Por Tere Caballero

Por fin estábamos navegando en el Mar de Galilea, el bote se alejaba de la orilla mientras cantábamos, adorando a Dios. Siempre he pensado que si hay un sitio donde con toda certeza estuvo Jesús, fue aquí. Existen tantos relatos que le suceden a los pueblos que cohabitaban alrededor de este cuerpo de agua, tantos milagros que sucedieron cuando Jesús vivió aquí, de hecho, algunos de sus discípulos obtenían su medio de manutención a través de la pesca en este pequeño espacio de agua llamado Mar de Galilea. Y por fin nosotras estábamos aquí.
Tuvieron que pasar varios cambios de planes, varios meses de espera. En mi agenda la fecha se movió en tres ocasiones por varias razones como los atentados del 7 de octubre en la franja de Gaza y el inicio de una guerra del pueblo judío contra el terrorismo, nos habían impedido venir. Y justo cuando se decidió la nueva fecha y veníamos para acá, se declaró un cese al fuego, que abrió una ventana para que nos sintiéramos con una sensación de correr menos peligro durante nuestro viaje. ¿Pero por qué estábamos en Israel? Algunas de las mujeres que viajamos a Israel fuimos invitadas a colaborar como escritoras en un proyecto hermoso llamado Tras los pasos de Jesús.
Tras los pasos de Jesús es un libro que recopila momentos en los que Jesús se detuvo en su camino al encontrarse con mujeres específicas por un motivo mayor. Diferentes autoras describen el encuentro de Jesús con estas mujeres, en donde cada una de ellas es tratada no solo con dignidad, sino invitadas a formar parte de la historia de redención. La historia más importante sin lugar a dudas.
Mientras visitamos cada sitio en Israel, tal como leemos en los evangelios, me daba cuenta de que cada encuentro parece agendado, no era una interrupción al ministerio de Jesús en estas tierras, sino que estaba diseñado para que sucediera de la manera en que sucedió. El lugar podía ser un camino, una casa, un río o un pozo, incluso cualquier circunstancia, una boda o un funeral lo que fuera era ideal para dejarnos una enseñanza.
Jesús es Dios, quien hizo presente, Emanuel, Dios con nosotros. Y Él caminando en un tiempo y un espacio específico nos invita a todas a seguir sus pasos. Seguirle implicaba e implica pasar de muerte a vida, recibir sanidad y salvación y obtener la promesa de una vida eterna a Su lado. En esas tierras Jesús dejó huella, en medio del caos que cada una de estas mujeres estaba viviendo, Él llegó para transformarlas.
Mujeres que llevaban a su hijo muerto a enterrar, mujeres que buscaban satisfacción en medio de su vida desordenada, mujeres que siendo acusadas corrían peligro de morir, mujeres que en su impotencia buscaban a Jesús y creían que toque podía sanarlas. Mujeres como tú y como yo, quienes en medio del caos cotidiano de nuestras vidas necesitan de Jesús, aun cuando no nos demos cuenta de tal necesidad.
«Él nos muestra cómo se acercó compasivamente a esas mujeres, para luego acercarse a nosotras con la misma gracia. Ninguno de estos relatos tiene el fin de presentar una realidad que esté desconectada de la nuestra. De hecho, todo lo que Él reveló en Su Palabra tiene el propósito de invadir tu realidad para que lo conozcas… de cerca»
Betsy Gómez, Tras los pasos de Jesús, (p.188).
El viaje en ese bote duró alrededor de una hora, escuchamos Su Palabra, levantamos nuestras voces exaltando Su Nombre, contemplamos en silencio el paisaje a nuestro alrededor admirando Su Creación, imaginamos todo lo que Jesús sintió, pensó e hizo ahí. ¿Cómo había calmado la tempestad en esas aguas? ¿Cuál rincón de este mar fue donde camino? ¿Qué playa había sido donde realizó su pesca milagrosa y atrajo a sus discípulos para servir con Él? En fin, guardamos ese momento en una imagen en nuestro corazón, parecía que el tiempo se había detenido, como si el caos hubiera encontrado un momento para descansar. Estábamos recibiendo como regalo una muestra de Su Amor en una cita especial en el Mar de Galilea.
En ocasiones se nos hace más fácil comprender una historia, cuando nos damos cuenta de que nosotras también vivimos nuestra propia historia. Y cuando esta historia involucra al Dios eterno, que no solo nos creó, sino que también nos ha redimido, somos transformadas, sin importar de donde somos y lo que hacemos, nos damos cuenta de que Jesús quiere reivindicarnos, redimirnos, liberarnos y rescatarnos por completo.
En mi agenda estaba escrito: Viaje a Israel. Y ese día llegó, de igual manera no hay lugar o sitio donde Dios no llegue a esa cita agendada con cada una de nosotras. No importa el caos a tu alrededor, no importa la manera en que eres tratada o vista por los demás, Jesús está listo para llegar a ese encuentro contigo y transformarte, quizás quiera usar este libro para que te encuentres en alguna de estas mujeres. Y así como ellas, tú formes parte de la historia de la redención, siendo rescatada o dejándolo todo para seguirle y compartir tu historia con muchas más.
