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Por Wendy Bello

Cuando llega el mes de enero las tiendas se llenan de ropa para hacer ejercicio. Los gimnasios ofrecen membresías con descuentos. Los supermercados destacan productos «saludables». En las redes sociales abundan las publicaciones sobre metas, propósitos, cambios, planes, etc. Por muchos lugares se respira un aire de «empezar otra vez». Tal vez has hecho tu propia lista donde figuran algunos propósitos que quisieras cumplir. Yo también tengo algunos. La idea de poder empezar de nuevo nos emociona.  

Sin duda, no hay nada malo en querer hacer más ejercicio, comer saludable, terminar aquel proyecto que comenzaste y quedó olvidado o perdiste el impulso inicial, ser más sabia en el manejo de las finanzas, tomar esa clase que por tiempo has estado considerando o visitar algún lugar que lleva años en tu lista. Sin embargo, al pensar en todas esas metas algo se hace evidente: todas tienen carácter temporal. A la luz de la eternidad, sus resultados quedarán mayormente debajo del sol. Por eso me gustaría proponerte una meta diferente, una que tal vez en algún momento estuvo en tu lista. Quisiera proponer que tu meta principal para este 2023 sea leer tu Biblia. 

En nuestra cultura de todo rápido hemos llegado a creer que de esa misma manera podemos conocer a Dios: en una dosis diaria mínima y apresurada que no requiera mucho esfuerzo de nuestra parte. Te confieso que por años para mí leer la Biblia era simplemente algo que tenía que tachar de mi lista. Lo hacía más bien como una carga u obligación porque era lo que se suponía que hicieran los cristianos. Hasta que un día el Señor abrió mis ojos y me hizo entender cuánto necesitaba Su Palabra; qué vacío estaba mi corazón sin ella. Me arrepentí y comencé a orar para que Él me cambiara y me hiciera una mujer que amara Su Palabra. Todavía estoy en esa trayectoria, pero puedo asegurarte que es una oración que Él responde con un sí porque quiere que le conozcamos (ver Juan 17:3). ¡Él cambia los afectos de nuestro corazón! 

Sin embargo, he descubierto que abrir mi Biblia cada día va más allá del deseo, o la meta. Es también una decisión, especialmente cuando no me siento motivada. De hecho, ¡es en esos momentos cuando más la necesito! He tenido que aprender que la lectura de la Biblia es una disciplina, una disciplina espiritual. En caso de que no hayas escuchado ese término antes, las disciplinas espirituales no son más que aquellas prácticas que nos hacen más como Cristo, moldean nuestro corazón y nos ayudan a crecer en santidad. Leer la Biblia fielmente no es algo que hagamos para obtener la aprobación de Dios o para marcarlo en una lista, sino para conocer al Autor y Su historia y así ser transformadas en nuestra mente y corazón, como enseña Pablo en Romanos (ver 12:1-2). 

Nada debiera sustituir nuestro tiempo de estudio de la Palabra. Sí, es bueno escuchar predicaciones, leer libros, escuchar un podcast, etc., pero nada de eso tiene la firma de Dios. Él se revela en Su Palabra, Él habla por Su Palabra, nos transforma mediante Su Palabra. Todo lo que necesitamos saber sobre de Dios, está en la Biblia. Todo lo que realmente necesitamos para vivir en Su diseño, está en la Biblia. Lo que necesitamos conocer sobre nuestro futuro, está en la Biblia. Todo lo que Dios quiere que entendamos sobre nosotras mismas, está en la Biblia. Nuestra fuente de sabiduría, alegría, vida, claridad, ¡está en la Biblia! Es un tesoro lo que tenemos en nuestras manos. Las palabras del salmista lo dicen mucho mejor:  

La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; 
El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. 
Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; 
El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. 
El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; 
Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; 
Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, 
Más dulces que la miel y que el destilar del panal. 
Salmo 19:7-10 

Y quisiera animarte no solo a leer la Biblia sino a estudiarla. ¡Vayamos más allá de la superficie! Cuando nuestra idea acerca de quién es Dios no proviene de un estudio fiel y profundo de la Escritura, terminamos creyendo mentiras, ideas sobre Él que fabricamos en nuestra mente pero que no se ajustan a lo que Él dice de sí mismo, lo que ha hecho o lo que ha prometido. En nuestros tiempos, como en muchos otros de la historia, abundan las falsas enseñanzas y los falsos maestros. ¡Esa es otra razón para estudiar la Palabra y conocerla bien! Cada vez que escuches o leas una enseñanza sobre la Biblia, ya sea en un sermón de tu iglesia, un programa de radio en la estación cristiana, en un podcast, en un video en YouTube, incluso una canción de un cantante cristiano, presta atención. ¿Es bíblico el mensaje? ¿se ajusta a la Escritura? Asegúrate de que lo que estás escuchando es la verdad de la Palabra de Dios. ¿Y cómo nos aseguramos? ¡Necesitamos conocerla bien!  

Vivimos en tiempos privilegiados, con muchos recursos disponibles tan solo a la distancia de un clic. Puedes escoger un plan de lectura que te ayude. Tal vez alguna amiga pueda ser tu compañera de rendición de cuentas mientras avanzas en este propósito. Y si ha pasado mucho tiempo desde la última vez que abriste tu Biblia, ¡no te desanimes! Ora al Señor y pídele que te ayude a comenzar de nuevo en Su Palabra. Entonces, empieza a leer.  

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

One Comment

  • Gracias a DIOS por poner el querer como el hacer en mujeres como usted. Gracias por todo lo que publica. Tengo mal hábito de lectura, pero no dejo de leer la Biblia. Es mi deseo el que pueda sentarme y leer libros como los de usted y terminarlos. Oro al SEÑOR por eso, para que pueda hacerlo y todo para SU Gloria.

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