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Por Clara Bastidas 

Antes de llenar tu mente con mis palabras, quiero invitarte a meditar en lo que significan los siguientes versículos de la Biblia: 

Filipenses 4:12-13 
«Sé lo que es vivir en la pobreza, y lo que es vivir en la abundancia. He aprendido a vivir en todas y cada una de las circunstancias, tanto a quedar saciado como a pasar hambre, a tener de sobra como a sufrir escasez. Todo lo puedo en Cristo que me fortalece» 

Colosenses 1:19  
«Porque agradó al Padre que en Él habitara toda la plenitud» 

Juan 1:16 
«Pues de su plenitud todos hemos recibido, y gracia sobre gracia» 

Juan 6:57 
«Como el Padre que vive me envió, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí» 

1 Juan 4:9 
«En esto se manifestó el amor de Dios en nosotros: en que Dios ha enviado a su Hijo unigénito al mundo para que vivamos por {medio de} Él» 

Efesios 1:22 
«Y todo sometió bajo sus pies, y a Él lo dio por cabeza sobre todas las cosas a la iglesia, la cual es su cuerpo, la plenitud de aquel que lo llena todo en todo» 

¡Qué bendición es ser amadas y plenas en Cristo! Sin embargo, a la luz de estas bendiciones, aún afirmamos estar incompletas.  

Cada vez que enseño sobre soltería desde la perspectiva bíblica o comparto mi historia personal, insisto en que, como hijas de Dios, ¡ya fuimos hechas plenas en Él!  

Esta es una de las verdades más importantes de la vida cristiana, si no la creemos y vivimos, continuaremos asistiendo a la iglesia, participaremos en congresos, escucharemos prédicas y leeremos la Biblia, pero seguiremos buscando llenarnos de cualquier cosa que el mundo ofrezca y enseñe que nos conviene más. Buscaremos plenitud y propósito en las relaciones, el estatus, el dinero, el cuidado del cuerpo y los logros que nos dejan vacías de lo que realmente necesitamos, porque la verdad es que solo estamos completas en Él.  

Esta verdad de ser plenas en Cristo, no es abstracta ni mucho menos irrelevante para nuestra vida diaria. Uno de los momentos, que considero fue el más importante en mi caminar con Dios, fue cuando le confesé que honestamente no me sentía plena, a pesar de que Él lo dice en Su Palabra. Sin embargo, seguí sumergiéndome en muchos de estos versículos que me afirmaban que no necesitaba que algo sucediera (matrimonio, carrera, dinero, logros) en mi vida para sentirme completa, porque ya podía disfrutar de esa plenitud.  Entonces, simplemente le dije a Dios: Señor, no lo siento, pero tú dices que es verdad, así que es verdad, independientemente de mi distorsionada percepción de las cosas. Entonces muéstrame y permíteme experimentar cómo es que Tú me llenas completamente. 

Lo que sucedió a continuación fue progresivo pues empecé a notar que mis ojos estaban más abiertos a recibir Su verdad; que, en cada decisión o sentimiento, yo recordaba: no necesito desesperarme, no tengo que correr a esta (persona, situación, posesión) para que me llene o me dé identidad y propósito porque la realidad de mi vida es que Tú, Señor, eres capaz de llenarme completamente y me has llamado a vivir con propósito para tu gloria. Hacernos constantemente este recordatorio nos ayuda a alinearnos con la verdad de Su Palabra.  

Realmente, es posible vivir desde la convicción de que lo tenemos todo en Cristo y desde la claridad de nuestro propósito en este mundo al hacer todo para Su gloria. Nuestra relación con Dios no se basa en nuestra desesperación para que Él provea lo que necesito, tampoco se basa en la arrogancia de exigir derechos porque “me lo merezco”, más bien, empezamos a vivir desde la abundancia que Jesús nos da. A través de Él, recibimos paciencia, fe, aprendemos fidelidad, obediencia, humildad y otorgamos perdón. Todo ello nos permite experimentar, aún en un mundo caído, la plenitud de Dios y la pasión que nos trae saber que vivimos para un propósito eterno. Y esto, naturalmente, es algo que nos llena de un gozo que nadie puede quitarnos.  

Dios es fiel en responder a las oraciones de Sus hijas. La Biblia nos dice: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho» (1 Juan 5:14-15). ¡Es muy difícil pensar que Dios no responderá positivamente a una oración enfocada en experimentar la verdad de Su plenitud y Su propósito en nosotras! 

Tu soltería es definida como un regalo en la Palabra de Dios, y en ese regalo puedes encontrar, con toda seguridad, una oportunidad para perseverar en el propósito para el cual has sido llamada: ¡conocer y dar a conocer a Jesús!  

Mi ánimo y aliento para ti es que creas en esta verdad meditando en ella día y noche, incluso, puedes memorizar los versículos que te presento. Pídele a Dios que te muestre, en cada detalle de tu vida diaria, cómo Él es suficiente para ti. Dios no te va a defraudar.

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