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Pedro Pared

«¡Oh Jehová, Señor nuestro, cuán glorioso es tu nombre
en toda la tierra! Has puesto tu gloria sobre los cielos»
(SAL. 8:1).

El salmista reconoce la gloria del nombre del Señor. El Dios al cual adoramos es creador, sustentador, redentor, salvador y Señor de este mundo. ¡Jehová es un Dios único! Pero lo más impresionante de nuestro Dios es que está junto a nosotros, siempre está cercano y nos ama con amor eterno. En la angustia o en la hora de la prueba está a nuestro lado y nos consuela con Su poder y amor. En la alegría nos permite disfrutar de un gozo que solo Él puede darnos.

Cuando atravesamos la prueba, la enfermedad y el sufrimiento, Él está junto a nosotros, nos sostiene con el poder de Su diestra y nos permite escuchar Su voz de Padre amoroso. Hemos sentido Su presencia como una realidad en nuestras vidas y Su consuelo nos ha levantado. Nuestro Señor acompaña a Sus hijos en el tiempo de la prueba, en medio de la duda los llena de confianza y seguridad y en los tiempos de alegría se goza con ellos.

Él convierte el llanto en alegría y la derrota en victoria. Miremos al cielo para ver Su gloria, poder y cuidado del ser humano y reconozcamos Su grandeza, Su poder y Su amor. Ese Dios poderoso, creador del cielo y de la tierra, es nuestro amante Padre celestial a quien debemos alabar y adorar en cada momento de nuestra vida. Contemplemos el firmamento para comprender la pequeñez humana ante la grandeza del Señor y exclamemos con el salmista: «Cuán glorioso es tu nombre en toda la tierra».

Proclamemos el glorioso nombre del Señor y alabemos Su persona.


Un devocional de Un año con Jesús (B&H Español)

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