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Por Liliana González de Benítez  

La vida duele. A veces duele tanto que llegamos a dudar de la bondad de Dios. Ahora mismo, mientras escribo estas líneas, una dulce y buena amiga sufre el dolor punzante e implacable de un raro tipo de cáncer que no tiene cura. Las evidencias muestran que morirá pronto. Y ella ha perdido toda esperanza. 

Es una reacción humana. Cuando el horizonte se torna oscuro y aterrador, necesitamos con desesperación una gota de esperanza. Lo sé, porque he estado allí. Yo también padecí las miserias del cáncer; en mi vulnerabilidad llegué a pensar que Dios me había abandonado como a Jesús aquella oscura tarde en la cruz (Mt. 27:46).  

Pero, ¿puede el cáncer echar por tierra nuestra salvación? De ninguna manera. La esperanza verdadera no es un cambio de circunstancias, es Cristo; el Buen Pastor que «da Su vida por las ovejas» (Jn. 10:11). Él afirmó: «Mis ovejas oyen Mi voz; Yo las conozco y me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán, y nadie las arrebatará de Mi mano» (Jn. 10:27-28). 

¡Es una gloriosa promesa! David, el pastorcito que llegó a ser rey de Israel, lo sabía muy bien. En el ocaso de su vida, bajo la inspiración del Espíritu Santo, escribió el salmo 23. Un precioso himno que describe de forma metafórica la bondad y el cuidado de Dios por cada uno de sus pequeñitos.   

Recité el salmo 23 centenas de veces en mi silla de quimioterapia. No fue necesario buscarlo en la Biblia; lo había guardado en los recovecos de la memoria. Y como un faro en las más densas tinieblas se encendía en mi mente. Vez tras vez, lo comí, lo bebí, lo rumié y lo creí. 

Acompáñame a meditar en las seis estrofas que lo componen y bebamos de este claro manantial que refresca el alma cansada y atribulada.  

Salmo 23 
«El Señor es mi pastor, 
Nada me faltará. 
En lugares de verdes pastos me hace descansar; 
Junto a aguas de reposo me conduce. 
Él restaura mi alma; 
Me guía por senderos de justicia 
Por amor de Su nombre. 
Aunque pase por el valle de sombra de muerte, 
No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; 
Tu vara y Tu cayado me infunden aliento. 
Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; 
Has ungido mi cabeza con aceite; 
Mi copa está rebosando. 
Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días». 

Seis beneficios de confiar en nuestro Buen Pastor 

  1. El Buen Pastor nos provee de todo lo que necesitamos. 

«El Señor es mi pastor, 
Nada me faltará». 

David fue pastor antes de ser rey de Israel. Su amor por las ovejas lo hizo meditar en el tierno cuidado que el Buen Pastor provee a Su rebaño (Ez. 34:31). Se vio a sí mismo como una frágil oveja que depende de Su ayuda. Esto nos enseña que necesitamos confiar en Dios cada día. Como ovejas de Su prado podemos confiar en Sus promesas. Él ha dicho que proveerá todo lo que necesitamos, por medio de las gloriosas riquezas que nos ha dado en Cristo Jesús (Fil. 4:19).  

  1. El Buen Pastor nos da descanso.  

«En lugares de verdes pastos me hace descansar; 
Junto a aguas de reposo me conduce». 

David llevaba el rebaño a los pastizales para darle comida, agua limpia y descanso. Nuestro Buen Pastor nos lleva a los verdes pastos de Su Palabra y nos invita a beber de Su fuente inagotable. Leer, oír y meditar en el evangelio trae quietud al corazón angustiado. Las ovejas del Señor podemos descansar en Su fidelidad, porque «nunca nos han faltado sus misericordias» (Lam. 3:22-23). 

  1. El Buen Pastor nos restaura y conduce por caminos rectos.  

«Él restaura mi alma; 
Me guía por senderos de justicia 
Por amor de Su nombre». 

David amaba a las ovejas. Rescataba a la extraviada, cuidaba de la enferma y curaba sus heridas. De igual modo, nuestro Buen Pastor nos salvó cuando estábamos perdidas en nuestros delitos y pecados; Él nos hizo justas ante Sus ojos por medio de la muerte y resurrección de Su Hijo Jesús, quien pagó por nuestros pecados. ¡Esta es la más grande consolación en todas nuestras tribulaciones!  

  1. El Buen Pastor nos guía en la más densa oscuridad.  

«Aunque pase por el valle de sombra de muerte, 
No temeré mal alguno, porque Tú estás conmigo; 
Tu vara y Tu cayado me infunden aliento». 

David caminaba delante de su rebaño. Cuidaba de las ovejas, aún en medio del peligro. Cuando un león o un oso robaba un cordero, él lo perseguía y lo rescataba de su boca. Y si el animal lo atacaba, David lo tomaba por la quijada, lo hería y lo mataba (1 Sam. 17:34). Asimismo, nuestro Buen Pastor nos rescata del peligro de la muerte. ¡No hay nada que temer! Jesús está cerca. Su vara y Su cayado nos infunden esperanza, pues tenemos la certeza de que nadie nos arrebatará de Su mano (Jn. 10:27-28). 

  1. El Buen Pastor nos salva del pecado y de la muerte. 

«Tú preparas mesa delante de mí en presencia de mis enemigos; 
Has ungido mi cabeza con aceite; 
Mi copa está rebosando». 

David curaba las enfermedades del rebaño con aceite. El ungüento alejaba las larvas de los gusanos que causaban la muerte de la oveja. Igualmente, nuestro Buen Pastor nos limpia del pecado que nos causa la muerte eterna y derrama sobre nosotras el aceite de la unción, Su Santo Espíritu, que permanece con nosotras para siempre (Jn. 2:27).  

  1. El Buen Pastor nos lleva a casa. 

«Ciertamente el bien y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del Señor moraré por largos días». 

David murió en buena vejez. Partió a la Patria Celestia guiado por Su Buen Pastor. Al final de esta breve vida, nosotras iremos allá también (Jn. 14:3). Nuestro amoroso Pastor vendrá a buscarnos y nos guiará a nuestro verdadero hogar. Al llegar a casa, encenderá la chimenea, preparará la mesa y cenaremos con Él (Apo. 3:20).  ¡¡¡Qué gran gloria nos espera!!!  


Liliana González de Benítez es escritora y columnista cristiana. Su mayor gozo es proclamar la Palabra de Dios. Dirige el estudio bíblico de las mujeres en su iglesia y es autora del libro Dolorosa Bendición. Nacida en Venezuela. Vive en los Estados Unidos con su esposo y su hija. Puedes seguirla en sus redes sociales: FacebookInstagram y en su blog.

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