Por Susana de Cano
Un veneno que mata lentamente es una metáfora comúnmente utilizada para describir algo que causa daño gradual pero continuo a lo largo del tiempo. En el contexto cristiano el pecado se describe como un veneno que corrompe lentamente el alma hasta alejarla de Su creador, Señor y Salvador a menos que la bondad de Dios conduzca al arrepentimiento, de lo contrario caemos en el auto engaño.
El engaño es la acción de hacer que alguien crea algo que no es cierto, con el fin de manipular o alterar su percepción de la realidad. Implica ocultar la verdad, distorsionarla o presentar una versión falsa de los hechos para obtener algún beneficio, ya sea personal o para lograr algún objetivo comunitario. Hoy en día el veneno diario son las falsas enseñanzas de la cultura. Como toda maniobra de Satanás, no se presentan con la etiqueta «precaución, al abrir este paquete morirás», al contrario, se presentan como un fruto agradable a los ojos, deseable e ideal para comer. Quiero compartir contigo tres venenos que están matando lentamente la identidad, el llamado y el propósito de una hija de Dios.
El individualismo
Es una filosofía que pone énfasis en la autonomía, independencia y derechos de una persona por encima de las necesidades e intereses de los demás. Valora la libertad personal, se aferra a su verdad independientemente de la realidad y no se hace responsable de sus acciones que otros catalogan como moralmente incorrectas. Nuestra generación es una expresión clara sobre esta filosofía con frases cómo: «Piensa en ti primero, ámate a ti primero», «La persona más importante en este mundo eres tú», «Si no te suma, deséchalo», «Tú y Dios son suficientes».
Esta filosofía sigue el impulso, deseo o emoción del momento porque todo lo que busca es una auto gratificación por medio del cuerpo, la belleza y las habilidades, especialmente frente a la más grande plataforma que ha existido: las redes sociales. El «yo», ese pequeño ídolo que habita en los corazones emerge lento al beber diariamente de su veneno. Como dice la autora Jen Oshman: «El yo autónomo tiene prioridad sobre el bien común»1.
Es contrario al mensaje del evangelio que nos llama a: «Si, pues, coméis o bebéis, o hacéis otra cosa, hacedlo todo para la gloria de Dios» (1 Co. 10:31), puesto que el propósito de todo ser humano es glorificar a Su creador (Is. 43:7). El engaño es creer que no necesitamos de la familia de Dios, que no tenemos necesidad de ser discipuladas, ni necesitamos de otros para caminar en santidad. Cada vez que te encuentres pensando en que tú eres suficiente y no necesitas de nadie para tomar decisiones ni pedir consejo, quizá estés cayendo en el veneno del individualismo.
El feminismo
Una ideología que es un buen ejemplo del veneno que mata lentamente. La primera ola o el primer movimiento inició con intenciones moralmente correctas, pero una de las leyes por las que abogaron fue el control de la natalidad. Nadie se imaginó las proporciones a las que llegaría. La segunda ola mezclada con la revolución sexual y la tercera ola mezclada con el movimiento de LGTBTQIA+ inyectó el mayor veneno hasta ahora visto porque tergiversó el diseño de Dios a magnitudes globales.
El feminismo tiene la intención de quedarse. Las porciones de veneno diarias desde los 1800´s tuvo su resultado hoy en día. Se ha normalizado el aborto, la pornografía en las cuentas personales de las jóvenes, el repudio por el matrimonio y el fastidio de tener hijos para tener una carrera exitosa, eliminar toda clase de autoridad por considerarse opresiva y construir una vida de libertad para su beneficio personal bajo la bandera de justicia social.
El feminismo busca tener su propio poder, razón y aplicación de la misma, independientemente de la verdad objetiva. Una hija de Dios que toma diariamente del veneno del feminismo olvida que Dios la ha creado con una identidad llena de valor y dignidad: «Y creó Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó» (Gn. 1:27). Cada vez que te veas desafiando la autoridad solo porque no te parece sin discernir, cada vez que te centres en ti más que en la voluntad de Dios a obedecer, ten cuidado, corre a arrepentirte antes que el engaño te ciegue a Su verdad.
El progresismo: La redefinición
El movimiento progresista vino a redefinir aquellas estructuras, diseño y formas de operar que tradicionalmente han existido según los principios morales, bíblicos aceptados por las sociedades. Hoy son obsoletas por ser catalogadas como opresivas. Se ha redefinido quién es un ser humano, qué es una mujer; qué es el matrimonio; la diferencia entre sexo y género, algo que jamás estuvo en cuestionamiento y se han redefinido las palabras llenándolas de motivaciones malas detrás de ellas si no se dicen como la sociedad impone.
El progresismo enseña que lo nuevo es lo mejor. Olvida que el Creador dice que: «Nada nuevo hay debajo del sol», (Ecl. 1:9). El ser humano se toma diariamente el veneno de la falsa promesa del Edén: «no morirás», sino que serás sabia en tu propia prudencia… ¡Qué engaño fatal! Al final, no necesitas a Dios, tú eres tu propio Dios que define cómo llevar tu vida, tu hogar y servir en la iglesia. La Biblia claramente nos dice que no hay felicidad real, no hay verdad que nos liberte verdaderamente en algo o alguien creado, solo en Cristo y Su Palabra hay gozo y verdad que se ajusta a la realidad para la eternidad.
Un llamado a regresar a Dios y Su Palabra
Las hijas de Dios no están exentas de caer en alguna de estas tres porque todas tienen raíz en la Caída; en el pecado, en la desobediencia a la ley de Dios. El engaño en el que estamos propensas a caer diariamente no es culpa del mundo, solo saca a luz lo que hay en nuestro corazón que no ha sido iluminado por la luz de la Palabra, por eso, ¡estemos atentas! Hay sentido en nuestra vida, propósito y significado en ser creación de Dios e hijas de Dios, no solo existimos, existimos y vivimos por Él, eso lo cambia todo.
Como hijas de Dios nuestro llamado es ser como Cristo (Rom. 8:29); nuestro propósito es que fuimos creadas para la alabanza de Su gloria (Ef. 1:6) y nuestra identidad es firme en ser hijas de Dios por la fe en Cristo (1 Jn 3:1). Si tenemos en perspectiva estas verdades, podremos navegar de mejor manera en este mundo. No será ni es fácil, el evangelio es locura para este mundo, pero nosotras somos el pueblo de luz, somos el pueblo del Libro, ¡Vivamos como tal! Como madres tenemos la responsabilidad de guiar a nuestros hijos en la verdad que permanece, como esposas tenemos la responsabilidad de enseñar a las más jóvenes sobre el respeto a los esposos y la honra al pacto, como mujeres tenemos la responsabilidad de representar a Cristo donde estamos.
El auto engaño persiste si la luz no ilumina nuestra oscuridad. Matthew Henry dice: «El pecado es un veneno oculto en el alma humana, y solo la medicina de la gracia puede sanarnos de su letal efecto».2 No caigas en las mentiras de estas propuestas y mantente alerta para que los tuyos no tropiecen en ellas. No tomes de su veneno porque las consecuencias se verán después; mejor acércate al Padre en Su Palabra, busca ayuda en tu iglesia local y sé una mujer de oración que te recuerde: Soy de mi Señor.
«Si decimos que tenemos comunión con él, y andamos en tinieblas, mentimos, y no practicamos la verdad; pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado». 1 Juan 1:6-7
Susana de Cano está casada con Sergio y juntos tienen tres hijos, y un yerno. Vive en la ciudad de Guatemala, donde es miembro activo de Iglesia Reforma. Sirve en discipulado, enseñanza bíblica y consejería a las mujeres. Además, colabora con varios ministerios en escritura y edición. Es autora de los libros: «Una mujer elegida» y «¿Qué dice la Biblia acerca de…?». Tiene estudios en Teología del Seminario Semper Reformanda y actualmente está estudiando una Maestría en Artes en Educación Cristiana en el Programa Hispano en The Southern Baptist Theological Seminary.