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Wendy Bello

¿Entiendo realmente que Dios es digno?

April 12, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

¿Entiendo realmente que Dios es digno?
Bendice, alma mía, al Señor,
Y no olvides ninguno de Sus beneficios.
Salmo 103:2

Los seres humanos tenemos un problema de memoria. Nuestro corazón olvidadizo una y otra vez entierra en el pasado las bondades de Dios y tiende a enfocarnos en las carencias y deseos no cumplidos del presente. Creo que por esa razón el rey David, al escribir este salmo, comenzó diciéndose a sí mismo: «No olvides ninguno de los beneficios de Dios». La exhortación sigue en pie para nosotras hoy, y debemos buscar que se convierta en una práctica cotidiana, ¡recordar los beneficios, las bondades del Señor! Justo eso es lo que el autor comienza a hacer a partir del versículo 3 del Salmo 103, enumerar los beneficios, las diferentes formas en que ha experimentado la bondad de Dios.

Dice el Diccionario de la Real Academia Española que bondad es la «cualidad de bueno», y la «inclinación a hacer el bien»; y la Biblia, en reiteradas ocasiones, afirma que Dios es bueno. La bondad de Dios es uno de Sus atributos comunicables. ¿Qué es un atributo comunicable? Algo inherente a la naturaleza de Dios y que nosotras, como criaturas, compartimos con Él. Por ejemplo, podemos manifestar bondad porque Dios es bueno. Sin embargo, no somos inmutables; solo Dios lo es. A esos atributos que solo pueden describirlo a Él se los llama incomunicables.

Entonces, ¿cómo definimos la bondad de Dios? ¿Cómo describirías tú la bondad de Dios?

La bondad de Dios apunta a la perfección de Su naturaleza; Él es bueno en sí mismo, «es el bien supremo».[1] Su bondad se revela en Su amor y en Sus actos. Eso significa que no solo Dios es bueno, siempre, sino que todo lo que hace es bueno. La Escritura declara esta verdad una y otra vez, especialmente en los Salmos (86:5; 105:5; 34:8). Además, nos dice que solo uno es bueno, Dios (Mat. 19:17).

Luego de haber definido la bondad de Dios, y de haber explorado pasajes relacionados de la Escritura, veamos cuál es la primera manifestación de dicha bondad por la que el autor del Salmo 103 expresa su alabanza y gratitud.

Él es el que perdona todas tus iniquidades,
El que sana todas tus enfermedades. (v. 3)

¿Qué se dice acerca de Dios en este versículo? El verbo que en este pasaje se tradujo al español como «perdona» viene del hebreo saláj, y quiere decir «absolver». En el Antiguo Testamento, esta palabra solo se utiliza para referirse al perdón que Dios ofrece. Esto es importante porque absolver implica la idea de que la persona queda libre de toda responsabilidad. De modo que, cuando Dios perdona, eso es lo que sucede; quedamos libres de toda responsabilidad por nuestra maldad y pecado gracias a la obra de Cristo.

¿Qué enseña este texto acerca del perdón de Dios? El perdón de Dios abarca todas nuestras iniquidades; no es para unas sí y otras no. Dios no categoriza el pecado para luego otorgar o no Su perdón. Él es Dios perdonador.

¿Has pensado alguna vez en cuán grande e inmerecido es el perdón de Dios? ¡No es de extrañar que esta fuera la primera razón por la que el salmista expresa su alabanza a Dios! No podemos darlo por sentado ni tomarlo a la ligera. El perdón de Dios tuvo un precio, la sangre de Cristo, y es por esa razón que debemos recordarlo a diario. La realidad es que cada día lo necesitamos, porque cada día pecamos, incluso sin ser conscientes de ello.

¿Crees que has hecho algo que Dios no puede perdonar?

Las mujeres a menudo batallan con esa idea, quizá debido a cosas que sucedieron en su pasado como un aborto, una infidelidad, una vida promiscua. Sin embargo, como hemos visto, en Dios encontramos el perdón que nos libera de toda culpa.

Ahora bien, si hay algún pecado que todavía no has confesado al Señor y sientes el peso de la culpa en tu corazón, la Palabra es clara en cuanto al curso a seguir: «Si confesamos nuestros pecados, Él es fiel y justo para perdonarnos los pecados y para limpiarnos de toda maldad» (1 Jn. 1:9). Y en el Salmo 51, encontramos un modelo de oración de confesión.

 Ser recipientes de la bondad de Dios, expresada en Su perdón, debe poner en nosotras alabanza, como leemos en el Salmo 103:3. Te invito a hacer una pausa y meditar en estas verdades. Quizá quieras escribir una oración de alabanza y gratitud a Dios por Su perdón.

La segunda parte del versículo 3 es considerada por muchos comentaristas como un paralelo de la primera, donde la frase «sana» es una expresión metafórica para la restauración de la vida en el sentido moral y espiritual. Bien sabemos que, a consecuencia del pecado, sufrimos enfermedades físicas, pero también adversidades y reveses que trastornan nuestra vida, que provocan dolor y tristeza, quebranto. En el Salmo 147:3, encontramos un ejemplo del uso del término «sanar» como un acto de restauración espiritual:

Sana a los quebrantados de corazón
Y venda sus heridas.

Lee el Salmo 41:4. ¿Qué uso se da a la palabra sanar en este ejemplo?
David había experimentado el dolor físico que puede producir el pecado (Sal. 38:1‐8) y también el poder restaurador que trae el perdón (Sal. 32:1‐5).

No obstante, sabemos que nuestro Dios es sanador en el sentido físico y que, si así lo desea, puede sanar también nuestras enfermedades y dolencias de este tipo. En este mundo roto, vivimos expuestos a todo tipo de dolor, físico y emocional; pero, al mismo tiempo, en Cristo, podemos vivir con la mirada puesta en la promesa de una eternidad donde todo eso ya no existirá más.

Nuestro Dios es un Dios bondadoso, que perdona. Es también un Dios que nos regala la esperanza de una vida en plena comunión con Él, sin pecado, sin enfermedad.
¿Cómo habla a tu vida lo que dice el pasaje de hoy acerca de Dios? ¿Cómo puedes identificarte con el mensaje del texto? ¿El pasaje demanda algo de ti?


[1] A. W. Pink, The Attributes of God, (Pensacola, FL: Chapel Library, 2012), pág. 67, edición para Kindle.

LA RESURRECCIÓN LO CAMBIA TODO

February 20, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Wendy Bello

«Bendito el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que según
su grande misericordia nos hizo renacer para una esperanza
viva, por la resurrección de Jesucristo de los muertos»
(1 PED. 1:3).

Era un lunes después del domingo en que celebramos la resurrección de Cristo. Un lunes después de haber estado en lo que podríamos llamar «una cumbre espiritual».

Nuestra iglesia había celebrado un precioso servicio proclamando el acto que marcó la historia para siempre. Pero al llegar el lunes, mi corazón sentía la fuerza de la rutina. Había una montaña de ropa por lavar, una larga lista de cosas por hacer. Otro lunes con las mismas preocupaciones del sábado que todavía no se resolvían, solo que tuvieron un domingo de por medio. El domingo de resurrección. ¿Había algo diferente? En verdad, no. La vida seguía su curso. El problema era de memoria. Estaba olvidando que, después de aquella mañana histórica en Jerusalén, ningún día debería ser «otro más», y la vida, aunque con rutinas, es algo extraordinario… ¡porque la resurrección de Cristo lo cambió todo!

Eso es lo que nos recuerda el apóstol Pedro en su primera carta (1 Ped. 1:3). Si reducimos la resurrección a un gran evento que identifica nuestra fe, pero no vivimos creyendo en la esperanza que ella encierra, y de la que por la misericordia de Dios ahora somos partícipes, entonces sí, aquel lunes o cualquier otro no tienen nada de especial. Si vivimos pensando solo en esta vida, sin recordar que estamos de paso, que somos extranjeros y que todavía no hemos llegado «a casa», realmente nos hemos perdido el quid del asunto. La resurrección es la consumación del plan de Dios. ¡Podemos vivir con esperanza porque la cruz no fue el final! La historia no terminó ahí. ¡Cristo resucitó! La resurrección es victoria. Victoria sobre la muerte. Victoria sobre el pecado. Victoria sobre lo que parecía imposible: volver a tener comunión con Dios para siempre. La resurrección nos recuerda que cuando conocemos a Cristo podemos vivir por el mismo poder que lo levantó de los muertos aquel domingo inigualable, el poder de Dios. La resurrección nos muestra la gracia de Dios que nos trae de muerte a vida, en el sentido espiritual y en el literal. Un día tendremos un cuerpo glorioso como el que Cristo tenía cuando fue llevado al cielo. La resurrección da sentido a nuestra vida porque tenemos una misión: anunciar a otros las buenas nuevas de Cristo que son posibles gracias a Su muerte y resurrección. La resurrección nos recuerda que venga lo que venga, todo es temporal. Ese no es el final porque hemos nacido a una esperanza viva, como escribe Pedro. Esperanza ante el diagnóstico fatídico, o la sentencia de divorcio, la llamada que nunca quisiéramos recibir y para el adiós que no queremos decir. La resurrección es la esperanza de que un día habrá un amanecer diferente, sin más listas de pendientes ni montones de ropa sucia. La resurrección nos recuerda que tenemos otra oportunidad para empezar. Que, así como marcó un nuevo comienzo en la historia del mundo, ha dado un nuevo comienzo a la vida que tenemos en Cristo.

Sí, todavía vendrán lunes u otros días que parecerán comunes y corrientes, llenos de tareas rutinarias; pero cada uno es un regalo para vivir la vida abundante que Cristo hizo posible aquel domingo de resurrección.


Un devocional de Un año con Jesús (B&H Español)

Lee tu Biblia: la mejor meta de cada año

January 18, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Wendy Bello

Cuando llega el mes de enero las tiendas se llenan de ropa para hacer ejercicio. Los gimnasios ofrecen membresías con descuentos. Los supermercados destacan productos «saludables». En las redes sociales abundan las publicaciones sobre metas, propósitos, cambios, planes, etc. Por muchos lugares se respira un aire de «empezar otra vez». Tal vez has hecho tu propia lista donde figuran algunos propósitos que quisieras cumplir. Yo también tengo algunos. La idea de poder empezar de nuevo nos emociona.  

Sin duda, no hay nada malo en querer hacer más ejercicio, comer saludable, terminar aquel proyecto que comenzaste y quedó olvidado o perdiste el impulso inicial, ser más sabia en el manejo de las finanzas, tomar esa clase que por tiempo has estado considerando o visitar algún lugar que lleva años en tu lista. Sin embargo, al pensar en todas esas metas algo se hace evidente: todas tienen carácter temporal. A la luz de la eternidad, sus resultados quedarán mayormente debajo del sol. Por eso me gustaría proponerte una meta diferente, una que tal vez en algún momento estuvo en tu lista. Quisiera proponer que tu meta principal para este 2023 sea leer tu Biblia. 

En nuestra cultura de todo rápido hemos llegado a creer que de esa misma manera podemos conocer a Dios: en una dosis diaria mínima y apresurada que no requiera mucho esfuerzo de nuestra parte. Te confieso que por años para mí leer la Biblia era simplemente algo que tenía que tachar de mi lista. Lo hacía más bien como una carga u obligación porque era lo que se suponía que hicieran los cristianos. Hasta que un día el Señor abrió mis ojos y me hizo entender cuánto necesitaba Su Palabra; qué vacío estaba mi corazón sin ella. Me arrepentí y comencé a orar para que Él me cambiara y me hiciera una mujer que amara Su Palabra. Todavía estoy en esa trayectoria, pero puedo asegurarte que es una oración que Él responde con un sí porque quiere que le conozcamos (ver Juan 17:3). ¡Él cambia los afectos de nuestro corazón! 

Sin embargo, he descubierto que abrir mi Biblia cada día va más allá del deseo, o la meta. Es también una decisión, especialmente cuando no me siento motivada. De hecho, ¡es en esos momentos cuando más la necesito! He tenido que aprender que la lectura de la Biblia es una disciplina, una disciplina espiritual. En caso de que no hayas escuchado ese término antes, las disciplinas espirituales no son más que aquellas prácticas que nos hacen más como Cristo, moldean nuestro corazón y nos ayudan a crecer en santidad. Leer la Biblia fielmente no es algo que hagamos para obtener la aprobación de Dios o para marcarlo en una lista, sino para conocer al Autor y Su historia y así ser transformadas en nuestra mente y corazón, como enseña Pablo en Romanos (ver 12:1-2). 

Nada debiera sustituir nuestro tiempo de estudio de la Palabra. Sí, es bueno escuchar predicaciones, leer libros, escuchar un podcast, etc., pero nada de eso tiene la firma de Dios. Él se revela en Su Palabra, Él habla por Su Palabra, nos transforma mediante Su Palabra. Todo lo que necesitamos saber sobre de Dios, está en la Biblia. Todo lo que realmente necesitamos para vivir en Su diseño, está en la Biblia. Lo que necesitamos conocer sobre nuestro futuro, está en la Biblia. Todo lo que Dios quiere que entendamos sobre nosotras mismas, está en la Biblia. Nuestra fuente de sabiduría, alegría, vida, claridad, ¡está en la Biblia! Es un tesoro lo que tenemos en nuestras manos. Las palabras del salmista lo dicen mucho mejor:  

La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; 
El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. 
Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; 
El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. 
El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; 
Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; 
Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, 
Más dulces que la miel y que el destilar del panal. 
Salmo 19:7-10 

Y quisiera animarte no solo a leer la Biblia sino a estudiarla. ¡Vayamos más allá de la superficie! Cuando nuestra idea acerca de quién es Dios no proviene de un estudio fiel y profundo de la Escritura, terminamos creyendo mentiras, ideas sobre Él que fabricamos en nuestra mente pero que no se ajustan a lo que Él dice de sí mismo, lo que ha hecho o lo que ha prometido. En nuestros tiempos, como en muchos otros de la historia, abundan las falsas enseñanzas y los falsos maestros. ¡Esa es otra razón para estudiar la Palabra y conocerla bien! Cada vez que escuches o leas una enseñanza sobre la Biblia, ya sea en un sermón de tu iglesia, un programa de radio en la estación cristiana, en un podcast, en un video en YouTube, incluso una canción de un cantante cristiano, presta atención. ¿Es bíblico el mensaje? ¿se ajusta a la Escritura? Asegúrate de que lo que estás escuchando es la verdad de la Palabra de Dios. ¿Y cómo nos aseguramos? ¡Necesitamos conocerla bien!  

Vivimos en tiempos privilegiados, con muchos recursos disponibles tan solo a la distancia de un clic. Puedes escoger un plan de lectura que te ayude. Tal vez alguna amiga pueda ser tu compañera de rendición de cuentas mientras avanzas en este propósito. Y si ha pasado mucho tiempo desde la última vez que abriste tu Biblia, ¡no te desanimes! Ora al Señor y pídele que te ayude a comenzar de nuevo en Su Palabra. Entonces, empieza a leer.  

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

Digno

June 30, 2022 By lifewaymujeres 1 Comment

Digno

Por: Wendy Bello $14.99

A menudo se leen los Salmos como un libro que inspira, que da aliento y consuelo en las diferentes situaciones y etapas de la vida. Sin embargo, Salmos es mucho más que eso. En este libro, a manera de estudio, se busca explorar lo que el Salmo 103 dice sobre quién es Dios, Sus atributos, Su carácter y qué impacto tienen esas verdades en la vida del lector que lo llevan a reconocer a Dios como digno de alabanza y adoración. También se busca ayudar al lector a leer e interpretar correctamente el libro de Salmos. El estudio abarca 6 semanas, con 5 lecciones cada una. Al final se incluye una guía para facilitar el estudio en grupos.

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Las redes sociales como medio de gracia

June 29, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Wendy Bello

Si mal no recuerdo, fue en 2009 cuando por primera vez escuché hablar de Facebook. No sé ni cómo llegué hasta allí, pero sí que me pareció excelente que a través de lo que entonces era visto como un sitio web, pudiera volver a conectarme con amigos y familiares de quienes no había escuchado en mucho tiempo. Nos separaban kilómetros de distancia, pero gracias a este nuevo medio, ahora podíamos ver fotos, tener conversaciones y, en cierto modo, relacionarnos. Comenzaba la vida en las redes sociales. 

El término «redes sociales» con el significado que hoy conocemos, se escuchó por primera vez en 1997 cuando Ted Leonis –en aquel entonces ejecutivo de AOL– habló sobre la necesidad de brindar a los usuarios «redes sociales, lugares donde puedan entretenerse, comunicarse y participar en un entorno social». 

El diccionario Webster define redes sociales de esta manera: «formas de comunicación electrónica (como sitios web para redes sociales y microblogging) a través de las cuales los usuarios crean comunidades en línea para compartir información, ideas, mensajes personales y otro contenido (como videos)».  

La llegada de los teléfonos inteligentes con sus aplicaciones sin duda impulsó el avance y la popularidad de las redes sociales. Ahora pueden compartirse no solo fotos o videos previamente grabados, sino transmisiones en vivo de eventos públicos, momentos familiares, noticias en tiempo real y mucho más.  

Avancemos en la historia hasta el año que nos sorprendió a todos, 2020. En cuestión de unos pocos días el mundo quedó sumido en aislamiento. Se cerraron no solo las fronteras de los países sino también las escuelas, los centros comerciales, los lugares de trabajo, los cines, teatros, y también los lugares de reunión pública como las iglesias. Nos vimos recluidos y preguntándonos cómo funcionaría la vida cuando la interacción personal quedaba limitada a las personas que estuvieran bajo el mismo techo. En un artículo publicado por la Universidad de Pensilvania, la interacción en redes sociales aumentó en un 61 % durante la primera ola del Covid-19.  

Algunos ven en las redes sociales un enemigo acérrimo porque pueden constituir un arma de ataque o una avenida para normalizar toda clase de abuso e inmoralidad. Otros, como yo, creemos que también pueden ser un medio de gracia. Me explico. 

Los medios de gracia son, en sentido general, la Palabra, la oración y la comunión entre los creyentes. Son medios que el Espíritu Santo usa para que crezcamos en semejanza a Cristo, fomentan nuestra fe, nos ayudan en el proceso de santificación y el resultado final es que crecemos en amor a Dios y al prójimo.  

¿Cómo entonces pueden las redes sociales ser un medio de gracia? Pensemos de nuevo en lo que desencadenó la pandemia. Con los templos cerrados, las reuniones de grupos comunitarios canceladas, los eventos suspendidos, nuestra vida como iglesia se vio alterada como quizá no habíamos experimentado antes, al menos no en nuestra generación. Pero el Señor nos permitió seguir conectados y para eso usó las controversiales redes sociales. Muchos pastores comenzaron a grabar sus sermones o transmitirlos en vivo. A través de las distintas plataformas digitales tuvimos acceso a eventos de toda clase, reuniones de oración, grupos de estudio bíblico y mucho más. Todo esto, independientemente del punto del planeta en que nos encontráramos. ¡Pura gracia de Dios! Imagina cuánto más difícil hubiera sido si ninguna de estas cosas hubiese estado a nuestra disposición. Aunque sin duda la vida de iglesia no fue diseñada para vivirla detrás de una pantalla, sí es cierto que nos ayudó mucho.  

Las redes, como un medio de gracia para nuestro crecimiento, no se limitan solo a tiempos de pandemia. Su existencia permite que los creadores de contenido, como escritores o músicos, podamos compartir lo que hacemos y que los creyentes de cualquier lugar puedan tener acceso a esto. En muchas ocasiones he pensado que, por la existencia de las redes, el Señor me ha permitido llegar a países a los que es muy posible que nunca visité en persona, ¡pero la Palabra del Señor está llegando! Cuando comencé a escribir en un blog en 2011 jamás imaginé que esos artículos se imprimirían y viajarían en forma de libro a tantos hogares en diversos países.  

De la misma manera, he sido receptora de estos beneficios. Las redes me han permitido conocer a hermanos en la fe, establecer relaciones de ministerio juntos e incluso amistades profundas, aprender muchísimo del trabajo que otros hacen y publican. Las redes han acortado las distancias y han ampliado el horizonte al escuchar diferentes puntos de vista, opiniones e incluso posiciones teológicas. En ese sentido son un medio de gracia porque el Señor las utiliza para enseñarnos dominio propio, sabiduría para hablar y callar, paciencia al escuchar y amor al responder.   

Las redes han sido un medio de gracia para los creyentes en lugares de poco acceso a recursos bíblicos y buenas publicaciones. Han sido de ánimo para aquellos que viven bajo persecución. El Señor las ha usado también para dar voz a los que no la tienen y traer conciencia a quienes desconocen del sufrimiento que otros soportan por causa del nombre de Cristo. Es cierto que, como todo lo que tenemos debajo del sol, el uso que demos a las redes puede ser bueno o malo. Podemos hacerlo para la gloria de Dios o para la destrucción de nosotros mismos y/o de los demás. Creo que el Señor nos las ha dado para un tiempo como este y que podemos beneficiarnos de ellas y usarlas para que otros también sean beneficiados y crezcan en el conocimiento de Dios y en su caminar con Él.  

El peligro de vivir a expensas de ellas e incluso idolatrarlas es latente, pero esa es una conversación para otro día. Por hoy, quiero darle gracias a Dios por este medio que nos ha dado, es por su existencia que ahora puedo compartir contigo estas palabras y saber que en tu rincón del planeta podrás leerlas e incluso compartirlas si así lo deseas. 

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

El viernes más oscuro

April 15, 2022 By lifewaymujeres 2 Comments

Por Wendy Bello

Es cierto que muchas veces la vida parece un viernes oscuro, como aquel de hace más de dos mil años. Para algunas personas, la oscuridad viene en forma de lágrimas de remordimiento, como pasó con Pedro. El peso de sus palabras le aplastaba y la amargura le nublaba la vista. Para otros, el viernes llega cuando las consecuencias de sus acciones no se hacen esperar y terminan en manos de la justicia humana, como los dos ladrones que colgaban en una cruz junto a Jesús. Aun en otros casos el viernes llega cuando miramos a nuestro alrededor consternadas y desesperanzadas, como las mujeres que habían acompañado a Cristo durante Su ministerio y no podían dar crédito a lo que sus ojos contemplaban: el Señor colgaba de un madero y sus vidas, aparentemente, habían perdido todo el rumbo.  

Cuando cada una de estas personas vivió aquel viernes, estaban justamente así, convencidas de que nada cambiaría, que la oscuridad en sus vidas había llegado para quedarse sin posibilidad de ser traspasada por un rayo de esperanza. No habían entendido que el viernes oscuro, el más oscuro de todos, era parte de un plan. 

En muchos lugares hoy se celebra el llamado «Viernes Santo». En mi rincón de la ciudad el cielo está gris y llueve. La mañana es mucho más oscura que de costumbre. ¡Cuánto mayor debe haber sido la oscuridad de aquel viernes cuando el Hijo de Dios exclamó desde Su cruz: «Consumado es»!  

Isaías 53, una de las más grandes profecías mesiánicas, dice en el versículo 11: «Y a causa de lo que sufrió, mi siervo justo hará posible que muchos sean contados entre los justos, porque él cargará con todos los pecados de ellos» (NTV). 

El aparente final de aquel viernes fue nuestro definitivo principio. La cruz puso punto final a nuestra vida de esclavitud. La cruz marcó el inicio de la libertad. La cruz nos quitó el veredicto de culpabilidad que por siglos cargamos y nos estampó en letras rojas y grandes, letras de sangre, el mejor sello de todos: PERDONADOS. La cruz hizo que nunca más fuera necesario ofrecer sacrificios para saciar la sed de justicia de Dios. Mira lo que dice la carta a los hebreos: «…somos santificados mediante el sacrificio del cuerpo de Jesucristo, ofrecido una vez y para siempre» (10:10, NVI). 

Quizás cuando comenzaron a llamarle santo a este viernes, la idea era otra. Pero me gusta pensar en este día como el que dio inicio a que pudiéramos llegar a ser santos delante de Dios, y de ese modo, poder estar en Su presencia. 

Aquel día hizo posible que, aunque tú y yo volvamos a luchar con el pecado, repitamos los errores que tanto daño hicieron en algún momento, digamos palabras fuera de lugar, nos dejemos vencer por la ira o sucumbamos ante la fuerza del desaliento… tenemos perdón, tenemos oportunidad de empezar de nuevo, porque Jesús murió en la cruz y la marca de Su sangre en nosotros es imborrable. Ahora somos santos, no porque no pequemos, sino porque hubo un sacrificio perfecto hecho a nuestro favor que nos cubre de gracia. Tenemos en Cristo «el mediador de un nuevo pacto, a fin de que habiendo tenido lugar una muerte para la redención de las transgresiones que se cometieron bajo el primer pacto, los que han sido llamados reciban la promesa de la herencia eterna» (Heb. 9:15, NBLA).  

No creo que alguna vez podamos entender por completo la profundidad de la cruz y todo lo que significó. Nuestras mentes finitas son incapaces de procesar semejante sacrificio y mucho menos entender esa medida de amor y obediencia completa.  

La cruz fue el principio, no el final. La cruz ya está vacía. Si Cristo todavía estuviera colgado allí, entonces el sacrificio sería constante e interminable. Pero el sacrificio fue hecho una vez y para siempre.  La cruz donde Cristo entregó Su vida fue el principio que necesitábamos para poder cruzar al otro lado. Por eso el velo se rasgó. Ya no necesitamos intermediarios, el puente quedó establecido, es Cristo, y los que creen en Su sacrificio pueden llegar a Dios. 

La cruz hizo posible el retorno hacia el plan original. El reloj eterno de Dios marcó la historia aquel viernes cuando el cielo se oscureció. Y sus manecillas siguen marcando los minutos y segundos hasta que por fin veamos el final grandioso: el Cordero de Dios que quitó el pecado del mundo reinando para siempre. La oscuridad del viernes de la crucifixión desaparecerá porque el Cordero será luz para siempre.   

No celebramos a un Cristo muerto, no hablamos de final, este viernes no estamos de luto. Podemos celebrar con corazón agradecido un sacrificio de amor con dimensiones inmensurables que nos trajo verdadera vida. Jesús murió un viernes para resucitar y darnos un domingo de esperanza; y también un lunes, un martes, un miércoles, ¡una vida de esperanza! Podemos recordar hoy, y en esos días difíciles que aunque el viernes sea oscuro, ¡el domingo viene!  


Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

Límites ministeriales

March 23, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Wendy Bello

Priscila era una mujer cuya historia encontramos entretejida en las páginas del libro de Hechos. Casada con Aquila; eran judíos, de profesión, fabricantes de tiendas. Conocieron a Pablo en la ciudad de Corinto, según leemos en Hechos 18. No sabemos a ciencia cierta si eran cristianos antes o después de conocer a Pablo, pero lo que sí queda claro es que se unieron a la labor misionera del apóstol; incluso lo acompañaron a Éfeso (Hech. 18:19).  

Es precisamente de su estancia en Éfeso que encontramos una anécdota donde se nos muestra a esta mujer participando activamente en el ministerio. Algunos han usado dicho incidente para argumentar que no hay razón en lo que Pablo escribió a Timoteo, No permito que la mujer enseñe al hombre y ejerza autoridad sobre él; debe mantenerse ecuánime (1 Timoteo 2:12).  

Pero el texto en cuestión, sobre Priscila y Aquila es el siguiente: Llegó entonces a Éfeso un judío que se llamaba Apolos, natural de Alejandría, hombre elocuente, y que era poderoso en las Escrituras. Este había sido instruido en el camino del Señor, y siendo ferviente de espíritu, hablaba y enseñaba con exactitud las cosas referentes a Jesús, aunque solo conocía el bautismo de Juan. Y comenzó a hablar abiertamente en la sinagoga. Pero cuando Priscila y Aquila lo oyeron, lo llevaron aparte y le explicaron con mayor exactitud el camino de Dios (Hechos 18:24-26).  

Al considerar este pasaje, algunos cuestionan el rol desempeñado por Priscila. Sin embargo, una lectura cuidadosa del texto nos brinda claridad. En primer lugar, el pasaje no dice que Priscila ejerciera un rol de anciana o algo semejante. La interacción con Apolos no tuvo lugar en el contexto de la congregación reunida, sino que ellos «lo llevaron aparte»; es decir, en privado.  

Por otro lado, el narrador nos dice que fueron tanto Priscila como Aquila quienes enseñaron a Apolos. Es decir, ella no lo hizo en una posición de autoridad espiritual, ni discipulado individual. De hecho, fueron ella y su esposo quienes explicaron mejor el evangelio a Apolos.  

Priscila es un ejemplo de una mujer que colaboraba en el ministerio, no de alguien que ocupaba el lugar de un anciano, obispo o pastor.  

Las puertas de su casa en Corinto se abrieron para convertirse en iglesia: Aquila y Priscila, con la iglesia que está en su casa, os saludan muy afectuosamente en el Señor (1 Corintios 16:19), y lo mismo sucedió cuando se mudaron a Roma (Romanos 16:5). De manera que su historia no es una contradicción con lo demás que Pablo enseña, sino un testimonio de cómo las mujeres podemos colaborar y ser parte de la obra del Señor. Al mismo tiempo, la vida de Priscila muestra que el apóstol daba la bienvenida a la colaboración de las mujeres en el ministerio.  

Es importante que señalemos algo: esto no quiere decir que no puedas hablar de Cristo a cualquier persona, incluido alguien del sexo opuesto, ¡para nada! El llamado a compartir el evangelio es para todos y con todos. Lo que hemos argumentado es que, cuando se trata del ejercicio de la autoridad espiritual y de la enseñanza a la iglesia reunida, los límites están establecidos en la Escritura.  

Dios es un Dios de orden, y ese orden incluye límites. El océano tiene límites que mantienen las aguas en un lugar seguro. El planeta tiene un límite en su inclinación; de lo contrario, moriríamos de frío o nos consumiría el calor abrazador del sol. Nuestros cuerpos humanos tienen límites que lo protegen; si los sobrepasamos, enfermamos. Los límites son buenos porque nos ayudan a permanecer dentro de lo que Dios ha establecido, y eso siempre es para nuestro bien y determinado en Su sabiduría.  

Este es un extracto del libro, Mujeres de influencia, Cathy Scheraldi de Núñez, editora general. Adquiere el libro en todas las plataformas digitales o en tu librería de preferencia. Para más detalles de este recurso, visita: https://mujeres.lifeway.com/category/libros/ 


Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

Una mujer sabia – Wendy Bello

March 20, 2022 By lifewaymujeres 1 Comment

Lifeway Mujeres, trae para ti una serie de podcast como ningún otro. Serás edificada, enseñada e instruida en la Palabra de Dios. Será un espacio especial que puedes compartir y comentar con tus amigas, escuchar mientras tomas un café, o mientras haces ejercicio. Queremos acompañarte y caminar contigo en tu crecimiento con Dios.

Una mujer sabia

Escogidos para adorar y testificar

December 22, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Wendy Bello

Era un día como cualquier otro, o quizás eso creyeron aquellos pastores cuando comenzaron su jornada en algún campo cercano a Belén. En la frialdad de la noche, probablemente conversaban entre sí. Tal vez  alguno dormitaba. Otro de seguro soñaba despierto mientras contemplaba las estrellas. Incluso puede ser que otro recordara, al ver el cielo cubierto de luces tintineantes, la promesa de Dios hecha a Abraham bajo un cielo muy similar. De pronto, la oscuridad de la noche se iluminó, no con relámpagos, no por la luz brillante de la luna. Era algo sobrenatural:

Y un ángel del Señor se les presentó, y la gloria del Señor los rodeó de resplandor, y tuvieron gran temor. Pero el ángel les dijo: «No teman, porque les traigo buenas nuevas de gran gozo que serán para todo el pueblo; porque les ha nacido hoy, en la ciudad de David, un Salvador, que es Cristo el Señor. Esto les servirá de señal: hallarán a un Niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre» (Lucas 2:8-11). 

¿Te imaginas? Era lógico que sintieran temor. No es cosa de todos los días que aparezca  un ángel en el cielo, nos hable, y la gloria de Dios se manifieste. Sin embargo, eso fue lo que sucedió. Dios escogió a aquellos pastores para que fueran los receptores de una gran noticia. De hecho, la palabra griega en la frase «traigo nuevas de gran gozo» es euangelizomai, la forma verbal de nuestra palabra Evangelio. Ellos recibieron buenas nuevas, las buenas nuevas del Evangelio mientras pastoreaban a las ovejas.  

Es interesante que las noticias no solo eran buenas, ¡eran noticias de gozo! Para un  pueblo que vivía bajo la opresión romana, muchos en gran pobreza e incluso esclavitud, la llegada del Salvador seguía siendo un anhelo profundo… y lejano. Pero esa noche, todo cambió. Los pastores recibieron la mejor de las noticias, no solo para ellos, ¡sino para  todo el pueblo! Es muy probable que las palabras de los profetas resonaran en las mentes de algunos de ellos. El Salvador, el Hijo de David, Belén… 

La voz del ángel no solo les dio la noticia, sino que añadió detalles: el niño estaba recién nacido, envuelto en pañales y acostado en un pesebre. La respuesta de los pastores siempre ha captado mi atención. El relato de Lucas dice:

Cuando los ángeles se fueron al cielo, los pastores se decían unos a otros: «Vayamos, pues, hasta Belén y veamos esto que ha sucedido, que el Señor nos ha dado a saber. Fueron a toda prisa…» (Lucas 2:15-16a).

No sabemos si fueron todos los pastores, no sabemos qué pasó con las ovejas. Pero lo que sí sabemos es que se fueron corriendo. Ellos entendieron que aquella noticia ameritaba dejar todo a un lado, porque el Señor mismo se las había enviado. Y así llegaron hasta el lugar del gran acontecimiento. 

Su arribo fue un testimonio para los que estaban ahí porque el relato nos cuenta que los pastores compartieron lo que les fue dicho acerca de este niño. De nuevo, la noticia impactó a los receptores pues el texto nos dice que «todos los que lo oyeron se maravillaron de las cosas que les fueron dichas por los pastores» (Lucas 2:18). 

El relato de Lucas, aunque breve, no omite lo importante. Esta narración termina diciéndonos qué hicieron los pastores luego de corroborar el mensaje del ángel y compartirlo con otros:

«Y los pastores se volvieron, glorificando y alabando a Dios por todo lo que habían oído y visto, tal como se les había dicho» (Lucas 2:20).

Aquella noche los pastores fueron testigos no solo de la primera Navidad,  de un suceso inigualable con ángeles, mensajes celestiales y rostros asombrados. Fueron testigos de la fidelidad de la Palabra de Dios. Lo anunciado siglos antes por los profetas, ahora se hacía realidad ante sus ojos, incluso si ellos no lo comprendieron en ese momento. El anuncio del ángel también se cumplió al pie de la letra, «tal como se les había dicho». Al regresar, su reacción era otra, ya no de curiosidad. Ahora respondían en adoración al Dios que les había revelado algo tan maravilloso. Sin saberlo, en un día común y corriente, habían sido escogidos para testificar y adorar a Dios por el milagro más grande de la historia: la encarnación del Hijo de Dios. 

Tú y yo compartimos con estos pastores mucho más de lo que imaginamos. Aunque no tuvimos el privilegio de ser testigos oculares de lo que ocurrió en Belén, si nuestra vida ya pertenece a Cristo, entonces también hemos sido escogidas para testificar a otros de este milagro y para vivir vidas que adoren a Dios. El mensaje que los pastores escucharon de parte de la multitud celestial debe ser el mismo que nosotras proclamemos:

«Gloria a Dios en las alturas, Y en la tierra paz entre los hombres en quienes Él se complace» (Lucas 2:14).

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

Un corazón nuevo

January 31, 2021 By lifewaymujeres Leave a Comment

Un corazón nuevo

Por: Wendy Bello $12.99

Nuestros corazones nacen contaminados por el pecado que heredamos y, por lo tanto, necesitan ser regenerados, hechos nuevos. Eso no es algo que logremos por nuestra propia cuenta. El corazón nuevo es un milagro con la firma de Dios. Este libro explora diferentes declaraciones hechas por Jesús a lo largo de los Evangelios que se relacionan con el tema de un corazón nuevo, partiendo de una premisa: tenemos un corazón muerto que solo Cristo trae a la vida, y luego lo cambia. Su contenido responde a varias preguntas, entre ellas, ¿Cómo es que cambia nuestro corazón? ¿Cómo llega a ser nuevo? ¿Qué es un corazón dividido? ¿Qué es la verdadera fe? ¿Cómo afecta el evangelio mi vida cotidiana? Cada capítulo incluye un resumen breve de los puntos principales así como preguntas para profundizar y reflexionar.

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Videos en línea gratuitos:

Video 1 – Un corazón nuevo

Video 2 – El problema del corazón

Video 3 – No puedo limpiar mi corazón

Video 4 – Un corazón nuevo por fe

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