Skip to main content

Por Jenny Logroño 

Siempre me han fascinado los idiomas… ¡Me maravilla saber que hay personas que hablan varios idiomas de manera fluida, sin ningún inconveniente! Quizá me asombra porque aprenderlos no es uno de los dones que el Señor me dio.  Así también, me pasa con el idioma universal de la música.  

Mi segundo hijo heredó de su familia paterna el don de la música, y cuando le escucho tocar la guitarra u otro instrumento, tengo la misma fascinación que me causa escuchar otro idioma, con la diferencia de que la música puede provocar en quienes la escuchamos, sensaciones que nos conectan sin importar el lenguaje que hablemos. 

Dios, en Su perfecta creación, nos regaló el sentido del oído, y entregó a algunos el don de crear y ejecutar música como agrado para nuestro espíritu, aún desde los mismos orígenes de la humanidad (Génesis 4:21). A diferencia de sonidos al azar y sin orden, la música tiene la capacidad de hacer brotar emociones, sentimientos y experiencias a través de la armonía que produce. 

Pero ¿sabemos que es la armonía? 

Musicalmente, la armonía se refiere a la combinación de sonidos simultáneos de diferentes alturas para crear acordes, de manera que resulten agradables y equilibrados al oído humano. Para que esta combinación de sonidos tenga armonía, existen ciertos fundamentos que la hacen posible. 

Así como en los principios de la armonía musical, Dios nos ha dejado en Su Palabra fundamentos de vida como el orden, el equilibrio, la cooperación y la diversidad: 

En 1 Corintios 14:33a (NVI) dice: “Pues Dios no es Dios de desorden, sino de paz.” 

Este versículo nos muestra la naturaleza ordenada y pacífica de Dios, y sugiere que estas cualidades también deben estar presentes en Sus hijos. Para el Señor es importante que mantengamos el orden y la armonía, evidenciando que estas características son reflejo de Su carácter divino.  

En el griego bíblico, “ἁρμονία” (harmonía) denota la idea de unidad o acuerdo mutuo. Aunque la palabra “armonía” no es muy utilizada en las Escrituras, el concepto de unidad y paz mutua que representa es un tema recurrente en el Nuevo Testamento, especialmente en las epístolas donde se enfatiza la importancia de la unidad entre los creyentes y la paz en la comunidad. 

Ante todo, Dios quiere que estemos en armonía con Él. En la oración que Jesús hace al Padre en Juan 17:21 (RV1960) lo vemos así: 

“para que todos sean uno; como tú, oh, Padre, en mí, y yo en ti, que también ellos sean uno en nosotros; para que el mundo crea que tú me enviaste.” 

Dios nos ha entregado Su Palabra para que cultivemos una conexión profunda y significativa con Él y con los demás, para dar testimonio de Su amor incomparable a través del sacrificio de Su Hijo en la cruz. 

¿Cómo podemos profundizar en el estudio de Su Palabra para vivir en armonía con Dios y los demás? 

1. Lee la Biblia de manera regular y consistente. Elije una Biblia de Estudio de acuerdo a tus preferencias, tu comprensión del texto bíblico y tus necesidades específicas de estudio. Sin embargo, te recomiendo la Biblia de Estudio para Mujeres, diseñada para que puedas aplicar la Palabra en tu vida cotidiana. Contiene comentarios bíblicos, perfiles de mujeres de la Biblia y preguntas para la reflexión personal que te ayudarán en tu estudio de quién es Dios. 

2. Estudia y medita en las Escrituras. Léela de forma lenta y cuidadosa. 

3. Aplica los principios en tu vida. No seas solamente oidora, sino hacedora… (Santiago 1:22) 

4. Ora por entendimiento mientras estudias la Biblia. La oración te ayuda a entender las Escrituras de manera más profunda para aplicar sus enseñanzas en tu vida. 

5. Sé consistente en la aplicación. No se trata solo de leer, sino de vivir según Sus enseñanzas en todas las áreas de tu vida. 

6. Busca consejo. A menudo, otros creyentes más maduros en la fe pueden ofrecer perspectivas valiosas y compartir experiencias que te ayudarán a crecer espiritualmente. 

En cuanto a nuestra vida en comunidad, la Palabra nos muestra que, aunque seamos diferentes, podemos armoniosamente reflejar el evangelio de Cristo: 

1. Seamos equilibradas y moderadas en nuestras acciones y actitudes hacia Dios y los demás.  

“Sea vuestra gentileza conocida de todos los hombres. El Señor está cerca.” Filipenses 4:5 (RVR 1960) 

2. Seamos cooperadores y colaboradores en medio de nuestra comunidad cristiana, donde cada persona tiene un papel único, pero contribuye al cuerpo de Cristo como un todo.  

“Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, y que no haya entre vosotros divisiones, sino que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer.”  
1 Corintios 1:10 (RVR 1960) 

3. Reflejemos la igualdad y unidad en Cristo, independientemente de las diferencias culturales o sociales, enfatizando la importancia de aceptarnos y honrarnos unos a otros dentro de nuestra comunidad cristiana. 

“Ya no hay judío ni griego; no hay esclavo ni libre; no hay varón ni mujer, porque todos vosotros sois uno en Cristo Jesús.” Gálatas 3:28 (RVR 1960) 

Recuerda que la Biblia es una fuente rica y profunda de sabiduría divina. Al estudiarla con un corazón abierto y un deseo genuino de vivir en armonía con Dios, encontrarás enseñanzas que te permitirán experimentar la paz y la gracia que provienen de vivir de acuerdo con Sus principios divinos para la gloria de Su nombre. 

Leave a Reply

Hit enter to search or ESC to close