro amigo perfecto. Podemos estar siempre conectados con Él mediante la oración, pues nos conoce mejor que nadie, está siempre dispuesto a escucharnos y nunca nos va a defraudar.

Jesús ha tomado la iniciativa de buscarte y aún salvarte. Como en toda amistad, la reciprocidad es saludable y muy importante.

¿De qué manera vas a corresponder a esa amistad?


Un devocional de Un año con Jesús (B&H Español)

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