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Madres

Cristo es el sostenedor de la maternidad

May 25, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Sarah Jerez

Nos gusta sentirnos capaces y hacer lo que nos resulta fácil. Pero Dios nos está llamando a abrazar una misión más grande que nosotras mismas, que jamás podríamos llevar a cabo solas.

Aprovecho para resaltar la importancia de ejercer la maternidad en comunidad, con un conjunto de mujeres sabias —solteras, esposas, madres, abuelas— que abrazaron el llamado de Dios y Su diseño para la mujer que nos puedan apoyar, animar y exhortar en el camino (Tito 2:3-8; Heb. 10:24-25).

La influencia que ejercen sobre nosotras las personas con quienes nos relacionamos es muy fuerte. Dios nos manda a pertenecer a una comunidad de creyentes que juntos puedan crecer en el amor y conocimiento de Cristo (Ef. 4:15-16). La maternidad puede ser una senda muy solitaria y es importante no aislarnos.

Necesitamos a nuestro alrededor mujeres con el mismo sentir con quienes podamos orar, buscar consejo, compartir luchas y experiencias, y estudiar la Palabra. Desde que nació mi primera hija he pertenecido a grupos de madres que me sirvieron de refrigerio y estímulo. Si no tienes uno, quizás puedes empezar con dos o tres madres más y orar o estudiar un libro juntas. También puedes buscar a una mujer mayor que ya ha pasado la etapa de crianza que pueda aconsejarte.

Las mujeres solteras pueden ofrecer de su tiempo para cuidar a los pequeños de una madre cansada, sirviéndole de apoyo, y al mismo tiempo pueden invertir una en la vida de la otra. También ella podría servir en la escuela dominical o en el cuidado de niños de su iglesia. Es importante que nuestros hijos vean que somos parte de una comunidad de discípulos de Cristo que juntos lo siguen, viviendo las mismas convicciones y valores, dando apoyo así a nuestra misión en casa.

No pretendamos llevar a cabo la encomienda de levantar una generación para Cristo con nuestras fuerzas. El mundo está obsesionado con encontrar cómo ser madres perfectas y cómo criar perfectamente. Pero la madre cristiana puede descansar en la realidad de que solo hay Uno perfecto y que Él vivió y murió por ella.

Busca al Señor intencionalmente. Medita en Su Palabra. Recurre primero a la oración. Que toda la información e ideas del mundo no te carguen y te desenfoquen de la misión.

Muchas veces fallaremos delante de Dios y de nuestros hijos y debemos tomar esos momentos como oportunidades para modelar nuestra dependencia en Cristo y buscar Su perdón. Muchas veces, después de una mala noche con una niña enferma o un recién nacido hambriento, sentiremos que no podemos abrir los ojos, mucho menos sobrevivir el día.

Descansemos en Él. Cuídalos, que Él cuidará de ti. Como pastor apacentará su rebaño, en su brazo recogerá los corderos, y en su seno los llevará; guiará con cuidado a las recién paridas (Isa. 40:11). Todo lo puedes en Cristo que te fortalece (Fil. 4:13).

Al final de todo, nuestra identidad no descansa en ser madres. No busquemos nuestro valor en nuestros hijos ni en nuestro desempeño como madres. No son el centro de nuestras vidas. Nuestra identidad no descansa en nuestra asignación. Cristo no solo es suficiente para la maternidad, sino también para satisfacer tu alma. Tu identidad no se encuentra en tu rol como madre, ni tu plenitud en tus hijos. ¡Solo Cristo nos da sentido, propósito y satisfacción eterna! Él es nuestra única esperanza. Él es el objetivo y el fin de tu vida y de tu maternidad.

Un fragmento del libro Mujer verdadera (B&H Español)

El regalo de los hijos (Parte 1)

May 18, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Sarah Jerez

Abraza la Gran comisión de la maternidad

Tu maternidad no se trata de ti ni de tus hijos, sino de la gloria de Dios. La labor aparentemente trivial que hacemos a diario como madres es parte de la misión que Dios diseñó para que cumplamos Sus propósitos eternos.

Detrás de las ocupaciones aparentemente comunes, hay una misión de gran valor y con significado trascendente. Aun lo más trivial lo estás haciendo para la gloria de Dios (1 Cor. 10:31). Las repercusiones de vivir esta misión con enfoque, diligencia y fidelidad son eternas e incalculables.

Tenemos que despojarnos del viejo hombre, de las mentiras del enemigo, y de nuestras percepciones y emociones acerca de la maternidad, y abrazar la verdad de la Palabra de Dios acerca de ella.

Pero primero debemos abrazar la perspectiva de Dios acerca de los hijos. Satanás quiso rebajar el valor de los niños. Lo vemos en la medida en que menos mujeres muestran interés en tener hijos hasta el punto de considerar eliminarlos de su vientre a conveniencia.

Tristemente es la realidad que se esconde detrás de la manera como vemos que las mujeres hoy día establecen sus prioridades. Los niños son costosos, inconvenientes, ocupan nuestro tiempo, pero contrario a todas las cosas en las que gastamos nuestro tiempo y recursos, ellos tienen un valor eterno. Son almas creadas por Dios que perdurarán para siempre y que nos son encomendados a nosotros durante un tiempo para un valioso propósito.

Jesús enfatizó el valor de los niños al manifestar: Dejad a los niños, y no les impidáis que vengan a mí, porque de los que son como éstos es el reino de los cielos (Mat. 19:14). Dios usa palabras como «don», «recompensa», «flechas» contra el enemigo y llama «bienaventurado» a quien los tiene. Que el Señor nos dé amor por lo que Él ama.

Como mujeres, creadas para dar y nutrir vida, debemos tener corazones abiertos a la bendición de tener hijos. Debemos pedirle al Señor que escudriñe siempre nuestras motivaciones a la hora de considerar este tema. Si el Señor no te dio hijos biológicos, el llamado de dar vida aún es para ti. Ya sea a través de la adopción o la maternidad espiritual, todas estamos llamadas a participar en el nuevo nacimiento y la reproducción de discípulos de Cristo, manifestando amor por la próxima generación.

Dios nos llama a abrazar la Gran Comisión (Mat. 28:18-20). La maternidad se trata de eso. Dios nos dio el ministerio de la reconciliación. Muchas queremos salir y evangelizar por el mundo, pero ¿quién le está predicando y enseñando a nuestros hijos? Dios le dio una influencia y oportunidad a la madre que no le ha dado a ninguna otra persona en sus vidas. Si Dios te dio hijos, no tienes que buscar muy lejos a quienes evangelizar e instruir.

La misión de la madre es de evangelización, instrucción y discipulado. Es mostrarles a sus hijos el glorioso evangelio de Cristo, motivarlos a arrepentirse de sus pecados y aceptar a Jesús como Salvador y Señor y que sean fieles discípulos suyos. Tenemos el mandato de enseñarles todo el consejo de Dios en todo tiempo y pasar Su Palabra a la próxima generación (Deut. 6:5-9; Sal. 145:4).

Un fragmento del libro Mujer verdadera (B&H Español)

¿Cómo puedo honrar a mi mamá?

May 11, 2022 By lifewaymujeres 2 Comments

Por Liliana Llambés

He tenido el privilegio de tener a mi madre desde el momento que por primera vez abrí mis ojos,  hasta el día de hoy que ella tiene 78 años, y no siempre la he honrado como dice la Palabra. 

El mundo nos da una enseñanza equivocada sobre honrar a nuestra madre. En algunas culturas aún existe la noción de que nuestras vidas como adultos están controladas por la mamá. Sin embargo, que hermoso saber cómo cristianas que la Palabra tiene la enseñanza correcta de cómo honrar a nuestra madre. 

Una de las misiones de los diez mandamientos es enseñarnos el amor a Jesús (Juan 14:15), y entre esos mandamientos, el objetivo del quinto mandamiento es honrar a mamá. «Honra a tu padre y a tu madre, para que tus días sean prolongados en la tierra que el Señor tu Dios te da» (Ex. 20:12). Aquí encontramos el fundamento bíblico para honrar a nuestra madre, a pesar de cualquier cosa que haya ocurrido en nuestra relación y si ella sea cristiana o no. 

Ahora quisiera compartir contigo algunas formas prácticas que me han sido de ayuda a través de estos 28 años de ser cristiana, para honrar a mi mamá. Aunque mi madre no era creyente por gran parte de ese tiempo, la bendición de llamarla mi hermana en Cristo llegó hace cuatro años. 

1) Ora por ella 

Cuando oramos por nuestra madre llevando al trono de nuestro gran Dios nuestras súplicas por ella, estamos realizando el regalo más grande y hermoso para honrarla. Estamos intercediendo por su salvación si no es creyente, por su salud, necesidades, relaciones con otros y con nosotras. Desde Génesis capítulo 3 en la caída del hombre, vemos que en las relaciones existen diferencias, y en la cotidianidad de la vida hay problemas, mal entendidos y situaciones de dolor, por lo cual necesitamos orar para que haya sanidad en su corazón y en el nuestro (Fil. 4:6-7). 

2) Perdona 

En esta humanidad caída, es inevitable que en las relaciones existan situaciones con malos entendidos, nos ofendamos unos a otros, se da el abandono, la traición etc. Es probable que existan heridas tan profundas que solamente la intervención del Señor puede sanar, pero debemos tomar la decisión de perdonar. El ejemplo más grande lo tenemos en Jesucristo, quien dio Su vida por el perdón de nuestros pecados por Su gracia y misericordia, aunque Él nunca pecó (Ef. 4:32; Mar. 11:25). 

3) Dedícale tiempo 

A medida que el tiempo va pasando, nuestras ocupaciones son mayores y no es tan fácil cumplir con todas ellas. Algunas veces, estar con nuestras amistades ocupa ese tiempo, pero debemos ser intencionales en pasar tiempo con nuestra madre, escucharla, ayudarla y disfrutar de ella, así como lo hacemos con otras personas. Al avanzar en edad necesitará más de nosotras, sea que vivamos lejos o no.  

 
Al compartir con ella expresemos nuestro amor, al darle un abrazo, un beso, una palabra agradable de elogio o de agradecimiento, pequeños detalles que para ella significan mucho. Recordemos que como cristianas el Espíritu del Señor nos enseña a honrarle día a día, momento a momento, minuto a minuto. El hecho es, que no sabemos hasta cuándo el Señor nos permitirá honrarla en esta tierra (2 Jn. 1:12). Aprovechemos el tiempo. 

4) Háblale con amor, amabilidad y respeto  

Una de los actos más desagradables que podemos presenciar es cuando un hijo le falta al respeto a su mamá. Nuestro amor no puede estar condicionado a como ella te haya tratado en el pasado, pues Dios en Su Palabra claramente nos enseña, «No seas vencido por el mal, sino vence el mal con el bien» (Rom. 12:21 LBLA). No nos dice que tengamos que justificar sus errores o pecados y dejarlos pasar por alto, sino que las trataremos de una forma agradable a los ojos de Dios. 

A medida que los años pasan y va envejeciendo se encontrará con enfermedades, será una persona que nos repetirá una y otra vez las mismas cosas y las mismas historias. Se le olvidará tomar sus medicinas, etc. Pero recordemos que la forma de amarla y honrarla es tratarla con amabilidad y paciencia (Lev. 20:9; 1 Tim. 5:1a). 

5) Atiende sus historias y consejos 

Uno de los regalos más hermosos que podemos dar a nuestra madre, es escucharla contar las historias de cuando éramos niños, compartiendo fotos de diferentes etapas de su vida. Puede que ya las sepas de memoria, pero no importa, puedes escucharlas una y otra vez. Ella está contando parte de nuestra historia a través de su vida.  

Referente a los consejos, puede resultar complicado y difícil cuando no van de acuerdo con la Palabra del Señor, pero eso no debe llevarnos a la falta de respeto, debemos escucharla y filtrar esos consejos en la sabiduría divina (Prov. 1:8; 23:22). 

6) Sírvele en lo posible 

El tiempo va pasando y cada vez más nuestra madre necesita de nuestra ayuda. Aunque vivamos lejos, encontremos la forma de estar al tanto de ella día a día. Podemos recordarle sus citas con el médico, las medicinas que debe tomar o enviarle una comida. Y aunque no vamos a poder hacerlo todo, si somos intencionales, podemos cooperar en lo que sea posible. (1 Tim. 5:4) 

7) No la culpes por tu pecado 

Es triste, en mis tiempos de consejería, escuchar hijas culpando a su madre por su pecado. Cada una de nosotras somos responsables por nuestros pecados y necesitamos confesarlo, arrepentirnos y responsabilizarnos de ellos con madurez. En el Señor hay esperanza para aquel que se arrepiente (2 Cor. 5:10). 

8) Ámala 

El mejor regalo de honrarla es amarla como Cristo nos amó. Dale abrazos, mimos, besos, demuestra ese amor (1 Cor. 13). En Jesús, aun siendo Dios, encontramos el mayor ejemplo de honra a Su madre María. Se sometió a ella y a Su Padre celestial en todo tiempo. Jesús se sujetó a Sus padres terrenales (Luc. 2:51). Cuidó a María Su madre aquí en la tierra hasta el final, encomendándosela aún a la hora de Su muerte a Su discípulo amado, Juan (Juan 19:26-27). 

Amada, mi oración para ti y para mí, es que mientras el Señor nos dé la oportunidad de tener en esta tierra a nuestra madre, podamos honrarla como Jesús lo hizo, honrando a Su madre en la tierra y a Su padre celestial.


Liliana Llambés, misionera por más de 15 años con la IMB. Su pasión es llevar el mensaje de salvación donde el Señor la envíe y hacer discípulos a mujeres de todas las edades, con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Gracia en la ciudad de Panamá. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Autora del libro 7 disciplinas espirituales para la mujer. Esposa del pastor-misionero, Carlos Llambés, madre de 4 hijos adultos y 9 nietos. Actualmente reside en Panamá en donde junto a su esposo están realizando trabajo misionero. Puedes seguirla en Facebook: @lilyllambes, Instagram: @lilyllambes,Twitter @lilyllambes, su blog liliana.llambes.org

Una madre que glorifica a Dios

May 8, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Mayra Beltrán de Ortiz

Por mucho tiempo he librado una batalla en mi mente y corazón, ya que en el centro pecaminoso de mi alma siempre fui una buscadora de gloria. Deseaba aprobación y reconocimiento de parte de otros en lo que hacía y muchas veces me molestaba cuando no lo recibía.  

Después de ser salva, conocer a Dios en la intimidad, estudiar y meditar en Su Palabra, Él me reveló las ataduras internas de vanidad y orgullo que yo albergaba en mi corazón. He entendido, después de mucho dolor y sufrimiento, al tener que morir a mí misma a diario, que nada se trata de nosotros sino siempre de Dios y de Su gloria. Que los dones y talentos depositados por Él en nosotros son para darle la gloria a Él siempre en todas las cosas buenas que podamos hacer. Este proceso, a pesar de ser muy doloroso al mismo tiempo provoca en mí una profunda y enorme satisfacción en Dios. 

Aquí puede que surja la pregunta, ¿qué es la gloria de Dios? Definir la gloria de Dios no es una tarea fácil ya que la llegamos a entender cuando la vemos y experimentamos, pero describirla en una frase precisa es retador. Si buscamos el significado en “Google” encontramos que la define como «la manifestación de la presencia de Dios», pero definitivamente es mucho más. Yo diría que la gloria de Dios es la belleza de Su Espíritu. Es la belleza que emana de Su carácter, de todo lo que Él es. Son todos Sus atributos vistos al mismo tiempo. 

Es importante saber y entender que todos tenemos el mismo llamado de glorificar a Dios en todo lo que hacemos. La Escritura dice que Dios nos creó para Su gloria (Isa. 43:7) y nos instruye, «hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Cor. 10:31). Está muy claro de que hay un propósito primordial para nuestras vidas y la Palabra nos dice muy claramente que es para que glorifiquemos a Dios, para eso nos formó y nos hizo. Glorificar a Dios es reconocer, aclamar la santidad de Dios, Su poder, y vivir agradecidos siempre, de manera que sea un estilo de vida. 

Pero ¿cómo podemos darle gloria al «Rey de gloria»? (Sal. 24:8). Sabemos que la gloria le pertenece a Dios (Juan 17:5; Hech. 7:55), que Dios revela Su gloria (Ex. 24:17; 40:34; Sal. 19:1) y que podemos observar Su gloria (Juan 1:14). Nuestra pregunta hoy es ¿Cómo puedo ser una madre que glorifica a Dios? 

La maternidad puede ser nuestra mayor fuente de gozo sobre la tierra, así como la fuente de nuestro dolor terrenal más grande. Estoy convencida de que, así como el Señor usa el matrimonio para la santificación de la pareja, Él usa el invaluable rol de la maternidad para refinarnos. 

A través de los años he aprendido que la maternidad involucra morir, muchas veces a diario, lo cual no es una verdad muy popular en una cultura que nos dice que las mujeres podemos tenerlo todo y ocuparnos de nuestros propios intereses. Las mentiras sutiles del enemigo pueden llevarnos a creer que los hijos son únicamente para propósitos de realización personal y si no pueden satisfacer esta necesidad, no nos sirven para nada.   

Por el contrario, la Escritura nos enseña que nosotros obedecemos, alabamos y servimos a Cristo al servir a otros y al considerar sus necesidades como más importantes que las nuestras y esto por supuesto que incluye a nuestros hijos.   

Una madre sacrifica y vuelca su vida sobre sus hijos en servicio a Dios. Renunciamos a nuestro cuerpo, nuestros sueños, tiempo, comodidad, a nuestras carreras y al entretenimiento. De esta manera estamos glorificando a Dios al poner la necesidad de ellos por encima de la nuestra. 

Muchas veces en la rutina diaria de la maternidad, es difícil ver como las tareas mundanas pueden glorificar a Dios. Podemos morir mil muertes en pequeñas maneras que solo Dios ve, como dejar en el altar tu deseo de ser reconocida, o rendir tu casa perfectamente limpia y ordenada a una que da testimonio de muchas vivencias.     

Cuantas de nosotras hemos necesitado desesperadamente un descanso, pero cuando nuestro bebé recién nacido llora a las 3:00am, no lo pensamos dos veces y nos levantamos rápidamente de la cama. O tal vez planeamos una salida con nuestro esposo, pero esa misma tarde a uno de tus hijos le da fiebre por lo que parece ser un virus y se cancela la salida. Esa es la vida de las madres, poner las necesidades de nuestros hijos primero que las nuestras. 

Es mi deseo que hoy puedas meditar en lo siguiente: 

  • ¿Hay ocasiones en que sientes que ciertas partes «ardientes» de la maternidad te abruman y te consumen por completo? 
  • ¿Has podido experimentar la muerte y la resurrección de Jesús caminando a través de la puerta de la maternidad? 
  • ¿Te has dado cuenta de que los sacrificios de la maternidad realmente no son tales, si los comparas con la ganancia de una vida enriquecida en el Señor Jesucristo cuando servimos a nuestros hijos como si le sirviéramos a Él? 

¡Si es así, entonces estás viviendo tu maternidad para la gloria de Dios!

Mayra Beltrán de Ortiz, decidida a honrar el diseño de Dios para la mujer. Esposa de Federico Ortiz hace 45 años, madre de José Alberto y Erika y abuela de Noé, Renata y Jaime Alberto. Graduada del Instituto Integridad & Sabiduría. Miembro y diaconisa de la Iglesia Bautista Internacional (IBI) donde es parte del Cuerpo de Consejeros y es Encargada del Ministerio de Mujeres EZER.

Cuando me convertí en madre inesperadamente

May 4, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por María Renée de Cattousse

Vivía una juventud que consideraba muy normal, creyendo tener el control de las cosas, teniendo la libertad de tomar mis decisiones, centrándome en salir adelante, ejerciendo profesionalmente, esforzándome por planificar las cosas como consideraba era la forma «correcta», y … de repente estaba realizándome una prueba de embarazo. Temblando y segura a la vez que el resultado no podría ser más que reflejo de un retraso únicamente. 

Bastaron solamente unos minutos para estar ante el resultado positivo, lo cual no había considerado posible —iba a convertirme en madre. Lejos estaba de imaginar que esto era el principio de lo que Dios utilizaría en mi vida para mostrarme mi necesidad de Él, una necesidad que desconocía tener, pero que era evidente en mi manera de vivir. 

Escribir este artículo es algo tan profundo que aún puedo sentir las emociones, temores, dudas, y pensamientos que se entrelazaban en mi mente y corazón. Estaba por cambiar el rumbo de mi vida; algo que había deseado pero no había planificado en este momento de mi vida. 

En Sus manos no hay despropósitos. 

Su poder y amor eterno permiten utilizar todas las circunstancias para revelarnos nuestra condición. Había una consecuencia, producto de mi manera de vivir, y en los próximos meses sería cada vez más evidente. Pero en Sus planes, Sus manos llenas de gracia y misericordia derramaron sobre mi vida la oportunidad de reconocer mi profunda necesidad de salvación, la de una relación con Él.      

¿Cómo podría convertirme en madre y enseñarle a mi hijo sobre lo que aún yo no conocía? Fue así como Dios atrajo mi corazón.  

Hace veintidós años me convertí en madre y es imposible explicar aquí todo lo sucedido, pero algo que necesito dejar plasmado es que entregarle mi vida al Señor, aceptar que estaba viviendo alejada de Su voluntad, exponerme a la Escritura, congregarme y dar pasos de fe, han sido la oportunidad invaluable de conocerle de una manera profunda y real.   

Experimentar Su gracia, misericordia, restauración y redención. Aprender a confiar y depender de Él.  Sé que estoy aprendiendo aún estas cosas, y quiero seguir haciéndolo, porque estoy convencida que es Él quien ha iniciado la obra y la está perfeccionando para el día de Su venida, como encontramos en Filipenses 1:6. Sé que fue esta etapa de la vida la que el Señor utilizó para sensibilizar mi corazón.   

No conozco tu situación, pero mientras escribo estoy orando que juntas recordemos que: 

  • Dios conoce nuestras circunstancias, no hay nada desconocido para Él. Sus planes son perfectos y de bien. Él endereza nuestras veredas, es un Dios en cuyas manos todo tiene propósito.  (Prov. 3:6; Jer. 33:3; Jer. 29:11) 
  • Nada hay oculto ante Sus ojos, formó nuestros cuerpos y los de nuestros hijos. Es Él quien da vida física y espiritual. De tal manera que podemos acercarnos confiadamente a Su presencia para experimentar en carne propia Su gracia y misericordia.  (Sal. 139:13-17; Heb. 4:16) 
  • Independientemente de nuestros planes, tanto los planificados como los que sin hacerlo se convierten en realidad, podemos depender del Señor, ya que son la oportunidad para permitir que transforme nuestra manera de pensar y vivir.  

¡Animémonos pues a perseverar en la fe, y guiar a nuestros hijos para juntos poder dar testimonio de la bondad y fidelidad del Señor! 

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

Amando a hijos rebeldes

May 26, 2021 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Liliana Llambés

Es tan emocionante ver cuando nuestro vientre va creciendo y anhelar el hermoso día en que estaremos arrullando a nuestro/a bebé en los brazos; poder ver su carita, escucharlo llorar, arrimarlo dulcemente a nuestro rostro y poder besarle. También aquellas que, aunque no han visto su vientre crecer, pero de igual manera son madres para hijos que han adoptado. Te preguntarás porque estoy comenzando de esta manera y es para recordar la bendición que Dios nos ha dado con nuestros hijos, aun cuando sean hijos rebeldes por los cuales estamos sufriendo, eso no quita el hecho de que son un bien preciado. 

Los hijos son un regalo del Señor; los frutos del vientre son nuestra recompensa. Salmo 127:3

Quisiera darte algunas sugerencias que te pueden alentar y ayudar a amar a tu hijo rebelde.

  1. Ora en todo tiempo
    Si en medio del sufrimiento nos enfocamos en la oración continua y en dar gracias y gloria a Dios, entonces toda preocupación, ansiedad y cualquier sentimiento negativo que llegue a nuestra vida se disipará y se enfocará correctamente por medio de la oración.
    Por nada estén afanosos; antes bien, en todo, mediante oración y súplica con acción de gracias, sean dadas a conocer sus peticiones. Delante de Dios. Filipenses 4:6 
    Debemos ser intencionales en orar por la vida espiritual de nuestro hijo o hija, pues solamente Dios puede confrontar sus vidas y tratar con su rebeldía.
  1. Acepta la condición de rebeldía
    Si nuestros hijos están siendo rebeldes debemos aceptar que algo anda mal en sus vidas específicamente en su corazón. No tapemos el sol con nuestras manos y pasemos por alto lo que está sucediendo. Reconocer que no es cristiano o que lo es, y que está en pecado es de suma importancia.
    Si afirmamos que tenemos comunión con él, pero vivimos en la oscuridad, mentimos y no ponemos en practica la verdad. 1 Juan 1:6
  1. Guíalos a Cristo
    Si tu hijo o hija no son cristianos, no esperes a que su comportamiento sea conforme a la Palabra, aunque se haya criado en un hogar cristiano. Aunque en nuestro corazón maternal deseamos protegerlos de las consecuencias del pecado, lo más importante es reconocer su incredulidad por Jesús.
    No he venido a llamar a justos sino a pecadores a que se arrepientan. Lucas 5:32
    Si alguno de tus hijos se encuentra en pecado, debes ser intencional en mostrar el pecado por su nombre e invitarlos al arrepentimiento genuino. Recordando la confianza total en perdón absoluto y completo que tenemos en Cristo.
    Quien encubre su pecado jamás prospera; quien lo confiesa y lo deja ella perdón. Proverbios 28:13
  1. Sean bienvenidos a casa
    En el hogar se le da la bienvenida tanto a hermanos en Cristo como a amigos que no son cristianos, así como a familiares de sangre que no lo son. Los tratamos de la mejor manera, siendo Cristo reflejado en nuestras vidas. Así mismo si tu hijo o hija no tiene a Cristo o está en un pecado, tu hogar siempre debe ser un lugar que refleje lo que Cristo es. 
    Invítalos a comer y aunque las conversaciones te van a generar tensión, recuerda que tu hijo/a está pasando también por incomodidad, muchas veces porque la culpa y la vergüenza los visitan. Incluirles es una oportunidad que Dios te da con la intención de escucharle, amarle y apuntarle a Cristo.
    Y sucedió que estando Él sentado a la mesa en la casa, he aquí muchos recaudadores de impuestos y pecadores llegaron y se sentaron a la mesa con Jesús y sus discípulos. Mateo 9:10
  1. Interésate por sus asuntos
    Quizás te decepcione la forma en que tu hijo/a está usando su tiempo y recursos así como el rechazo a Jesús que demuestran, pero sé intencional en interesarte por lo que hace. Intenta estar presente en algunas actividades con él o ella. Recuerda tú estabas presente en otros tiempos ahora también debes de estarlo.
    Jesús es el mayor ejemplo de esto. ¡Imítalo! Él se relacionaba con prostitutas, recaudadores de impuestos, pecadores de todos tipos. Recuerda él o ella siguen siendo tu hijo/a, eso no ha cambiado, así como nuestra relación con Jesús tampoco cambia cuando pecamos y nos arrepentimos.
  1. Respeto por sus amigos
    Así como respetamos a nuestros amigos que no son cristianos, también debemos hacerlo con los amigos de nuestro hijo/a. Míralos como una oportunidad de evangelizar y de mostrar a Cristo.
  1. Gracia y misericordia
    Con la misma gracia y misericordia con que Cristo nos vio al derramar Su sangre por nosotros en la cruz del Calvario, muriendo un justo por una injusta, así mismo debemos amar con gracia y misericordia a nuestro hijo/a.

Pero Dios, que es rico en misericordia, por su gran amor por nosotros, nos dio vida con Cristo, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos y pecados. ¡Por gracia ustedes han sido salvados! Efesios 2:4-5

Conclusión
Querida hermana recuerda que, aunque nos duela profundamente que un hijo/a no sea cristiano o siendo cristianos vivan en pecado y aunque no apoyemos su forma de vida o el pecado en que se encuentre debemos seguir amándolos, apuntándoles a la cruz, ellos son imagen de Dios.

Recuerda las palabras del Señor en 1 Corintios 13, las cuales nos recuerdan la excelencia del amor. 

El amor es paciente, es bondadoso; el amor no tiene envidia; el amor no es jactancioso, no es arrogante; no se porta indecorosamente; no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal recibido; no se regocija de la injusticia, sino que se alegra con la verdad; todo lo sufre, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta.
1 Corintios 13:4-7

Liliana Llambés, misionera por más de 15 años con la IMB. Su pasión es llevar el mensaje de salvación donde el Señor la envíe y hacer discípulos a mujeres de todas las edades, con el fundamento bíblico de la Palabra de Dios. Miembro de la Iglesia Bautista Ciudad de Gracia en la ciudad de Panamá. Tiene una Maestría en Estudios Teológicos en el Southern Baptist Theological Seminary. Autora del libro 7 disciplinas espirituales para la mujer. Esposa del pastor-misionero, Carlos Llambés, madre de 4 hijos adultos y 9 nietos. Actualmente reside en Panamá en donde junto a su esposo están realizando trabajo misionero. Puedes seguirla en Facebook: @lilyllambes, Instagram: @lilyllambes,Twitter @lilyllambes, su blog liliana.llambes.org

¿Es bueno el orgullo por los hijos?

May 19, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Yicell Ortiz

Los hijos son un regalo del Señor; son una recompensa de su parte. Salmos 127:3 (NTV)

Nuestros hijos son un regalo de Dios, por lo que ellos van a necesitar madres amorosas, dedicadas y entregadas a ellos incondicionalmente.

Por sobre todas las cosas el amor, el cuidado, su educación integral, acompañados de una crianza centrada en el evangelio, es lo que Dios desea de nosotras, sus madres.

Todo lo anterior conlleva muchas responsabilidades.

¿Sabes que nuestros hijos aprenden observando lo que hacemos y escuchando lo que decimos?

Nuestro trato hacia ellos y lo que decimos de ellos es sumamente importante, esto tiene mucho significado. Cada cosa que escuchen o vean los motivará o los entristecerá.

Resaltar las fortalezas de nuestros hijos, sus buenas acciones y sus logros es clave. Le corresponde a cada madre.

En torno a este tema, hay tres puntos importantes: 

  1. Como madres cristianas, ¿qué hay del orgullo que podemos sentir por nuestros hijos?

El orgullo que las madres sentimos por nuestros hijos, normalmente se debe a sus logros en cualquier etapa de sus vidas, desde que inician su aprendizaje y desarrollo. Por ejemplo, sentimos orgullo por nuestros hijos cuando aprenden a caminar, cuando aprenden a comer solos y cuando van el primer día a la escuela, etc.

En 2 de Corintios 7:4 NBLA, por ejemplo, leemos a Pablo sintiendo orgullo por los miembros de la iglesia, por cómo lo alentaron haciéndole feliz aún en medio de la dificultad y por eso Pablo les decía que estaban en su corazón por siempre:

Mucha es mi confianza en ustedes. Tengo mucho orgullo de ustedes. Lleno estoy de consuelo y sobreabundo de gozo en toda nuestra aflicción.

Es bueno que sepamos que este orgullo que hace mención Pablo, no es el que Dios rechaza en otras partes de la Biblia, al cual se refiere a la “altivez”, la “soberbia”, entre otros. Este orgullo pecaminoso es altanero, lo opuesto a la humildad que Dios busca en nosotras.

En cambio el orgullo al que se refiere Pablo, que no es el mismo término del anterior, es traducido como una forma de “gloriarse, alegrarse mucho por algo”. Definitivamente no es lo mismo que seamos personas altaneras o soberbias.

2. Nuestros hijos lo necesitan. 

Este orgullo que sentimos por nuestros hijos debe ser el mismo que leemos de Pablo. Por ejemplo, podemos sentir orgullo por sus logros por más sencillos que sean, los avances en sus vidas camino hacia su madurez e independencia y sus talentos.

Sentir orgullo por ellos en algún momento de sus vidas puede resultar de bien para ellos. Esto es importante, ya que pueden sentirse felices y los ayuda cuando más lo necesiten.

Las madres jugamos un papel importante en la vida de nuestros hijos. No olvidemos hablarles de cuánto los amamos, y los apoyamos y sobre todo que ellos crean nuestras palabras.

Querida mamá, hay tres maneras de mostrar el orgullo que sentimos por nuestros hijos de manera adecuada, por ejemplo:

a. Elogiemos el proceso de lo que están haciendo más que el resultado.

b. Demostremos mucho aprecio por sus habilidades.

c. Celebremos con entusiasmo cuánto ellos se han superado.

d. En medio del gozo y la alegría, no olvidemos mostrar el evangelio y la Palabra de Dios.

Recordemos, el orgullo y la confianza que les mostremos les ayudará en su aprendizaje y desarrollo.

3. Cuidemos sus corazones y el nuestro del orgullo pecaminoso. 

El orgullo pecaminoso puede llevarnos a idolatrar a nuestros hijos, a hacer alarde de sus capacidades frente a otros como si nosotras mereciéramos la gloria por sus logros. Si esa es la intención de nuestro corazón cada vez que publicamos sus fotos en las redes sociales debemos arrepentirnos ante Dios. Él es el único que merece la gloria. 

El orgullo pecaminoso también puede tocar los corazones de nuestros hijos cuando destacamos siempre sus fortalezas pero nunca les ayudamos o les disciplinamos cuando pecan. Pidámosle a Dios que nos ayude a alegrarnos por sus logros pero también a ser firmes a la hora de disciplinarlos. 

En medio de todo nuestro gran amor, no olvidemos los corazones de nuestros hijos. Ellos necesitan ser instruidos en todo el consejo de la Palabra de Dios. Mostrándoles siempre su necesidad de Jesús; pues sus corazones son pecaminosos que necesitan regeneración y guía. Además deben darle la gloria a Dios de todos sus logros.

Madre, oremos por nuestros hijos, también oremos por nosotras. Y demos gracias a Dios por ellos, pues son un regalo, el cual nos urge cuidar, encaminar y valorar.

Yicell de Ortiz dirige el blog mujeryvida.net en donde tiene como propósito encaminar a las mujeres a Jesucristo y que ellas tengan vidas, matrimonios y familias fundamentadas en Él, proveyéndoles recursos bíblicos diversos y compartiendo también en las redes sociales. Es esposa y madre. Es miembro junto a su familia, de la Iglesia Bautista Internacional (IBI), en donde juntos colaboran en el ministerio de jóvenes Adultos M-AQUI.

La pérdida de un hijo

May 12, 2021 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Angélica Rivera

Cuando perdimos nuestro primogénito, pude ser empática con muchas madres que habían pasado por pérdidas, podía identificarme con su dolor.

Muchas madres comparten su experiencia, otras siguen adelante y nadie sabe su historia, pero la pérdida de un hijo, es una marca que no se puede olvidar.

Quise entrevistar a dos madres que al igual que yo, atravesaron por la dura prueba de ver morir a sus bebés. Aquí te comparto sus palabras para que seamos edificadas con su testimonio.

“Hoy puedo dar gracias a nuestro Dios por haberme elegido y entretejer ese bebé, maravillosamente en mi vientre. He aprendido a vivir con la pérdida, imaginando que una parte de mi cuerpo ha sido quitada, pero teniendo la esperanza en mi Señor de que un día nos volveremos a ver y a disfrutar de la presencia de nuestro Dios, donde ya no habrá más lágrimas, ni dolor, porque todo será hecho nuevo. Doy gracias a Dios porque en medio de esta prueba pude profundizar en Su soberanía y entender aún más que nuestro Dios está en los cielos y hace lo que le place, no está sujetó a nadie ni es influido por nadie. Dios obra siempre y únicamente conforme a Su buena voluntad. Nadie puede frustrar ni detener Sus propósitos. 

Mi propósito será establecido, y todo lo que quiero realizaré. Isaías 46:10 

Y todos los habitantes de la tierra son considerados como nada, mas Él actúa conforme a Su voluntad en el ejército del cielo y entre los habitantes de la tierra; nadie puede detener su mano, ni decirle: “¿Qué has hecho?” Daniel 4:35

Nuestro amado Padre no tiene rival en majestad, ni límites en su poder, ni nada fuera de Sí mismo que lo pueda afectar.”

Michelle de Veloz

“Entré en una profunda comunión con Dios, al pasar por la experiencia de perder a mi hija amada. En el dolor, conocí a Dios como mi torre fuerte, mi pronto auxilio, mi socorro y en la soledad mi compañero fiel, mi consolador, mi fortaleza y a quien puedo acudir en cualquier momento. Su oído siempre está presto, para escuchar cualquiera que sea la situación que esté viviendo. Enfoco mi mirada en lo eterno y reconozco que los anhelos temporales de este mundo, no se comparan jamás a lo que Dios tiene preparado para los que le aman”.

Grace González

Damos gracias a Dios porque Su Palabra nos sostiene en todo tiempo, ciertamente somos muy frágiles y no tenemos el control total, pero Su gracia es suficiente para cada día.

A través de esta prueba, hemos podido consolar a otros, con la misma consolación que hemos recibido y hemos conocido más a Dios y Su carácter.

Nuestra pérdida no fue un error, no se le escapó de las manos al Dios soberano, que sostiene el universo en la palma de Sus manos, quizás no pueda entender del todo el por qué, pero no estoy llamada a entender a Dios, si no a confiar en Él.

Él es suficiente, pensamos que necesitamos un esposo para ser feliz, un hijo, vivir en otro lugar, tener más ingresos, una mejor casa, salud, belleza, servicio a Dios, y una lista interminable, pero Él es suficiente.

Cuando buscamos llenura en cualquier cosa que no sea Dios, quedamos vacías, ya que solo Dios satisface.

Cada hijo que ha muerto, “antes de tiempo”, a nuestro entender, tuvo una vida completa, porque vivió los días que Dios había planificado para él. (Salmos 139:16)

Nuestros hijos son préstamos de Dios y Él decide cuándo darlos o quitarlos.

¿Cómo vivir después de una pérdida?

Aprender a vivir con ello, no como si no hubiera pasado nada, vive tu duelo.

Se vale llorar, porque el dolor es intenso, pero lloremos con esperanza.

Tampoco, hermanos, queremos que ignoréis acerca de los que duermen, que no os entristezcáis como los otros que no tienen esperanza. 1 Tesalonicenses 4:13

Nosotros sabemos que la vida no termina cuando morimos, es el comienzo de la vida plena, junto a nuestro Dios.

Los días que siguen a nuestra pérdida, son como una montaña rusa en cuanto a nuestras emociones, hay momentos que nos sentimos fuertes y al poco rato con una tristeza inexplicable, pero es en esos momentos cuando debemos correr a los pies de nuestro buen Dios que nos ama y entiende, porque también vio a Su Hijo morir en la cruz.

Quizás te sientas decepcionada de Dios, por haber permitido esta prueba tan dura, pero recuerda que Él es Bueno y Sus planes son de bien para aquellos que le aman. (Romanos 8:28)

Corre a Cristo, clama por ayuda, Él no te abandonará.

Quizás creas que de esta no te recuperarás, pero Dios es experto en sanar las heridas del alma.

No te aísles, busca el apoyo de amigos de la fe, que caminen contigo, y oren por ti.

Aprende a depender de la gracia de Dios, un día a la vez.

Satura tus pensamientos con la Palabra, medita de día y noche en Su ley, de tal manera que puedas ver esta prueba por encima del sol y recuerda sus promesas.

Que Dios nos ayude a honrarle en todo tiempo, porque para esto vivimos, para Su gloria.

Oro para que Dios te abrace de una manera especial y te permita sentir Su amor, en medio de tu pérdida y dolor.


Angélica Rivera de Peña es diaconisa en la Iglesia Bautista Internacional, República Dominicana,  es graduada del Instituto Integridad & Sabiduría y tiene un certificado en ministerio del Southern Baptist Theological Seminary, a través del programa Seminary Wives Institute, está casada con el pastor Joel Pena, encargado del ministerio de Vida Joven de su iglesia donde Angélica sirve junto a su esposo, y tienen dos hijos, Samuel y Abigail.

Cristo y Su Mamá

May 9, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Liliana González de Benítez

Cuando Jesucristo estaba siendo sacrificado, de acuerdo con el plan y la voluntad de Dios, dice la Biblia que Su madre se encontraba al pie de la cruz. Ni siquiera su corazón sangrante la hizo abandonar la cruel escena del Calvario. María permaneció cerca del fruto de su vientre hasta que dio su último suspiro. 

Treinta y tres años antes de estos acontecimientos, Simeón, guiado por el Espíritu Santo, le profetizó a María: Este Niño ha sido puesto para caída y levantamiento de muchos en Israel, y para ser señal de contradicción, y una espada traspasará aun tu propia alma, a fin de que sean revelados los pensamientos de muchos corazones (Lucas 2:34-35, NBLA). 

María guardó el presagio en su corazón. No se quejó ni el miedo la paralizó. Fortalecida en el perfecto amor de Dios, cumplió con fidelidad la tarea que le fue encomendada. Ella llevó al Verbo hecho carne en sus entrañas, le dio a luz con dolor, lo alimentó con sus pechos, calmó sus cólicos nocturnos, vio brotar su primer diente, le enseñó a hablar y a dar sus primeros pasos, y se deleitó grandemente al verlo crecer en sabiduría, en estatura y en gracia para con Dios y los hombres (Lucas 2:52).

Ese Hijo a quien ella adoraba era Emmanuel, su Salvador prometido (Mateo 1:23). Pues María —como cualquiera de nosotras— fue una pecadora salvada por la gracia de un Dios maravilloso. Aquel día en el Gólgota, Jesús entregó Su vida para lavar con Su santísima sangre los pecados de Su madre y de la gente de toda tribu, lengua, pueblo y nación que habrían de creer en Él (Apocalipsis 5:9). Sin la sangre expiatoria de Cristo derramada en la cruz, ni María ni nosotras tendríamos entrada al cielo: Por cuanto todos pecaron y no alcanzan la gloria de Dios (Romanos 3:23). 

Cuando María vio a su Señor y Salvador humillarse a sí mismo para morir como lo hacían los malhechores, debió percibir que se cumplía la profecía de Simeón: una espada traspasaba su alma. La misma espada que quebranta y humilla nuestros corazones cuando llegamos a reconocer —por la gracia de Dios— que fueron nuestras miserias y pecados los que clavaron a Cristo en la cruz. Él mismo llevó nuestros pecados en Su cuerpo sobre la cruz, a fin de que muramos al pecado y vivamos a la justicia, porque por Sus heridas fueron ustedes sanados (1 Pedro 2:24).

En el umbral de la muerte, a punto de entregar el espíritu, Jesús vio a Su madre al pie del madero junto a Juan, el discípulo a quien amaba, y le dijo con ternura inefable: «¡Mujer, ahí está tu hijo!» Después dijo al discípulo: «¡Ahí está tu madre!». Y a partir de ese momento el discípulo la recibió en su propia casa (Juan 19:26-27). 

Aun en aquella hora, cuando Dios estaba en Cristo reconciliando consigo mismo al mundo (2 Corintios 5:19), pensó en las necesidades terrenales de Su madre y se aseguró de proveerle un hogar y el cuidado de un fiel amigo. Cristo honró a Su mamá hasta el final de Su vida. ¡Qué gran lección para nosotras! Es de destacar que aquella oscura tarde en el Calvario, Jesús no solo le proveyó a ella una casa temporal en este mundo, Él se dio a sí mismo para proveerle un hogar eterno en el cielo (Juan 14:2). 

María fue dichosa porque halló gracia delante de Dios. Nosotras, las mujeres que hemos nacido del Espíritu de Dios y obedecemos Su Palabra, también somos dichosas (Lucas 11:27-28). Tú y yo —al igual que María— fuimos elegidas para salvación. No porque lo merecemos, sino por Su gracia e infinita misericordia. Con el alma rebosante de gratitud, unámonos al sublime canto de la madre de Jesús: «Mi alma engrandece al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador. Porque ha mirado la humilde condición de esta su sierva; pues desde ahora en adelante todas las generaciones me tendrán por bienaventurada (Lucas 1:46-48). 

Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: Facebook, Instagram y en su blog.

Dadoras de vida con vientre vacío

May 5, 2021 By lifewaymujeres 3 Comments

Por Cathy Scheraldi de Núñez

¿Cómo puede una mujer que no ha dado vida a ningún hijo ser capaz de ser dadora de vida? Porque con Dios todas las cosas son posibles (Mateo 19:26). Dios tiene un plan aun para aquellas que no son madres biológicas. La mujer es dadora de vida, no solamente en el parto sino en su entorno. Dios nos creó para dar vida a todas nuestras relaciones.

Como la mujer es el corazón del ambiente, ella es responsable de crear el ambiente para Cristo. Nosotras somos embajadoras de Cristo en la tierra (2 Corintios 5:20) debemos ser conocidas por nuestro amor. Tenemos que amar aquellos alrededor de nosotras, aquellos que no son nuestra familia biológica y aun aquellos que no son fáciles de amar porque el mismo Señor dijo ¿si amáis a los que os aman que recompensa tendréis? (Mateo 5:46).

El deseo natural de las mujeres es ser madre, pero el Señor no ha llamado a todas a este oficio. El llamado de cada una de nosotras es diferente. Y para la gloria de Dios, la mujer sin hijos muchas veces tiene oportunidades que las madres no tienen.

El trabajo de las madres cristianas es educar y levantar su familia en los caminos de Dios 24/7 mientras las mujeres sin hijos, muchas veces pertenecen a la fuerza laboral o estudiantil, al no tener niños pequeños que requieren el grueso de su tiempo, pueden dedicarse a un mundo en tinieblas (Deuteronomio 11:19).

El mundo no tiene idea como hacer las cosas como Cristo quiere, porque: Primero no conoce a Cristo, y segundo las metas y los caminos del mundo son opuestos a los caminos de Dios.

Por esto, a menos que ellos puedan observar cristianos viviendo el evangelio pueden constatar que hay una forma de vida diferente. Para nosotras esto implica vivir contra-culturalmente, pues las cosas de Dios siempre son opuestas al mundo. Sé que no es fácil hacer las cosas diferentes a todo el mundo siempre, sin embargo, es Dios quien nos da la fuerza (Filipenses 2:13). 

La mujer cristiana, madre o no, como no pertenece al mundo (Juan 15:1) tiene que pensar en todas las cosas que hace en el día y escudriñar las Escrituras para saber si está comportándose como Cristo quiere. 

Y la mujer en su trabajo, necesita llenarse del valor de Cristo para llevar prácticas contrarias a las de sus colegas. También tiene que ser llena del amor de Cristo para perdonar los ataques dirigidos hacia ella porque no se conforma al molde de este mundo (Romanos12:2). 

El Señor nos avisó que tendremos tribulaciones (Juan 16:33). ¿Cómo Él podía estar tan seguro? Porque cuando no vivimos el estándar de este mundo, el mundo nos critica, nos rechaza, nos ataca… (Mateo 10:24).

El filósofo Schopenhauer, al observar el mundo, dijo que la reacción a la verdad viene en 3 etapas, comienza con rechazo, luego ataques severos y finalmente la aceptación. Como El Señor dijo tendréis tribulaciones…esto entonces es una oportunidad para demostrar el gozo y amor en medio de la prueba. La razón por la que podemos tener sumo gozo en las pruebas, es porque las mismas están moldeándonos a la imagen de Cristo, y desarrollando en nosotros el fruto del Espíritu. (Santiago 1:2)

¿Cómo es que la mujer, dadora de vida, puede ser el corazón de su ambiente?  

Una mujer llena del Espíritu Santo, casada o no, con o sin hijos, en la casa o afuera de la casa, tiene la capacidad de imitar a Cristo y entonces, demostrar, enseñar, moldear y tener un impacto en su ambiente para Cristo. Es así como nosotras somos la luz del mundo (Mateo 5:16).  

¿Qué ocurre cuando uno entra en una habitación oscura y prende la luz? ¿La oscuridad domina la luz? No. La oscuridad huye porque la luz la domina.

Lo que nosotras necesitamos hacer es prender la luz. El mundo está en oscuridad, todos los lugares donde Cristo no reina están en oscuridad, nosotras tenemos que traer luz a donde vamos.

Aquellas mujeres quienes les ha sido dado el llamado de no ser madres, el llamado especial a morir a sus propios deseos y vivir por Cristo, ellas pueden ser el corazón de Cristo en su trabajo, en su universidad, en la organización donde pertenecen, o sea donde quiera, y cuando se hace todo como si fuera por Cristo, el impacto será tremendo.

En el cuerpo humano el trabajo del corazón es vital. Cuando el corazón se para, el cuerpo se muere e igual que en el cuerpo, el trabajo del corazón no es visible a los ojos, el trabajo de las mujeres muchas veces es silencioso y no visible, pero tan vital como el trabajo del corazón del cuerpo. Sin el corazón, la sangre no corre en las arterias y no nutre a los órganos. Igual sucede con el trabajo de la mujer.

La mujer cristiana influenciando su ambiente por Cristo trae paz, armonía, amor, perdón, honestidad, seguridad, integridad y hasta eficiencia. El equipo entero está trabajando en armonía y puede producir mucho más que un equipo que está en medio de chismes, lucha de poder y enemistad. 

El secreto de lograr esto es Colosenses 3:17 y todo lo que hacéis, de palabra o de hecho, hacedlo todo en el nombre del Señor Jesús dando gracias por medio de Él a Dios el padre.  Su jefe no es fulano de tal, sino Jesucristo, y nosotros necesitamos llenar las expectativas de Jesús primero y luego cuando sea posible, del jefe terrenal. Este llamado no es un llamado para cobardes. Es un llamado a morir a sí misma día tras día. Es tener el mayor impacto en esta generación porque nosotras no tendremos otra vida para completar el trabajo. Y la próxima generación que ha sido impactada por Cristo impactará a la próxima generación.

Recordemos a diario que, aunque no lo deseemos así, siempre tendremos un impacto en nuestro ambiente, bueno o malo, pero tendremos un impacto. ¿Cuál es el impacto que quieres dejar, un ejemplo de Cristo reinando en tu vida o de una vida vivida para ti misma?  Solamente hay una forma de tener este impacto para Cristo y esto es: puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe (Hebreos 12:2). Es un llamado especial lleno de pruebas y tribulaciones, pero si mantenemos el enfoque en Jesús, el impacto sobre la oscuridad será tremendo. ¡No desmayes! Igual que con las madres, el Señor ha prometido caminar contigo, darte la sabiduría y la fuerza para continuar en sus caminos y recuerda … Él es tu Padre, y tu Esposo y el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo (Filipenses 1:6).

Cathy Scheraldi de Núñez, es parte del ministerio para mujeres “Ezer” de la Iglesia Bautista Internacional en Santo Domingo, Directora Programa Radial Mujer para la gloria de Dios, escritora del libro “El ministerio de mujeres” y co-escritora del libro “Revolución Sexual” junto con su esposo el pastor Miguel Núñez. Una de las editoras generales de la Biblia devocional “Centrada en Cristo”. Puedes seguirla en Facebook y Twitter.

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