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Artículo

Cómo cultivar buenas amistades

February 8, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Jenny Thompson de Logroño

El año recién empieza… acabamos de guardar las decoraciones navideñas en nuestras casas, y en un abrir y cerrar de ojos, ya somos bombardeadas con lo próximo que sigue en el ajetreado calendario de nuestros días: el mes del amor y la amistad. 

Las calles, las plazas, los medios de comunicación tradicionales o digitales se tiñen de rojo y nuestras mentes se llenan con imágenes propias de estas celebraciones. ¡Donde quiera que posemos nuestra vista encontramos corazones y flores! 

Hace unos días, recordaba una canción de la década de los 70 del brasileño Roberto Carlos que se llama «Yo solo quiero», ¡aunque era más conocida por su estribillo: «Yo quiero tener un millón de amigos»! Con una melodía contagiosa, la canción nos hacía pensar que mientras más amigos tuviéramos, más felices y significativas serían nuestras vidas. 

Yo quiero creer la paz del futuro 
Quiero tener un hogar sin muro 
Quiero a mi hijo pisando firme 
Cantando alto, sonriendo libre 

Quiero llevar este canto amigo 
A quién lo pudiera necesitar 
Yo quiero tener un millón de amigos 
Y así más fuerte poder cantar 

Recordaba también los tiempos de mi adolescencia, cuando los chicos y chicas que se consideraban populares eran los que veíamos siempre rodeados de amigos… pero estos que estaban junto a ellos, ¿se podían considerar verdaderamente amigos? 

Entonces empecé a preguntarme: con tantas personas a nuestro alrededor, ¿cuántas veces hemos sentido que no tenemos a quien acudir cuando tenemos alguna necesidad? Otras veces, al pasar revista a ciertas etapas de nuestras vidas, nos damos cuenta que aquellos que en esos momentos decíamos que eran nuestros «besties», simplemente se fueron alejando. 

Entonces, ¿qué es la amistad? ¿Qué es ser amigo? ¿Soy yo una amiga para otros? ¿Cómo puedo cultivar buenas amistades? Si en algún momento de tu vida han pasado por tu mente preguntas como éstas, te propongo que juntas reflexiones y tratemos de buscar algunas respuestas. 

Como cristianas, Dios nos manda a examinarlo todo y retener lo bueno (1 Tes. 5:21), así que vamos a investigar primero el origen y significado de las palabras amigo y amistad, y luego profundicemos en la Escritura para observar qué el Señor tiene que decirnos sobre este tema.   

En el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española (RAE) encontramos la siguiente definición de amistad: «Afecto personal, puro y desinteresado, compartido con otra persona, que nace y se fortalece con el trato». 

La palabra amistad tiene su origen en el latín «amicĭtas» o «amicitātis», que se deriva de «amicitĭa». Ésta viene de amīcus, que se traduce como amigo. El término amigo, a su vez, procede del verbo «amāre», que significa amar. 

En internet también encontramos esta definición de la palabra amigo que nos arroja más claridad: «Un amigo es una persona con quien se mantiene una amistad. Una amistad es una relación afectiva entre dos personas, construida sobre la base de la reciprocidad y el trato asiduo. Los valores fundamentales en una amistad son la lealtad, el amor, la solidaridad, la incondicionalidad, la sinceridad y el compromiso». 

Si leemos detenidamente estos conceptos, podemos notar algunos aspectos que los caracterizan: 

  1. Requiere de dos personas. No es una relación unilateral. 
  1. Se da y recibe afecto, amor. 
  1. Se consolida con el paso del tiempo. 
  1. Tiene como pilares fundamentales el desinterés, la lealtad, la solidaridad, la transparencia y sinceridad. 
  1. Existe un compromiso de ambas partes para mantener la relación. 

Al leer nuestra Biblia, podemos percatarnos que el amor y la amistad son importantes para Dios. Como ejemplo, en La Biblia de las Américas (LBLA) la palabra amigo se menciona 105 veces; y en la versión de la Nueva Traducción Viviente (NTV) 203 veces.  ¡Esto nos muestra que Dios quiere que pongamos atención a este tema! 

El origen bíblico de la amistad es el amor, cuya fuente es el mismo Dios. El amor es de Dios y Dios es amor (1 Jn. 4:8). El amor es un atributo de Dios, es parte intrínseca de Su naturaleza y nosotras, como criaturas hechas a Su imagen y semejanza, hemos recibido la capacidad de amar como Él.  

Dios mismo nos modela en la Escritura relaciones de amistad verdaderas. En Santiago 2:23, vemos cómo Abraham fue llamado amigo de Dios: «y se cumplió la Escritura que dice: “Y Abraham creyó a Dios y le fue contado por justicia”, y fue llamado amigo de Dios». 

Así también en Éxodo 33:11, leemos que el Señor tenía una amistad cercana con Moisés: «Y el Señor acostumbraba hablar con Moisés cara a cara, como habla un hombre con su amigo».  

¿Qué nos llama la atención de estos dos pasajes en los que Dios explícitamente llama a estos dos siervos sus amigos? El tipo de relación íntima que tenían con su Señor, tanto Abraham como Moisés. Ambos buscaban el rostro de Dios continuamente, le escuchaban y le obedecían. 

Jesús también habló a Sus discípulos de manera contundente sobre la amistad: «Nadie tiene un amor mayor que este: que uno dé su vida por sus amigos» (Juan 15:13). Cristo nos consideró Sus amigos y por nosotros se encarnó para darnos la mayor muestra de amor que se puede dar: tomó forma de siervo haciéndose semejante a los hombres y se humilló, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Fil. 2:5-8). 

El libro de Proverbios es una colección de principios prácticos que nos sirven para tomar decisiones sabias en las diferentes circunstancias de nuestras vidas. En este libro encontramos muchas enseñanzas que nos indican cómo tener una amistad genuina y a la manera de Dios: 

  1. Seamos sabias al escoger nuestras amistades (Prov. 13:20). 
  1. Seamos confiables y leales (Prov. 16:28). 
  1. Seamos cuidadosas de no destruir la confianza puesta en nosotras (Prov. 17:9). 
  1. Amemos de manera incondicional (Prov. 17:17). 
  1. No busquemos beneficio económico (Prov. 19:4). 
  1. Respetemos el espacio personal (Prov. 22:24-25). 
  1. Seamos honestas y transparentes (Prov. 27:6). 
  1. Seamos fieles en el tiempo (Prov. 27:10). 

A diferencia de la canción de Roberto Carlos que mencioné al principio, Proverbios 18:24 nos dice: «El hombre de muchos amigos se arruina…», mostrándonos que no debemos enfocarnos en la cantidad de amigos que quisiéramos, sino en tener unos pocos, pero con una relación íntima, leal, sincera y transparente.  

Así como el agricultor siembra las semillas y las cuida con paciencia para obtener una buena cosecha, la verdadera amistad debe ser cultivada… requiere tiempo, dedicación y compromiso. Debemos estar dispuestas a entregarnos a nosotras mismas como abono para una buena amistad que honre a Dios. 

Sigamos el ejemplo de Cristo, quien es nuestro Amigo verdadero, el Único que da real significado a la amistad. Jesús amaba de palabra y de hecho, confrontó, reconfortó, alentó, estuvo presente, tuvo compasión, amó a Sus enemigos y oró por todos. 

Amada hermana, tomemos un momento y consideremos cuánto nos estamos invirtiendo en la vida de los demás, así como lo hizo nuestro Señor. Debemos pensar que Dios nos ha colocado dentro de un cuerpo para que podamos vivir nuestra vida cristiana apoyándonos unos a otros. 

Pongamos nuestros dones y talentos al servicio de nuestra iglesia local. De esta manera, Dios nos da la bendición de glorificarle junto a nuestros hermanos (1 Ped. 4:10-11). Así también tendremos la oportunidad de vivir el ministerio de «los unos a los otros» que el Señor nos ha encomendado. 

Si escudriñamos la Escritura, encontraremos cerca de 60 exhortaciones para hacer algo por otras personas. Esto requiere intencionalidad e involucramiento de nuestra parte. Veamos algunos ejemplos: 

  1. Estén en paz los unos con los otros (Mar. 9:50). 
  1. Lávense los pies los unos a los otros (Juan 13:14). 
  1. Ámense los unos a los otros (Juan 13:34-35; Juan 15:12; Juan 15:17). 
  1. Tengan el mismo sentir unos con otros (Rom. 12:16). 
  1. No se juzguen los unos a los otros (Rom.14:13). 
  1. Acéptense los unos a los otros, así como también Cristo nos aceptó (Rom. 15:7). 
  1. Amonéstense los unos a los otros (Rom. 15:14). 
  1. Salúdense los unos a los otros con un beso santo (Rom. 16:16). 
  1. Sírvanse por amor los unos a los otros (Gál. 5:13). 
  1. Exhórtense los unos a los otros (Heb. 10:25). 

El apóstol Pablo compara nuestra vida en el Señor como una carrera (Fil. 3:12-14) y para hacerlo bien, necesitamos de la compañía cercana de otras hermanas que corran junto a nosotras y nos ayuden en esta carrera de la fe, alentándonos mutuamente para poder llegar a la meta juntos y estar con Cristo por la eternidad (Heb. 10:24-25).  

A fin de cuentas, al leer las definiciones que buscamos en los diferentes diccionarios, vemos que son parecidas a lo que Dios nos muestra en Su Palabra; sin embargo, la visión tergiversada que tiene esta sociedad posmodernista sobre el amor y la amistad está muy divorciada de sus verdaderos significados.  

Cuidemos de no dejarnos arrastrar por las corrientes del mundo y renovemos nuestra mente de acuerdo al estándar de Dios: amemos como Él, dediquémonos a cultivar amistades a la manera de Él, sirvamos a los demás como Él. Reprogramemos nuestras motivaciones sobre la amistad, y empecemos a cambiar el «yo quiero tener amigas» a «yo quiero SER amiga». 

Por último, recuerda que nuestra felicidad nunca estará en la cantidad de amigos que tengamos, sino que encontraremos el verdadero gozo mientras más estrecha sea nuestra relación con Cristo, nuestro Salvador, Señor y AMIGO. 

Jenny Thompson de Logroño: Casada con el pastor Reynaldo Logroño y madre de Celso, Sebastián y Reynaldo. Licenciada en Administración de Empresas con experiencia en el sector escolar. Miembro de la Iglesia Bautista Internacional desde al año 2007, diaconisa y directora del Ministerio de Escuela Bíblica Dominical y además es parte del cuerpo de consejeros y del equipo del Ministerio de mujeres Ezer. 

Un amor para siempre

February 1, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Yiell Ortíz

Tu misericordia, oh, Señor, se extiende hasta los cielos, tu fidelidad, hasta el firmamento. Tu justicia es como los montes de Dios; tus juicios son como profundo abismo. Tú preservas, oh, Señor, al hombre y al animal. ¡Cuán preciosa es, oh, Dios, tu misericordia! Por eso los hijos de los hombres se refugian a la sombra de tus alas. Se sacian de la abundancia de tu casa, y les das a beber del río de tus delicias. Porque en ti está la fuente de la vida; en tu luz vemos la luz. Continúa tu misericordia para con los que te conocen, y tu justicia para con los rectos de corazón. Salmos 36:5-10 

En algunas ocasiones tal vez te hayas preguntado, si es verdad que Dios te ama y cómo es posible ese amor. La respuesta a tu pregunta está en la Biblia que es la Palabra de Dios, allí encontramos de principio a fin todo acerca de Su amor.  Dios demuestra Su amor desde el comienzo de todo hasta el final. Podemos conocer el gran amor que tiene por toda la humanidad, que es Su creación. 

¡La Biblia está llena de esa verdad incondicional de que Dios nos ama y ese amor es para siempre! En Su Palabra, Él dejó grandes evidencias de eso. Como hijas de Dios, necesitamos saber y estar convencidas de esta gran verdad, sin importar quienes somos o lo que hacemos: Dios nos creó por amor. En el libro de Génesis al principio de los capítulos notamos cómo Dios pensó en nosotras al darnos una imagen de acuerdo a la Suya y una semejanza conforme a Él: 

“Y dijo Dios: Hagamos al hombre a nuestra imagen, conforme a nuestra semejanza; y ejerza dominio sobre los peces del mar, sobre las aves del cielo, sobre los ganados, sobre toda la tierra, y sobre todo reptil que se arrastra sobre la tierra. Creó, pues, Dios al hombre a imagen suya, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó”. Génesis 1:26-27 

Aprendemos también sobre el dominio que nos dio para ejercerlo sobre toda la tierra y lo que hay en ella. A través de estos grandes detalles empezamos a conocer cuán grande amor hay para nosotras en Dios y por siempre. En Deuteronomio capítulos del 6 al 9 leemos que Dios por amor escogió a un pueblo, al cual liberó, redimió e hizo un pacto eterno para todo aquel que amara y guardara Sus mandamientos. 

“Porque tú eres pueblo santo para el Señor tu Dios; el Señor tu Dios te ha escogido para ser pueblo suyo de entre todos los pueblos que están sobre la faz de la tierra. El Señor no puso su amor en vosotros ni os escogió por ser vosotros más numerosos que otro pueblo, pues erais el más pequeño de todos los pueblos; más porque el Señor os amó y guardó el juramento que hizo a vuestros padres, el Señor os sacó con mano fuerte y os redimió de casa de servidumbre, de la mano de Faraón, rey de Egipto. Reconoce, pues, que el Señor tu Dios es Dios, el Dios fiel, que guarda su pacto y su misericordia hasta mil generaciones con aquellos que le aman y guardan sus mandamientos…” 

En esos versículos podemos aprender del hermoso plan de Dios para nosotras. Siendo Su mayor muestra de amor el derramamiento de la sangre de Su Hijo Jesucristo para perdonarnos de nuestros pecados y que así tengamos vida eterna. 

“Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.” Romanos 5:8 

Él nos escogió para que seamos Sus hijas, rescatándonos del pecado que es la muerte. A través de Su Hijo Jesucristo nos perdonó y redimió dándonos vida abundante y eterna, ¡eso es AMOR! ¡Dios no terminará Su amor por nosotras! Las Escrituras dicen que nada nos puede separar de Su amor, no importa por lo que estemos viviendo, ni lo que hagamos, 

“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación, o angustia, o persecución, o hambre, o desnudez, o peligro, o espada? Tal como está escrito: Por causa tuya somos puestos a muerte todo el día; somos considerados como ovejas para el matadero. Pero en todas estas cosas somos más que vencedores por medio de aquel que nos amó. Porque estoy convencido de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni principados, ni lo presente, ni lo por venir, ni los poderes, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios que es en Cristo Jesús Señor nuestro”. Romanos 8:35-39 

Es vital para nosotras entender que el amor de Dios es inagotable, inmenso y fiel sobre Sus hijos. 

En Juan capítulo 3 versículo 16, Dios deja clara Su intención y Su deseo de relacionarse con nosotras de forma amorosa, permitiendo nosotras que Él guíe nuestras vidas, cuidándonos y aceptando Su perfecta voluntad. 

El salmista David escribió de ese mismo Amor a través del Salmo 36:5-10 que leemos al inicio de este escrito. Allí leemos acerca del cuidado que tiene Dios por su creación, siendo refugió para la humanidad, siendo fuente de vida, siendo fuente de luz que alumbra nuestra oscuridad. 

Como podemos ver, el amor de Dios por nosotras es real, no termina, no se agota, ¡es para siempre! 

En Cristo, 

Yicell 

Yicell Ortiz dirige el blog mujeryvida.net en donde tiene como propósito encaminar a las mujeres a Jesucristo y que ellas tengan vidas, matrimonios y familias fundamentadas en Él, proveyéndoles recursos bíblicos diversos y compartiendo también en las redes sociales. Es esposa y madre. Es miembro junto a su familia, de la Iglesia Bautista Internacional (IBI), en donde juntos colaboran en el ministerio de jóvenes Adultos M-AQUI.

¿Por qué no cumplo mis metas de Año Nuevo?

January 25, 2023 By lifewaymujeres 1 Comment

Finales de enero llegó y si eres como el 93% de las personas en el mundo, ya habrás dejado esos propósitos de principio de año. No es para nada un juicio pues yo estoy en ese 93 %, pero ¿por qué no cumplo esas metas que me propuse en Año Nuevo? 

Como latinas somos mujeres de buenas intenciones. Tenemos toda la intención de levantarnos temprano y leer nuestra Biblia, pero nos acostamos tardísimo, estamos cansadas y se nos olvida poner la alarma. Tenemos la mejor intención de bajar de peso y comer bien, pero vamos al mercado y compramos chocolates y golosinas y no hacemos el tiempo para cocinar algo saludable. Tenemos la buena intención de diezmar, pero no apartamos dinero y entonces llega la cuesta de enero y tal vez el próximo mes lo intentamos de nuevo. Muchas veces creemos que, porque somos creyentes, el Espíritu Santo se aparecerá a manera de fuerza esotérica para levantarnos mágicamente de la cama, ponernos el sartén en la mano para que cocinemos sano y ayudarnos a ganarnos la lotería para poder diezmar. Nos olvidamos del siguiente versículo: «Por tanto, amados míos, como siempre habéis obedecido, no como en mi presencia solamente, sino mucho más ahora en mi ausencia, ocupaos en vuestra salvación con temor y temblor, porque Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer, por su buena voluntad» (Fil. 2:12-13).   

Pablo está diciendo que obedezcamos y nos ocupemos de nuestra salvación con temor y temblor porque Dios es quien produce el querer y el hacer, pero es Pablo quien obedece y se ocupa de su salvación. Es Pablo quien hace, porque Dios es quien produce. Aunque el contexto es diferente, el concepto en 1 Corintios 3:6-7 es similar: «Yo planté, Apolos regó; pero el crecimiento lo ha dado Dios. Así que ni el que planta es algo, ni el que riega, sino Dios, que da el crecimiento». Pablo se levanta y planta (la Palabra) y Apolos riega (pastorea) pero Dios da el crecimiento. Sin embargo, Pablo y Apolos no se quedan con una lista de buenas intenciones, sino que lo ponen en acción y es Dios quien da el crecimiento. Es Pablo quien se levanta y físicamente obedece y se ocupa de su salvación, porque es Dios quien produce el querer y el hacer.  

Cuando nos convertimos en seguidoras de Cristo, nuestro corazón cambia para darnos la posibilidad y el deseo de obedecer a Dios así que, caminando en obediencia activa, hacemos lo que debemos hacer porque Dios da el crecimiento, Dios produce en nosotras ese querer y hacer porque en Cristo, Él cambio nuestros deseos. Así que es 100 % Dios quien de manera exclusiva nos salva y también es Dios quien habiendo dado el cambio de corazón nos da la posibilidad de ocuparnos nosotras de nuestra salvación con temor y temblor. Salvación solo por gracia de Dios.   

¿Pero qué tiene que ver esto con nuestros propósitos de Año Nuevo? Abraham Kuiper, un teólogo de los Países Bajos del Siglo XIX, dijo: «No existe una pulgada cuadrada en todo el dominio de nuestra humana existencia sobre el cual Cristo, quien es soberano, sobre todo, no grite, ¡mía!». Es decir que todo lo que concierne a tu vida, tu cuerpo, tu dinero, tu tiempo, tus espacios, tu propiedad, tus pensamientos, tus sentimientos, tus relaciones, toda tú le perteneces a Dios y por tanto esos propósitos de Año Nuevo que pertenecen a algún área de tu vida son parte de aquello que debe ser refinado o santificado en Cristo para tu bien. Pero no será algo que Dios milagrosamente, venga a hacer por ti. Tú tienes que sembrar y regar y ocuparte de tu salvación en el área en que Dios te ha llamado y que ha sido plasmado de alguna u otra manera en tus propósitos de Año Nuevo. Tú, en oración, en temor y temblor, con intencionalidad diaria y fielmente pensando en tu llamado de ser como Cristo.   

Seguro aquí te perdí porque te hable del trabajo que este proceso de santificación representa, así que voy a terminar con palabras de aliento. Sí se puede (espero lo leas como el canto de un partido de futbol mexicano). Sí se puede. ¡Sí se puede! ¿Sabes por qué?  Porque es Dios quien ya ha cambiado tu corazón en Cristo. ¡Porque Dios es quien da el querer y el hacer sí se puede! Así que animo hermana.  El cambio de corazón está dado y hoy, es un buen día para comenzar con esos propósitos que habías descartado antes de leer este artículo. Estoy orando por ti.   

Lee tu Biblia: la mejor meta de cada año

January 18, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Wendy Bello

Cuando llega el mes de enero las tiendas se llenan de ropa para hacer ejercicio. Los gimnasios ofrecen membresías con descuentos. Los supermercados destacan productos «saludables». En las redes sociales abundan las publicaciones sobre metas, propósitos, cambios, planes, etc. Por muchos lugares se respira un aire de «empezar otra vez». Tal vez has hecho tu propia lista donde figuran algunos propósitos que quisieras cumplir. Yo también tengo algunos. La idea de poder empezar de nuevo nos emociona.  

Sin duda, no hay nada malo en querer hacer más ejercicio, comer saludable, terminar aquel proyecto que comenzaste y quedó olvidado o perdiste el impulso inicial, ser más sabia en el manejo de las finanzas, tomar esa clase que por tiempo has estado considerando o visitar algún lugar que lleva años en tu lista. Sin embargo, al pensar en todas esas metas algo se hace evidente: todas tienen carácter temporal. A la luz de la eternidad, sus resultados quedarán mayormente debajo del sol. Por eso me gustaría proponerte una meta diferente, una que tal vez en algún momento estuvo en tu lista. Quisiera proponer que tu meta principal para este 2023 sea leer tu Biblia. 

En nuestra cultura de todo rápido hemos llegado a creer que de esa misma manera podemos conocer a Dios: en una dosis diaria mínima y apresurada que no requiera mucho esfuerzo de nuestra parte. Te confieso que por años para mí leer la Biblia era simplemente algo que tenía que tachar de mi lista. Lo hacía más bien como una carga u obligación porque era lo que se suponía que hicieran los cristianos. Hasta que un día el Señor abrió mis ojos y me hizo entender cuánto necesitaba Su Palabra; qué vacío estaba mi corazón sin ella. Me arrepentí y comencé a orar para que Él me cambiara y me hiciera una mujer que amara Su Palabra. Todavía estoy en esa trayectoria, pero puedo asegurarte que es una oración que Él responde con un sí porque quiere que le conozcamos (ver Juan 17:3). ¡Él cambia los afectos de nuestro corazón! 

Sin embargo, he descubierto que abrir mi Biblia cada día va más allá del deseo, o la meta. Es también una decisión, especialmente cuando no me siento motivada. De hecho, ¡es en esos momentos cuando más la necesito! He tenido que aprender que la lectura de la Biblia es una disciplina, una disciplina espiritual. En caso de que no hayas escuchado ese término antes, las disciplinas espirituales no son más que aquellas prácticas que nos hacen más como Cristo, moldean nuestro corazón y nos ayudan a crecer en santidad. Leer la Biblia fielmente no es algo que hagamos para obtener la aprobación de Dios o para marcarlo en una lista, sino para conocer al Autor y Su historia y así ser transformadas en nuestra mente y corazón, como enseña Pablo en Romanos (ver 12:1-2). 

Nada debiera sustituir nuestro tiempo de estudio de la Palabra. Sí, es bueno escuchar predicaciones, leer libros, escuchar un podcast, etc., pero nada de eso tiene la firma de Dios. Él se revela en Su Palabra, Él habla por Su Palabra, nos transforma mediante Su Palabra. Todo lo que necesitamos saber sobre de Dios, está en la Biblia. Todo lo que realmente necesitamos para vivir en Su diseño, está en la Biblia. Lo que necesitamos conocer sobre nuestro futuro, está en la Biblia. Todo lo que Dios quiere que entendamos sobre nosotras mismas, está en la Biblia. Nuestra fuente de sabiduría, alegría, vida, claridad, ¡está en la Biblia! Es un tesoro lo que tenemos en nuestras manos. Las palabras del salmista lo dicen mucho mejor:  

La ley del Señor es perfecta, que restaura el alma; 
El testimonio del Señor es seguro, que hace sabio al sencillo. 
Los preceptos del Señor son rectos, que alegran el corazón; 
El mandamiento del Señor es puro, que alumbra los ojos. 
El temor del Señor es limpio, que permanece para siempre; 
Los juicios del Señor son verdaderos, todos ellos justos; 
Deseables más que el oro; sí, más que mucho oro fino, 
Más dulces que la miel y que el destilar del panal. 
Salmo 19:7-10 

Y quisiera animarte no solo a leer la Biblia sino a estudiarla. ¡Vayamos más allá de la superficie! Cuando nuestra idea acerca de quién es Dios no proviene de un estudio fiel y profundo de la Escritura, terminamos creyendo mentiras, ideas sobre Él que fabricamos en nuestra mente pero que no se ajustan a lo que Él dice de sí mismo, lo que ha hecho o lo que ha prometido. En nuestros tiempos, como en muchos otros de la historia, abundan las falsas enseñanzas y los falsos maestros. ¡Esa es otra razón para estudiar la Palabra y conocerla bien! Cada vez que escuches o leas una enseñanza sobre la Biblia, ya sea en un sermón de tu iglesia, un programa de radio en la estación cristiana, en un podcast, en un video en YouTube, incluso una canción de un cantante cristiano, presta atención. ¿Es bíblico el mensaje? ¿se ajusta a la Escritura? Asegúrate de que lo que estás escuchando es la verdad de la Palabra de Dios. ¿Y cómo nos aseguramos? ¡Necesitamos conocerla bien!  

Vivimos en tiempos privilegiados, con muchos recursos disponibles tan solo a la distancia de un clic. Puedes escoger un plan de lectura que te ayude. Tal vez alguna amiga pueda ser tu compañera de rendición de cuentas mientras avanzas en este propósito. Y si ha pasado mucho tiempo desde la última vez que abriste tu Biblia, ¡no te desanimes! Ora al Señor y pídele que te ayude a comenzar de nuevo en Su Palabra. Entonces, empieza a leer.  

Wendy Bello es escritora y conferencista. Su deseo es enseñar a las mujeres la importancia de estudiar la Palabra de Dios. Escribe para múltiples plataformas y es autora de varios libros, entre ellos el estudio bíblico “Decisiones que transforman.” Ha estado casada por más de 20 años y tiene 2 hijos. Puedes seguirla en Facebook, Twitter y en su Blog.

Año nuevo, ¿metas nuevas?

January 11, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Masiel Mateo

La práctica de hacer resoluciones de Año Nuevo se remonta más de 3.000 años en la antigua Babilonia. Hay algo en el nuevo año que nos da la sensación de un nuevo comienzo, aunque en realidad, no hay diferencia entre el 31 de diciembre y 1 el de enero. Nada místico se produce en la medianoche del 31 de diciembre. Y aunque la Biblia no habla a favor o en contra del concepto de las resoluciones de Año Nuevo, es la tradición más realizada por miles de millones de personas en el mundo. 

Las resoluciones más comunes son los compromisos para dejar de fumar o tomar alcohol, manejar el dinero sabiamente y pasar más tiempo en familia, siendo la más común bajar de peso junto con hacer más ejercicio y comer sano. Todas estas son buenas metas para trazarse, sin embargo, 1 Timoteo 4:8 nos instruye a mantener el ejercicio en perspectiva: «Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso, pero la piedad para todo aprovecha, pues tiene promesa de esta vida presente, y de la venidera».  

Por otro lado, muchos hacen resoluciones de Año Nuevo para orar más, leer la Biblia todos los días y asistir a la iglesia con regularidad. Estas son metas fantásticas, pero iniciar o dejar de hacer alguna actividad no tiene valor a menos que tenga la motivación adecuada para detener o iniciar la actividad. Por ejemplo, ¿por qué quieres leer la Biblia todos los días? ¿Es para honrar a Dios y crecer espiritualmente, o es porque has escuchado que es algo bueno para hacer? ¿Por qué quieres perder peso? ¿Es para honrar a Dios con tu cuerpo, o es por vanidad, en honor a ti mismo? 

La pregunta crucial es: ¿están tus metas centradas en Cristo y Su evangelio? Si esas resoluciones no honran a Dios o no son de acuerdo con Su Palabra, te aseguro que solo estás creando una carga sobre ti, ya que nunca podrás vivir de una manera que te haga merecer a Dios o ganarte Su favor. 

Ahora bien, lo único que sí puedes hacer es quitar los ojos de ti misma y depositar toda tu confianza en la vida perfecta de Cristo para que puedas así, «Acercarte, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro» tal como dice Hebreos 4:16. En Cristo encuentras TODO lo que necesitas para este año y todos los que vayas a vivir. Pues Él cumplió Su propósito de aplacar la ira de Dios dejándote libre acceso al trono de la gracia para que tu meta sea conocerle, amarle y disfrutarle. ¡Esa sí que es una meta que puedes tener año tras año! 

Así que en lugar de tomar tiempo para orar a Dios por Su guía y luego escribir tus metas, tómate el tiempo para pedirle al Señor que alinee tus deseos a Su voluntad. Esta sola oración te asegura que tus metas sean agradables ante Él y le den toda la gloria. Como bien dice 1 Juan 5:14,15: «Y esta es la confianza que tenemos en él, que si pedimos alguna cosa conforme a su voluntad, él nos oye. Y si sabemos que él nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que le hayamos hecho». 

En este nuevo año, pídele a Dios que ponga en tu corazón un mayor anhelo por conocerle y crecer en Él. Si esa es tu meta, te aseguro que vivirás la mejor vida posible pues es la que Él ha diseñado para ti. 

Una adoración genuina

January 4, 2023 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Verónica Rodas

En la visita de los magos a Jesús, éstos son un hermoso ejemplo si queremos aprender a vivir una vida plena de verdadera adoración. 

Se esforzaron 
Ellos recorrieron un tramo larguísimo, haciendo aproximadamente 2000 kilómetros para ir a adorar a Jesús: «Cuando Jesús nació en Belén de Judea en días del rey Herodes, vinieron del oriente a Jerusalén unos magos» (Mat. 2:1). Adoración no es solo liturgia, canciones o palabras correctas, la adoración más profunda brota cuando el corazón percibe a alguien digno de valorar y amar. Y todo lo que quieres hacer es entregarte, honrarle y estar cerca de Él. 

Fueron guiados sobrenaturalmente 
Para que suceda lo anterior, es imprescindible este punto: Los magos fueron informados del nacimiento del Rey Jesús por la estrella que apareció en el cielo. Desde ese mismo momento que se les reveló esa estrella, estuvieron dispuestos a pasar todo lo que fuera necesario para llegar delante del Rey y adorarle. Fueron guiados e impulsados por algo sobrenatural: «su estrella hemos visto en el oriente, y venimos a adorarle» (Mat. 2:2). Sus vidas fueron revolucionadas: «¿Dónde está el rey de los judíos, que ha nacido? Porque su estrella hemos visto» (v. 2). 

Necesitamos que nos suceda lo mismo, nuestra adoración también necesita ser guiada y encendida por algo que nos trasciende. Para experimentar una adoración viva, apasionada, ardiente, expectante, renovada y genuina, necesitamos que el Espíritu Santo resplandezca «en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo» (2 Cor. 4:6). 

Buscaban al Cristo 
Justamente eso es lo que nos sucederá si tenemos verdadera comunión con el Espíritu Santo. Siempre será una adoración a Dios viendo Su gloria en la faz de Jesucristo. Mira cómo los magos buscan al Cristo, dice Mateo 2:4: «Y convocados todos los principales sacerdotes, y los escribas del pueblo, les preguntó dónde había de nacer el Cristo». La revelación de todo lo que hizo, hace y hará Dios a través de Su Hijo (Ef. 1:15-23) es el fuego que arde en la adoración de los cristianos. No es solo adoración a Dios, es adoración a Dios en Cristo. ¡Esto es tan esencial que no se puede describir en millones de palabras! 

Tuvieron fe y gozo 
Así, adorando a Dios en Cristo inflamadas por el Espíritu Santo, es que corremos a la adoración con el corazón latiendo de expectativa. Es esa fe de que nos encontraremos con Él y sin duda grandes cosas sucederán lo que nos hace felices, y oleadas de gozo vienen a nosotras. Como los magos: «al ver la estrella, se regocijaron con muy grande gozo» (Mat. 2:10), así queremos entrar «al altar de Dios, al Dios de [nuestra] alegría y de [nuestro] gozo» (Sal. 43:4) y alabarle. 

Reconocieron a Alguien superior 
La adoración es esa mezcla extraña entre percibir a Dios tan altísimo, tan superior, tan inexplicablemente infinito, pero a la vez escucharle y verle amando lo imposible de amar. Es ahí, justo ahí, cuando tu corazón llega a postrarse ante el Rey que la adoración es la mejor clase de vida. No hay adoración sin verle así y postrarte. «Y al entrar en la casa, vieron al niño con su madre María, y postrándose, lo adoraron» (Mat. 2:11). 

Entregaron cosas valiosas 
Y bueno, cuando llegas a ese punto, sin duda, lo das todo. Y todo lo que puedes hacer o dar jamás lo notas, porque es amor. Amor feliz, pleno, que se da y quiere dar más. Los magos no dieron el tiempo que les sobraba, algún regalo que tenían por ahí. Ellos entregaron sus vidas por la revelación de Jesús, «y abriendo sus tesoros, le ofrecieron presentes: oro, incienso y mirra» (Mat. 2:11). 

¡Oh mi hermana, que este precioso ejemplo de aquellos reyes que viajaron de Oriente hasta «la estrella resplandeciente de la mañana» (Apoc. 22:16), encienda en nosotras vidas de adoración! 


Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

Dios lo dijo

December 24, 2022 By lifewaymujeres 1 Comment

Por Karla de Fernández

Leer la Palabra de Dios sabiendo que fue Él quien la inspiró cambia por completo nuestra forma de leerla y vivirla (2 Tim. 3:16). Leerla es como si escucháramos Su voz dándonos ánimo, aliento, instrucción; es Él diciéndonos lo que debemos hacer a la luz de quienes somos en Él por medio de Cristo. 

Para nosotros puede ser más sencillo seguir Su Palabra porque en ella vemos que tiene poder para cambiar y transformar corazones (Sal. 19). Es a través de sus letras que conocemos al Dios trino, Sus planes y el cumplimiento de Sus promesas. Es a través de Su Palabra que conocemos lo que Dios quiere de nosotros y que todo ayuda a nuestro bien. Si Dios lo dijo, entonces es algo bueno; si Dios lo dijo, entonces así es o así será. No obstante, no todos los que escuchan la voz de Dios creen en ella.  

Pide señal 

Hace mucho, mucho tiempo hubo un rey malvado en Judá llamado Acaz, este rey adoraba a otros dioses y había sacrificado a su hijo al dios Moloc (2 Rey. 16:1-4). Fue un rey que guiaba al pueblo de Judá basado en su propia sabiduría y sin tomar en cuenta a Dios, un rey que estaba atemorizado porque enemigos vendrían a buscar terminar con él y con el pueblo. A este rey malvado Dios le habló por medio del profeta Isaías lo siguiente:  

El Señor habló de nuevo a Acaz: «Pide para ti una señal del Señor tu Dios que sea tan profunda como el Seol o tan alta como el cielo». Pero Acaz respondió: «No pediré, ni tentaré al Señor» (Isa. 7:10-12) 

Imagina a Acaz atemorizado, sin fe, sin confianza en Dios, quizá con la seguridad de que nada podría cambiar su situación y sin ayuda de nadie más por ser malvado. Y de pronto, el Dios de los ejércitos le habla por medio del profeta de ese tiempo para animar su corazón y sembrar confianza en Dios al demandar una señal para él, y Acaz se niega a obedecer. 

¿Por qué negarse a pedir una señal a Dios? Quizá tenía en mente las palabras de Dios cuando Él dijo: «No pondrán a prueba al Señor su Dios» (Deut. 6:16). ¡Pero era Dios quien le estaba hablando! Dios le estaba dando la oportunidad de pedir una señal para saber si triunfaría, si Él actuaría a su favor. Pero no respondió a las palabras de Dios. 

Al parecer estaba desconfiando de lo que Dios dijo, como si Dios estuviera tendiéndole una trampa. Esto me hace pensar en las veces que solemos actuar de la misma manera que Acaz, escuchamos a Dios a través de Su Palabra y dudamos en responder de la manera que Él nos está diciendo.  

¿Por qué razón? ¿Por qué dudaríamos de Dios? Si sabemos que Dios es santo, sabemos que Él no puede pecar, y si no puede pecar, entonces Sus palabras son confiables. Dios no nos ha dejado Su Palabra llena de trucos o artimañas que si no damos la respuesta correcta entonces estaremos reprobados y nos fulminará con un rayo al instante. Dios nos ha dejado Su Palabra para que, entre otras tantas cosas, estemos seguros de que Él habla verdad.  

Acaz se negó a pedir la señal que el mismo Dios le permitía tener, pero Dios entonces habló al pueblo, a los que podrían perecer también. Él les dijo por medio del profeta:  

«Oigan ahora, casa de David: ¿Les parece poco cansar a los hombres, que también cansarán a mi Dios? Por tanto, el Señor mismo les dará esta señal: Una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrá por nombre Emmanuel» (Isa. 7:13-14). 

Esta profecía, esta señal, tendría lugar mucho más allá del tiempo y reinado de Acaz. ¡Algo maravilloso estaba anunciando! Esta profecía estaba anticipando el nacimiento del Mesías (Mat. 1:23), estaba afirmando la promesa que se hizo en el Edén (Gén. 3:15). Dios les estaba anunciando que un Salvador vendría a rescatarlos, mas no de sus enemigos terrenales, sino del pecado.  

Dios estaba anunciando la libertad de Su pueblo, del remanente que volvería. Dios estaba diciendo: «¡Cumplo mis promesas, no temas, ten calma, no desmayes! Hay alguien mayor quien vendrá y te rescatará, confía». 

Una promesa de salvación llena de amor que parecía que solo podría hacerse a aquellos que aman, sirven y siguen a Dios perfectamente; de ser así, Acaz y el pueblo no tenían oportunidad de salvación. Malas noticias para todos los que han vivido lejos de Dios durante mucho tiempo. Malas noticias para los pecadores infieles a Dios. 

Pero Dios, que es rico en misericordia, por causa del gran amor con que nos amó, aun cuando estábamos muertos en nuestros delitos, nos dio vida juntamente con Cristo (Ef. 2:4-5); Porque de tal manera amó Dios al mundo, que dio a Su Hijo unigénito, para que todo aquel que cree en Él, no se pierda, sino que tenga vida eterna (Juan 3:16). 

Las buenas noticias de salvación se dan a aquellos que saben que no merecen el perdón. Las buenas noticias de salvación se dieron desde la eternidad y hasta la eternidad para todos aquellos que saben que no son capaces de salvarse a sí mismos. Para aquellos que temen, los que no confían, los que dudan, los que fallan, los que pecan … para aquellos que están rotos y vagan sin rumbo en esta tierra. Para ellos es que la promesa de salvación en Cristo se anunció. 

Aquella profecía, esa promesa de que una virgen concebiría al Salvador trajo la mayor esperanza para un mundo manchado con el pecado. Esa profecía cumplida nos ha alcanzado a nosotros, ¡somos libres! Hemos recibido gracia abundante, gracia de un Padre que cuida a Sus hijos, que cumple Sus promesas. Un padre que nos ama a pesar de lo que somos. Un Padre que envió a Su Hijo unigénito a morir por los pecados de un mundo que le ha dado la espalda. Un Padre que cumplió Su promesa de estar todos los días con nosotros por medio de Cristo.  

Dios lo dijo, Su Palabra es fiel, segura y digna de confianza porque así es Él. Dios lo dijo y lo cumplió. ¡Hosanna al Salvador!

Karla de Fernández nacida en México, es hija y sierva de Dios por gracia, esposa y madre como privilegio. Tiene su blog desde donde comparte con las mujeres su pasión por la Palabra de Dios. Es la coordinadora de Iniciativas para mujeres Soldados de Jesucristo y dirige el podcast “Mujeres en Su Palabra.” Es la autora del libro “Hogar bajo Su gracia.” Puedes seguirla en Blog, Facebook y Twitter.

Gozo

December 21, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Isaías 35:1-10; Salmo 146:5-10; Mateo 2-10:11; Lucas 2:8-11 

Por María Renee

¿Alguna vez te has visto intentando explicar algo donde las palabras no son suficientes y sientes dentro de tu corazón un fuego que quisieras transmitir para que otros experimenten? Exactamente esta es mi sensación al querer compartir lo que es el gozo. No existen palabras para poder enunciar lo que el gozo del Señor permite en nuestra vida. ¡Gracias a Dios por Su Palabra! Que es segura, verdadera y suficiente para que juntas podamos ir a algunos de los pasajes que hablan del tan preciado gozo en nuestros corazones. El gozo es un fruto del Espíritu y esta es una oportunidad de anhelarlo profundamente. 

Lee los pasajes y atiende la idea principal a la que hacen referencia, nota las palabras en común: regocijo, gozo, alegría. Todos ellos expresados por el salmista, Isaías en el Antiguo Testamento, María, los sabios de Oriente y los pastores que visitaron a Jesús en Belén, en el Nuevo Testamento. Hermosos pasajes que nos invitan a experimentar ese gozo que Dios produce y sostiene en nuestras vidas, esa sensación de estar plenos y satisfechos en Cristo en medio de toda circunstancia. Contemplando, confiando en lo que ha prometido, agradeciendo Su obra, creciendo en conocerlo y dependiendo cada día más en Él.  

Escribirlo no es fácil porque hay una incapacidad de encontrar las palabras suficientes, pero arde en mi corazón el deseo de que tú y yo profundicemos en vivir gozosas en el Señor, lejos del temor o haciéndole frente cuando quiere atentar contra nosotras. Confiando en la transformación prometida y que ya está sucediendo en nuestras mentes y corazones si hemos puesto en Él nuestra confianza. 

Agradezcamos la libertad de la condición de cautiverio de la que fuimos rescatadas, vida espiritual gracias a la bondad y misericordia de nuestro Dios, nuestras vidas siendo santificadas. ¡Gloria a Dios que nos permite experimentar estas misericordias! Ir caminando y madurando en fe, regocijo y con gratitud aflorando en nuestro corazón porque el corazón agradecido experimenta gozo. 

En estos días que celebramos Su venida, recordemos y meditemos también en Su regreso, caminemos esta vida sabiendo que somos peregrinas y recordemos a nuestra alma todas Sus bondades. Atesoremos todo esto para que el día que lo veamos cara a cara podamos adorarlo eternamente. Estas son algunas cosas que experimentamos en gozo y que nos llevan a vivir en obediencia y alabanza. El gozo es más profundo que una alegría pasajera, tiene la mira en una perspectiva eterna y está anclada la esperanza de un Dios que cumple Sus promesas. 

Qué bueno sería poder día a día sentir este gozo, pero podemos ver en la belleza de la Palabra de Dios un ejemplo que muchas veces ha sido un consuelo para mí y un motivo de oración. David en el Salmo 51:12 clama, «vuélveme el gozo de tu salvación». ¡Que hermoso poder leer al salmista quien tenía un corazón conforme al corazón de Dios humillándose, reconociendo que necesitaba el gozo del Señor que en ese momento no poseía, pero se humilla y va delante de Aquel que sí podía restaurarlo! 

● Anhelemos, como lo hizo David, un gozo genuino experimentado únicamente en una íntima relación con el Señor. 

● Recordemos a nuestra alma en momentos de aflicción, que el Señor nos ayuda. Volvamos nuestra mirada a Él sabiendo que puede restaurarnos y permitirnos experimentar el gozo que necesitamos para regocijarnos en Su presencia. 

● Sea para nosotras la suficiencia de Cristo un motivo de gozo esperando Sus promesas sostenidas en fe. Caminando día a día ancladas firmes en la fe, sabiendo que en Él está nuestro deleite. 

Nuestra alma necesita deleitarse, y no en cosas pasajeras. Así que busquemos al Señor porque es lo que necesitamos primordialmente y experimentaremos el gozo que solo en Él podemos encontrar. 

María Renée de Cattousse, pecadora, salvada por gracia, justificada por la fe en la obra de Cristo, redimida por la misericordia de Dios. Es miembro de la Iglesia Reforma en la ciudad de Guatemala. Esposa de Carlton, mamá de Mario René y Valeria. Odontóloga.

Preparación

December 14, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Por Verónica Rodas

«Voz que clama en el desierto: Preparad camino a Jehová; enderezad calzada en la soledad a nuestro Dios. Todo valle sea alzado, y bájese todo monte y collado; y lo torcido se enderece, y lo áspero se allane. Y se manifestará la gloria de Jehová, y toda carne juntamente la verá; porque la boca de Jehová ha hablado» Isaías 40:3-5. 

Al leer estos versículos nos encontramos ante la voz de alguien que está gritando, clamando: «¡Escuchen! ¡Abran un camino para el Señor! ¡Hagan una carretera derecha para nuestro Dios!». Este es el tiempo de preparar el camino para el Señor. ¿Cómo lo vamos a hacer? Isaías habla de rellenar los valles y allanar los montes, de enderezar las curvas y suavizar los lugares ásperos. En esa manera lo vamos a hacer. Debemos prepararnos para este tiempo y creer todo lo que Dios hará: lo imposible será hecho, lo caído será levantado, el Señor va a obrar y debemos estar preparados. 

Piensa en tu vida como un sendero que debes preparar para el Señor y puedas enderezar lo que esté torcido. Mira, observa y arrepiéntete por cada lugar áspero en tu camino. ¡Trabaja, endereza, corrige! Hazlo y cree las promesas de Dios: «Y se manifestará la gloria de Jehová» (v. 5). Dios ha prometido que Él va a obrar, Él nos ha dicho que volverá y Su gloria será manifestada, Su poder será revelado y todo ojo lo verá. Él ha hablado y nosotros somos Sus hijos que le creemos, esperamos, anhelamos y sabemos que lo imposible se hará realidad. 

Nosotros esperamos lo que otros no esperan, anhelamos lo que otros no anhelan, estamos expectantes ante las maravillas de Dios. Realmente llegará el día donde será claramente revelada la gloria de Dios para todos. Ese día que cada cristiano anhela apasionadamente y en el cual nuestra alabanza no tendrá fin, tal como lo dicen las siguientes palabras de esta oración: «Bendito Jehová Dios, el Dios de Israel, el único que hace maravillas» Salmo 72:18.  

Necesitamos velar, estar alertas, vivir preparándonos, orando en todo tiempo para presentarnos delante de Jesús cuando regrese. Vendrá el supremo Redentor: Jesús, el Hijo de Dios. Pensar en ese momento hace estallar mi corazón. Un día no habrá más oraciones pidiendo que Dios responda nuestros deseos … no habrá más, porque Él reinará, Él tomará Su lugar y cada anhelo, deseo y clamor que hayamos tenido, será contestado y será satisfecho por nuestro Rey. 

No dejes de anhelar y esperar ese glorioso momento en que Él se encuentre reinando. 


Verónica Rodas es esposa del pastor Luis Rodas. Madre de Cintia (17) y Zoé (6). Juntos sirven al Señor en Córdoba, Argentina. Su anhelo es mostrarle a la mujer lo deleitoso y hermoso que es ser discípula de Cristo.

Esperanza

December 7, 2022 By lifewaymujeres Leave a Comment

Mirna Espinoza

(Isa. 9:2, 6-7, Sal. 122; Isa. 2:2-5; Rom. 13:11-14) 

El mundo oscuro, sin poder ver ni un par de pasos al frente, asumiendo que todo estaba bajo control y que conocían bien el camino que recorrían. Pero por dentro, si analizaban el mapa que se ocultaba en sus corazones podían darse cuenta de que el rumbo que habían tomado durante años era la desolación y la muerte. 

Es interesante observar cómo el ser humano puede convencerse de algo que no es la verdad. «El pueblo andaba en tinieblas», el mundo entero, desde ese fruto prohibido, había conocido la verdadera oscuridad que no es iluminada por la luna en una ciudad, sino aquella que en silencio espera el tiempo pasar hasta nada ver nunca más. 

Desesperanzados, así nos encontrábamos todos, nadie podía decir que conocía el color del sol, porque nos encontrábamos a tientas buscando llegar a un lugar seguro. ¿Cómo encontrarlo si lo único seguro que teníamos lo perdimos por nuestro orgullo? Por eso, a pesar de creernos autosuficientes y como si todo seguía como en un principio, era lo opuesto. Desesperanza. 

Dios es experto en darle la vuelta a las historias y hacer cambios que parecen magia, pero no lo llamaría así nunca, porque no es una ilusión, no es algo practicado por horas o planeado para engañar. Lo que Dios hace es milagroso, verdadero y eterno. Y así, en medio de la oscuridad «el pueblo que andaba en tinieblas vio gran luz», una que brillaba tan fuerte que cegó la desesperanza para convertirla en una esperanza que alumbraba las tinieblas que gobernaban los corazones esclavos a la maldad. 

Una célula, eso usó, para traer esperanza al mundo en destrucción. Un llanto de un bebé, eso prometió, porque serían lagrimas que sanarían almas a todo aquel que lo conoció. Un Salvador «Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz», Su nombre, significaría que la oscuridad por fin tendría un enemigo mortal, que para siempre de la amargura nos sacaría sin dudar.  

«Sobre el trono de David», un rey eterno, el verdadero heredero y el único digno de confianza. Los ojos de tantos volvieron a brillar, porque la esperanza comenzó a reinar. Dios tocaría el mundo con Sus pies, con Sus manos y Su piel. Dios salvaría al mundo, no con una espada afilada, una armadura o una coraza. El Rey del universo, que con un pensamiento podría optar por derribar cualquier fortaleza, destruir las galaxias y acabar con el mundo. Pero en lugar de verse valeroso, fuerte, victorioso de una manera normal y esperada, Sus ojos amorosos, Su sonrisa apacible y Su voz templada, nos salvaría de la guerra campal que dábamos por terminada en cual habíamos sido derrotados. 

Esperanza tuvo el pueblo al escuchar las palabras proféticas que vendría un reino potente como un trueno, que los restauraría, redimiría y reconciliaría, pero poco sabían de los métodos diversos que nuestro Rey usaría. Ahora, nosotros, vemos todo el panorama, como una pintura ya finalizada. Comprendemos que la esperanza no se vistió de un soldado, sino de un siervo que ama, que enseña y que sufre como si fuera nada. 

¿Qué desesperanza puedo recitar hoy si ya vino Cristo nuestro Redentor? Lo que hizo, hecho está, nadie puede cambiar lo que nuestro Dios vino a plasmar. Esperanza, eso tenemos, de confiar que, aunque huyamos y fallemos, Su justicia nos rodea y moldea conforme a Él. Para que así mientras más le amemos más semejantes seremos.  

Nuestra esperanza descansa en esa promesa, que hechos enemigos, tinieblas, hijos de ira, nos redimió, nos hizo Suyos, nos restauró y lo que vino a hacer al mundo ya no es negociable no es perecedero. Y lo mejor de todo es que no depende de mí.  

Adviento significa «venida», no una visita esporádica, de un rato y frecuente pero no persistente. Una venida de una vez y para siempre, una venida que partiría la historia de vida a muerte. Una venida que nos dejaría a todos transformados completamente. No esperemos hasta el 25 de diciembre para recordar la historia de reconciliación de Dios hecho hombre, utilizando un vientre humano para nacer y siendo clavado en una cruz para salvar. Adviento es el recordatorio de la esperanza que tenemos, que si un día vino como lo prometió, también vendrá otra vez, así como también lo prometió. 

Mientras tanto, adoremos al Dios que no solo nos llena de esperanza, sino cumple con aquello que nos hace esperar con ansias. 


Mirna Espinoza, guatemalteca con un corazón rebelde que es constantemente corregido por Dios. Salvada por gracia y sin merecerlo. Siempre estudiante y nunca maestra. Sirve al Señor siendo colaboradora para Lifeway Mujeres, en su iglesia local y escribiendo en su blog personal Eufonía, IG: @eufoni.a (para visitarlos solo da clic sobre el nombre del blog y/o sobre nombre de usuario de Instagram)

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