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Por María Renée Pappa de Cattousse 

«Y no se adapten a este mundo, sino transfórmense mediante la renovación de su mente, para que verifiquen cuál es la voluntad de Dios: lo que es bueno y aceptable y perfecto».  
Romanos 12:2 

¿Has estado en alguna reunión platicando muy a gusto, pasando un buen momento y de repente, al verte en un espejo notas un resto de comida justo en el medio de tus dientes? ¡Vaya momento donde te sonrojas contigo misma! No habría manera de notarlo, sino por tu imagen reflejada la cual te mostró ese «pequeño inconveniente». 

Hay diversas maneras en las que podríamos abordar este tema sobre el feminismo. De manera histórica, legalista, señalando todo lo negativo o positivo que ha desencadenado dicho movimiento, pero como cristianas intentemos poner nuestras ideas en orden. 

¿Qué es el feminismo? 

Es un movimiento político, cultural y social que pide para la mujer el reconocimiento de las mismas capacidades y derechos del hombre (Diccionario Oxford languages). 

¿Cuándo inició? 

No existe una fecha específica, pero encontramos a lo largo de la historia mujeres que levantaron su voz desafiando las convicciones de su época y cuestionando el rol que tenían en la sociedad. Es a mediados del siglo XIX cuando de una manera organizada se une un grupo de mujeres haciéndose escuchar para reclamar derechos que se les negaban, entre ellos el derecho al voto, la propiedad, liderazgo ocupacional y la educación. 

De esta manera iniciaron las llamadas olas del feminismo, siendo su crecimiento de una manera muy rápida, haciéndose cada vez más popular, sumándose mujeres de diferentes etnias y clases sociales. Actualmente las mujeres en la mayoría de los países podemos acercarnos a votar, hay mayor acceso a la educación, podemos tener propiedades. Muchas mujeres han logrado puestos en trabajos que eran inimaginables, aunque no podemos negar que a muchas mujeres en esta época se les ha negado estos derechos. 

De olas a un tsunami 

Es hermoso disfrutar el vaivén de las olas en la playa, pero no puedo imaginar lo que experimentan personas al ver acercarse olas de gran tamaño que atentan con su seguridad y sus vidas. De repente el caos es evidente, las olas dejan de disfrutarse, invadiendo un espacio que no les corresponde, arrasando y destruyendo cuanto hay a su alrededor. Un tsunami trae desolación. 

En el feminismo olas crecientes y peligrosas han surgido. Una ola avanza y crece dejando pequeña a la anterior, tristemente se ha desviado el enfoque. No solamente se plantean necesidades, el tono de voz en aumento ha dado paso a irrumpir en discursos políticos, huelgas de hambre y una serie de distorsiones de las ideas iniciales de velar por los derechos de la mujer. 

Actualmente nos encontramos en la cuarta ola del feminismo, su crecimiento se ha extendido de forma global. Se ha dado paso a manifestaciones donde se denuncia acoso sexual y violencia. Ha aumentado considerablemente el número de participantes, pero los métodos hablan porque muchas de las mujeres exponen su cuerpo, destruyen lugares, manchan monumentos dejando mujeres heridas, en su mayoría policías. Se defiende la libre opción sexual, el derecho al aborto y son masas defendiendo una ideología que algunas no conocen a fondo y donde el vandalismo, la rivalidad y competencia saltan a la vista. 

¿Será esta la manera adecuada de hacerse escuchar? 

La verdad de Dios versus la del mundo. 

  • Dios a lo que creó llamó bueno, pero es hermoso leer que al crear al hombre y la mujer dijo que era bueno en gran manera (Gén. 1:1-31). 
  • Estableció los diferentes roles para el hombre y la mujer, creando a ambos a Su imagen y semejanza, los creó en igualdad de valor y dignidad. Llamándolos a armonía, unidad y complemento. 

Como cristianas es un privilegio tener la Palabra de Dios para vivir nuestra vida, no como ventaja de conocimiento, sino como la luz que alumbra nuestra oscuridad y da brújula a nuestro caminar. En ella encontramos la verdad, la que no puede ser cambiada. Cuidémonos de ingerir pequeñas dosis de verdades distorsionadas creyendo mentiras sutiles que nos conforman a este mundo.  

Romanos 1:25-32 nos enseña cómo al cambiar la verdad de Dios por la mentira cuando servimos a doctrinas creadas por los humanos que se centran en exaltar a las criaturas en lugar del creador hay consecuencias profundas y dolorosas.  

Las olas del feminismo van creciendo de tal manera, como las del tsunami, invadiendo más allá de los límites que deberían. Se ha dejado de velar por las mujeres y se ha levantado una guerra de poder y de enemistad contra el hombre, dejando totalmente a un lado la voluntad de Dios. Las consecuencias: dolor, inseguridad, caos, violencia, incertidumbre, rivalidad y destrucción. 

Vuelvo a hacer la pregunta: ¿Será esta la manera adecuada de hacerse escuchar? 

Soy madre de una joven de 16 años y siento una profunda responsabilidad por la manera con que abordamos este tema versus el enfoque que el mundo da. Mi anhelo es que mi hija permita que la Palabra de Dios dé luz y sabiduría a su entendimiento. 

Si me hubieras preguntado hace algún tiempo sobre el feminismo mi respuesta inmediata hubiera sido recalcar cuantas cosas negativas y condenatorias vinieran a mi mente, siendo pronta para juzgar. Pero ese espejo (la Palabra de Dios) que logra ver lo más profundo de mi corazón me mostró la cantidad de veces que tomé decisiones en mi vida que, aunque nunca pertenecí a un grupo feminista, correspondía a lo que este movimiento defiende. Mi corazón estaba enfocado en «mis derechos», la supuesta verdad que había construido a mi conveniencia, la tendencia a criticar y a generalizar los errores del género masculino. 

¡Gracias a Dios que transforma nuestra vana manera de pensar y de vivir! ¡Gloria a Dios que disipa nuestras tinieblas y nos muestra Su luz admirable! Su gracia llega para quedarse y ayudarnos día a día a enfocarnos en Su verdad. 

La caída de Génesis 3 trajo muchas consecuencias, muerte, dolor, enfermedad, rivalidad y contienda. Pero Dios rico en misericordia y gracia nos ha dado a Jesucristo nuestro Salvador pagando el precio con Su hermosa sangre, para redimirnos, transformar nuestras mentes y mostrarnos que Él es la verdad, el camino y la vida. Nosotras podemos estar como Eva frente a un fruto que a la vista nos parece bueno, pero tengamos cuidado con nuestro corazón y nuestras intenciones, evitemos ser prontas para juzgar o estar de acuerdo con maneras de pensar que no son conforme a la voluntad de Dios. 

Como cristianas, ¿cómo podemos responder? 

Mujeres, oremos por las que aún no conocen de este Redentor, deseando que les sea revelado el amor de Dios. Tomemos conciencia como madres, hermanas, tías y amigas para compartir la verdad de Dios por encima de la verdad del mundo, no de una manera controversial sino con compasión y firmes creyentes de una verdad con una trascendencia eterna. Cuántos errores históricamente se han cometido y permitieron que la mirada de las personas esté puesta en las cosas terrenales. 

  • Pongamos la mirada en el Señor, porque vendrá y hará las cosas nuevas y perfectas. 
  • Anhelemos la verdad para quienes aún no conocen y puedan venir al Señor en arrepentimiento y perseverar en la fe.  
  • Que podamos, como mujeres cristianas, modelar una feminidad bíblica para dar testimonio de Dios en nosotras.

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

3 Comments

  • Lillian Ferrer dice:

    Excelente artículo. Me ayudó mucho.

  • Any dice:

    Gloria a Dios , por su infinito amor y misericordia, por su palabra que es nuestro manual de vida, no necesitamos más que leer su palabra , vivir su palabra y aunque no somos perfectas , hay tantos defectos y fallas en nosotros , Dios nos ve a través de su hijo Jesucristo y por medio de su Santo Espíritu nos va moldeando. Gracias Dios por ese inmenso privilegio de ser mujeres. Que palabra tan certera y real, que viene a las mujeres, para mostrarnos la voluntad de El, para nosotras.

  • Sonia bor dice:

    Muy bonito y sabias palabras

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